El representante del Comercio habla de la principal preocupación del sector: el comercio ilegal. Su gestión, dice, se enfocará en recomponer las confianzas.
“Junto con tener una visión optimista, tenemos que ser realistas y recomponer las confianzas para que nuestro país vuelva a crecer, y se retome la inversión”.
Estas fueron las palabras de Manuel Melero al asumir en mayo como presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile (CNC). En su discurso, Melero manifestó el sello de lo que será su gestión: buscar soluciones más que señalar críticas y entregar respuestas a las peticiones de un empresariado que debe seguir “aportando a la economía, al crecimiento y al desarrollo del país”.
En entrevista con Diario Concepción, Melero habla de todo. Desde las presidenciales al comercio ilegal que ha tomado las calles céntricas de las principales ciudades del país. Con sólida formación tanto empresarial como académica (es doctor en Derecho por la Universidad de Navarra y se desempeñó en cargos diplomáticos dentro y fuera de Chile), Manuel Melero representa hoy los intereses y valores de un gremio que se ha posicionado cada vez con más fuerza en la opinión pública, transformándose en un valioso referente para autoridades, tanto del ámbito público como el privado.
-Las cifras macroeconómicas del país indican una desaceleración de la actividad. ¿Cuál ha sido el impacto de ese escenario en el Comercio?
– Hay que decir que el comercio en general no ha sido tan afectado por el frenazo económico. Hemos estado por sobre el promedio nacional en materia de crecimiento. Más o menos el doble del PIB, en promedio. Ha habido altibajos, pero en general hemos estado mejor que muchas actividades. Como la minería, por ejemplo. Es decir, el comercio ha estado relativamente bien parado y tenemos perspectivas a futuro que no sé si son optimistas, pero si positivas hacia el futuro. Creemos que ya tocamos fondo, porque el comercio internacional empieza a mejorar a entonar. Son muchos factores que influyen en eso.
-¿Cómo las elecciones, o quizás un cambio de gobierno?
– Bueno, sabemos bien que los inversionistas son muy sensibles a estas variables y están siempre monitoreándolas y tomando decisiones. Ahora, este es un país atractivo y que tiene una buena base en capacidad empresarial. Somos una economía muy competitiva, nuestros empresarios son muy eficientes porque somos una economía abierta al mundo y el empresario sabe cómo insertarse en otras latitudes y hacer bien las cosas. Miro el futuro no sé si con optimismo, porque es un estado de ánimo sino que con una visión positiva, fundadamente esperanzada.
-Los comerciantes locales señalan que las cifras nacionales del comercio no coinciden con lo que ven en su día a día. ¿Están desconectadas las cifras de la CNC con la realidad local?
– Las cifras nacionales son un promedio. Son tomadas en base a muéstrales estadísticos, aleatorios, y por lo tanto las dos opiniones son válidas. Las cifras nacionales son lo que son. Y puede pasar que las cifras locales digan a mí me va mucho peor que la cifra nacional. Eso es válido también.
– ¿Las cifras nacionales podrían estar “distorsionadas” por el sector automotor, que ha crecido bastante estos meses?
– Bueno, la industria automotriz ha crecido en un 25%, es un crecimiento muy fuerte. El crédito de consumo manejamos una cifra de 8% para 2017 en comparación al año anterior. Esa tendencia debería seguir en 2018 y 2019 en adelante y si la elección ayuda en esa línea, mejor. Los tomadores de decisiones piden un panorama favorable, con las reglas del juego definidas. Lo que necesitamos no es un candidato con nombre, apellido o partido. Necesitamos de políticas públicas que entreguen confianza, apostando en la economía de mercado, con regulaciones que sean necesarias, pero buenas, bien diseñadas e implementadas.
– Al respecto, ¿qué opina sobre la reforma laboral?
– Nos preocupa tanto la reforma laboral como la tributaria, porque tuvieron efectos no deseados. La tributaria, anticipamos los efectos que no queríamos, dijimos que se dañaría la inversión, y así fue. Tenemos que hacer algo con las leyes tributarias para que vuelvan a fomentar la inversión. En el caso de la reforma laboral, hay una rigidización muy fuerte del mercado de trabajo, de las necesidades contemporáneas del mundo del trabajo. Tiene que haber flexibilidad para el trabajo a distancia, para incorporar nuevas tecnologías. El comercio está incorporando tecnologías y mercado laboral en Chile no sigue en el mismo paso esa transformación, que incluye el uso de plataformas que exigen una relación laboral distinta, teletrabajo y otros temas.
-¿El comercio callejero sigue como asunto de relevancia para los comerciantes?
– Sigue, sin duda. Estamos muy preocupados con el comercio de los centros de la ciudad, porque tienen muchas amenazas, dado que el comercio ilegal los tiene invadidos. Es un competidor muy desleal con el comercio establecido. Tenemos un dilema nacional que es: qué vamos a hacer como Chile respecto a la informalidad. Lo estamos viendo en muchas ciudades del país, donde dónde ha decaído la actividad económica. Muchos trabajadores perdieron su empleo y se fueron a la actividad informal, por cuenta propia, lo que es un eufemismo para no decir en la calle. Era un minero o un proveedor de la minería que quedó sin trabajo y hoy día está con un paño en la plaza de la ciudad respectiva vendiendo como callejero. También algunos comerciantes que estaban en el centro de algunas ciudades dijeron, bueno, para qué seguir pagando arriendo patente municipal, mejor me voy también a la informalidad. Son pequeños empresarios que se fueron a la informalidad.
– ¿Ha aumentado el comercio informal e ilegal en Chile?
– Yo diría que sí, y eso nos hace tener cuidado si miramos a países cercanos que tienen un 80% de su actividad económica en la informalidad. ¿A eso queremos apuntar como sociedad? ¿Ese es nuestro objetivo? Nos vamos a pasar a la informalidad. La tentación es muy grande, porque es muy rentable estar del otro lado. Nosotros hemos medido, a través del Observatorio del Comercio Ilícito en la Cámara, que los ingresos de estos trabajadores informales son del orden de 700 mil pesos mensuales. Qué trabajador del comercio o de otra actividad gana fácilmente 700 mil pesos con horario libre, trabaja cuando quiere, hace su hora y día. Es un mal ejemplo social. Lo mismo con los comerciantes que tenían ingresos “x” y hoy día en la informalidad pueden ganar dos o tres veces más.
– ¿Y cuál es la receta del Comercio para ese problema?
– Es un asunto para las autoridades, que deben actuar con las mafias de proveedores, con la gente con mucha espalda que está detrás de toda esa cadena. Eso es lo que realmente como país y como autoridad deberíamos perseguir. No hay que preocuparse demasiado con los que están en la calle. Ojalá que no estuvieran, hay que tratar de sacarlos. Pero la raíz del problema está en las mafias que están detrás, son los proveedores que están en la ilegalidad, en los contrabandos, la receptación, la falsificación. Esta cuestión es lo más rentable, pueden pagar 700 mil pesos a vendedores que están en la calle. ¿Qué negocio puede pagar 700 mil pesos a un vendedor?
– ¿Qué opina del rol de las autoridades al respecto?
– Hay mucha desidia de las autoridades, porque tienen otras prioridades. No lo digo irónicamente ni eufemísticamente, porque probablemente hay otras urgencias de los alcaldes, el Servicio de Impuestos Internos, la Policía de Investigaciones, Carabineros de Chile, servicios de aduanas… Todos que deberían estar a cargo de este problema, porque no es una autoridad en particular. Deberían estar haciendo mesas de coordinación público privada en forma permanente para atacar este fenómeno y ver dónde están estas mafias. Todos saben dónde están las bodegas, dónde tienen los artículos robados, no es tan difícil, pero no es prioridad. Impuestos Internos está en otra cosa; Aduanas tiene otras prioridades. Entonces, dejamos hacer, dejamos así y no atacamos de raíz este problema que es preocupante. Debemos llevarnos a reflexión de lo queremos: si queremos la informalidad, bueno, entonces vamos todos juntos a eso. Porque mira lo que pasa con la informalidad. Ese hombre o mujer que está en la calle no paga previsión, no paga impuestos, pero sí usa los servicios del Estado. Si se enferma, va a Fonasa. Si tiene hijo, va a mandarlo a una escuela pública, y el día que se jubile, va a depender del Estado, y el Estado se financia con la formalidad, no en la informalidad. Tenemos que pensar qué vamos a hacer con este tema.