De acuerdo al enólogo Demy Olmos se debe a que los precios de la uva mejoraron, bordeando los $200 pesos el kilo, por lo que se prefirió vender y no embalar botellas.
Según el último Boletín del Vino de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, Odepa, la producción regional mermó en un 52,3% durante el transcurso del año, con tan sólo 19.243 litros versus los 40.363 en igual fecha, pero del año pasado.
¿Qué está pasando? La respuesta viene desde la capital vitivinícola del Valle del Itata. El enólogo de la municipalidad de Coelemu, Demy Olmos, explicó que se debe a que los precios del kilo de uva mejoraron considerablemente, por lo que aquellos que se dedicaban a elaborar vinos, prefirieron vender sus cosechas a las grandes empresas.
“La rendición de producción de uva fue bajo. Por ejemplo, este año hubo un 50% menos en Coelemu. Eso hizo que la oferta sea menor en el Valle del Itata, en la cuenca de Guarilihue específicamente, por lo tanto la demanda aumentó y los precios subieron”, explicó Olmos.
Precios de la uva al alza
Hacer vino requiere de una inversión que van desde aspectos técnicos, mano de obra, marketing, distribución, venta, entre otros.
Los productores sopesaron todo esto en la balanza y muchos prefirieron vender la materia prima por ser más conveniente.
Según Olmos, el año pasado en el Valle del Itata los kilos de uva País y Moscatel de Alejandría partieron en los $120 a $160 pesos.
“En cambio este año fue en $160 y llegó a $180. Incluso en algunos casos alcanzó los $200”, precisó el experto.
Incluso, dependiendo del tipo de uva, los valores fueron mucho mejores. “El cinsault estuvo en los $210”, añadió Olmos.
En lo que respecta a las viñas boutique, estos fueron todavía más altos.
“Se compraron uvas a $270 más IVA, lo que viene a ser $320 aproximadamente. Algunos de los interesados fueron J. Bouchon y Concha de Toro para segmento especial, pero la mayoría de ellos eligieron a granel”, indicó Olmos.
Y concluyó: “al tener esos precios altos, los agricultores prefirieron vender la uva y se ahorran la producción de vino, en pagar agricultores y minimizaron las pérdidas económicas”.
¿Por qué no hay uva?
Una de las razones principales de la contracción en las cosechas de uva se debió a que las condiciones climáticas se tornaron muy extremas en el Valle del Itata: heladas en el invierno y luego altas temperaturas en verano, lo que jugó en contra.
Si bien los incendios no arrasaron grandes cantidades de hectáreas de viñas en la Región del Bío Bío, la elevación de los grados calóricos en el ambiente causó estragos, mermando finalmente la producción.
“No fue por los incendios propiamente tal, pero sí por las temperaturas altas. Estuvimos sobre los 43 grados, lo que fue un estrés enorme para las plantas. Toda la columna de agua que tenían las plantas se perdieron. No teníamos tampoco para como regar. A diferencia de la zona central donde sí hay suministro, pero acá no hay como hacerlo”, reveló Olmos sobre la escasez hídrica en el verano del secano interior.
Sin embargo, el experto tiene esperanzas de que esta situación mejore: que la producción de uva y vino suban de la mano.
“Esperemos que podamos volver a los niveles altos y recuperemos la caída del 50% del rendimiento. Si aumentamos la producción esperemos que se mantengan los precios también”, dijo Olmos.
Esto último es fundamental y es la expectativa que igualmente tienen en otras comunas como Portezuelo, Ránquil, San Ignacio, Quillón y Ninhue donde el mínimo garantizado estuvo en los $190 promedio en centros de acopio bajo el alero de Indap Bío Bío.
De acuerdo a la Odepa, la disminución del vino no es un fenómeno que sólo se observó en la Región del Bío Bío. Sino que también a nivel país.
“En la segunda quincena del mes de junio, el SAG dio a conocer el Informe Ejecutivo sobre Producción de Vinos 2017, en el cual dio cuenta de una producción total de vinos de 949,2 millones de litros, la que presentó una disminución de 6,4% respecto a la del año anterior”, puntualizaron desde el organismo estatal.