Economía y negocios

¿EL CAMBIO MENOS PENSADO?

Política, precandidatos, dimes y diretes, encuestas y conflictos en partidos y conglomerados no nos dejan ver el bosque… Porque por estos días afuera cunde una discusión de peso que acá no se comenta en voz alta: los cambios que vienen en la economía global. Y eso sí que nos puede afectar.

Por: Diario Concepción 04 de Diciembre 2016
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Política, precandidatos, dimes y diretes, encuestas y conflictos en partidos y conglomerados no nos dejan ver el bosque… Porque por estos días afuera cunde una discusión de peso que acá no se comenta en voz alta: los cambios que vienen en la economía global. Y eso sí que nos puede afectar.

Luz María Astorga P.

Tomás Izquierdo dio una luz. Gerente general de la consultora Gemines, en el informe enviado a sus clientes en noviembre afirmó: "Tanto Brexit como la elección de Trump son señales de que el mundo está iniciando un proceso de cambios profundos". Como consecuencia, "el reinado de la globalización y el comercio internacional se acerca a su término". De hecho, apuntó, este año, según estimaciones de la OMC, el comercio mundial crecerá menos que el Producto, algo no visto desde la crisis Subprime (2008), y que rompe una tendencia de 30 años, en que el comercio doblaba al PIB.

Lo llamamos. Se disculpó argumentando que viajaba a España. Allá, como en otros países del Viejo Mundo, y a diferencia de Chile, los cuestionamientos al peso que han ejercido los dictámenes de la economía tienen larga data. Acá, se reduce al debate de unos pocos que el Gobierno no deja aflorar, según el senador PS e integrante de la Comisión de Hacienda, Carlos Montes.

No se trata de ir contracorriente, desmantelar el neoliberalismo o levantar banderas estatistas. Nada de eso. La tendencia mundial apunta a algo que puede tener muchas caras según quién mire, y que se entiende a partir de un par de premisas:

-Muchos se sienten postergados o estancados en su desarrollo y bienestar, producto del bajo crecimiento mundial. Amenazados por la globalización que ha trasladado la industria manufacturera a Asia o a México (en el caso de Estados Unidos), aprovechando los costos más bajos en mano de obra. Son personas asustadas, también, frente a los procesos migratorios. A que mañana llegue alguien que puede hacer su mismo trabajo, cobrando la mitad, y que lo deje en la cuneta. Terrible, especialmente considerando que cada vez habrá que trabajar más años, por el aumento en la expectativa de vida.

-Cada vez más personas observan que la influencia de indicadores y metas económicas es cada vez mayor y que va más allá de su margen de acción. Sienten que sus dictados y ortodoxia convirtieron la política en una actividad puramente técnica. Que la democracia en verdad es "econocracia".

Lo dicen distintos estudios y análisis, empezando por el periodista, y ex diputado español Antonio Baños, quien define la "econocracia", entendida como "una sociedad en la que gobiernan las leyes de la economía, estableciendo un símil con las teocracias, donde gobiernan los teólogos atendiendo a los mandatos religiosos".

Baños está entre los que esperan que ese modelo caiga en el largo plazo, tal como la teocracia en el siglo XVII, aunque sabe que "es un deseo difícil de cumplir".

Otros no son tan rotundos, pero aspiran a ciertos cambios porque, mal que mal, quienes se sienten desplazados, postergados, amenazados y desconfían de la economía, abre la puerta para la triunfante entrada de populistas, demagogos y nacionalistas xenófobos. ¡Para qué poner ejemplos! Tampoco será necesario recordar que los problemas y el descontento vienen en alza desde la Crisis Subprime, cuando el escuálido crecimiento clavó la bandera que aún flamea en el globo-globalizado. Bajaron los ingresos, hubo menos para transferir a políticas sociales, los empleos se precarizaron… suma y sigue.

EL MENSAJE INGLÉS

Esta semana, una columna de Bloomberg encendió otra luz, al contar sobre tres estudiantes de Reino Unido que acaban de publicar "The Econocracy", levantando la idea de que "no se puede dejar la economía en manos de expertos".

Jow Earle, Cahal Moran y Zach Ward-Perkins –que participan en el movimiento mundial "Repensando la Economía"- dicen que la insatisfacción popular tiene mucho que ver con su exceso de confianza en conceptos y formas de pensar procedentes de los economistas, más influyentes de lo que justificaría su especialización. Es la econocracia. En este tipo de sociedades, "objetivos como un crecimiento más rápido, el aumento de la competitividad y el acceso a más bienes de consumo más baratos se consideran como inherentemente deseables, con poca consideración hacia diferentes valores o perspectivas de futuro. Eso, inevitablemente genera un sentimiento de enajenación", escriben.

En el libro intentar instalar cimientos para un mejor uso de la economía dentro de la democracia. Lo que implica "un enfoque menos arrogante, menos dominado por el fundamentalismo de mercado, más abierto a salirse de los confines de su rígido marco, en el que la teoría se antepone con demasiada frecuencia a la realidad empírica".

Los ingleses hablan de una disciplina más inclusiva, convencidos de que las decisiones políticas deben considerar una participación más grande por parte del resto de la sociedad.

Al precandidato presidencial Ricardo Lagos le hablaron de esto en la reunión que tuvo con parlamentarios de la Nueva Mayoría a comienzos de esta semana… Que las formas tradicionales de hace una década ya no corren, que hay que abrirse más, ser un poquito más arriesgado, bajo control, siempre con responsabilidad… Y lo más importante: nada taxativo y puramente numérico, porque ahora deben considerarse sentimientos, circunstancias especiales, realidades no solo nacionales sino también regionales. En este escenario pierde un poco peso el manejo estricto de las finanzas de un país, comentó el diputado DC, doctor en Economía e integrante de la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja, Pablo Lorenzini.

-¿Qué tan receptivo estuvo el precandidato?

-Él viene del sistema antiguo, pero al menos va dándose cuenta que hoy no solo cuenta el pragmatismo.

ATERRIZAJE EN CHILE

A algunos les gustará, a otros no, pero late un proceso de cambio que, como dice Izquierdo, no se sabe dónde nos llevará. Y tendrá su costo, sus perdedores y ganadores, tal como sucedió con la globalización.

Si tendremos otro tipo de integración o de comercio internacional, si los tratados de libre comercio irán a revisión o serán ya no de tantos socios, está por verse. Lo concreto, a juicio de Montes, es que "se agotó una forma de expansión del mundo. El mercado de recursos naturales, del cobre, de los minerales, el sector financiero con su mercado de capitales que tanto dinamismo aportó al comienzo, el retail, y otros motores de la economía se van disminuyendo. También las políticas monetarias en cuanto a reactivar la economía. "Ese largo periodo monetarista está cuestionado", agrega, aunque no está en discusión su eficiencia en cuanto a controlar la inflación, destaca el economista de la Usach, Guillermo Pattillo.

Montes ve una tendencia hacia un enfoque más keynesiano, pero moderno. (El keynesianismo es la teoría propuesta por John Maynard Keynes, en 1936, como respuesta a la Gran Depresión de 1929, basada en el estímulo de la economía a través de políticas fiscales en épocas de crisis. Las escuelas monetaristas han intentado refutarla, pero mantiene vigencia y economistas como Paul Krugman y Joseph Stiglitz son keynesianos).

Sigue Montes:

-Se está repensando la realidad. Se acabó un ciclo, empieza otro, hay debates nuevos… No podemos seguir pensando en monetarismo, con ortodoxia y con un rol del Estado totalmente centrado en lo económico. Eso hay que replantearlo.

Entonces, por estos días en que se acaba de despachar el Presupuesto de la Nación 2017, con un sello fuertemente restrictivo en gasto social, Lorenzini y Montes reviven la idea de que en tiempos de bajo crecimiento hay que aplicar políticas contracíclicas, tal como lo pregona el economista Ricardo Ffrench-Davis. Pera esa batalla, la perdieron.

"El Gobierno optó por contener la inversión fiscal y entonces uno le pregunta de dónde vendrán los vientos dinamizadores, porque no se ven. Nuestra economía hoy requiere un Estado más activo, que invierta en buenos proyectos, de mucha rentabilidad y con efecto multiplicador", dice Montes.

Un poco en broma, pero más en serio, el senador recuerda que cuando el ministro Valdés fue en octubre a la reunión de la Apec, dijo "se acabó el tiempo de los monetaristas". A su regreso, Montes lo encaró y él contestó: "Eso es afuera".

Y si de repensar la economía se trata, en nuestra economía los no monetaristas se oponen a enfoques impuestos "a rompe y raja", y a mantener US$40 mil millones depositados afuera, sin usar nada de eso para desarrollar proyectos y producir una recuperación más rápida.

Dicen que incluso Hernán Büchi, el más monetarista, en su momento se la jugó por sectores productivos y creó industrias en lo forestal, frutícola y salmonicultura. Ahora, lamentan, podrían haberse desarrollado proyectos público-privado en energía solar, por ejemplo. O firmar un acuerdo con China para desarrollar ferrocarriles, con modelo de concesión más directo con el Estado, como quieren los asiáticos.

Existen miradas diversas. El senador PPD Eugenio Tuma cree que la globalización se agotó, que lo que era desconocido para las sociedades "ahora es requete conocido; por eso la gente vuelve a mirarse y quiere reconocimiento y valorización de lo propio. Eso tiene que ver con ser considerados, pero también con valorar la economía nacional. Ya tenemos toda la variedad de autos y servicios, los chinos están encima y los europeos muy presentes. Lo que no tenemos es el conocimiento de nuestras tradiciones, cultura, costumbres. Veo difícil que recuperemos la industria nacional pero sí creo posible la industria del conocimiento de lo originario. El Brexit es una expresión de eso. La elección de Donald Trump también grafica el rechazo a la globalización y la necesidad de ser considerados de mejor manera. Va a ocurrir en todas partes", afirma.

¡POR NINGÚN MOTIVO!

Mientras le hablaba, Guillermo Pattillo, decía "¡no!, ¡no!, ¡no!", cada vez con más fuerza. Desde su enfoque, el planteamiento de Tomás Izquierdo, del movimiento internacional "Repensando la economía", la teoría de la econocracia, la política fiscal contracíclica y el fin de la globalización tal cual la conocemos, no tienen asidero alguno. El académico derriba argumentos de la A a la Z, convencido de que la globalización –que prefiere llamar "integración internacional"- es la única forma de desarrollo.

Dice:

"Lo que estamos viviendo es la segunda y más profunda ola de integración en la era contemporánea. Otra muy potente ocurrió entre 1875 y 1914, pero retrocedió producto de las guerras mundiales. Luego, en los años 50 vino este segundo proceso que avanza y requiere adaptación del capital humano que, casi siempre, es más lento que el avance del conocimiento. Por tanto, antes y ahora, la integración produce ganadores y perdedores en el corto plazo. En conjunto gana todo el mundo, pero no necesariamente todos los grupos dentro de una sociedad. Por tanto, a pesar de los obvios beneficios que tiene para todos los países, da lo mismo el tamaño, no existe ninguno que pueda considerar ser capaz de desarrollarse y crecer en forma autárquica. Para grandes como Rusia o EE.UU, o para chicos como Chile, la única opción de plazo mediano es la integración cada vez más profunda en todos los ámbitos".

-¿Y cómo se resuelve el problema de los que pierden?

-A través del Estado, que debe contribuir con regulación e incentivos para que la gente y los capitales se muevan a áreas de mayor rentabilidad y beneficio. Me refiero a flexibilidad laboral y flexibilidad que permita más competencia entre empresas nacionales y extranjeras, además de mecanismos de capacitación adecuada. Se puede dar subsidios a ciertos sectores, como lo hace Europa con el agrícola, y quienes no pueden reconvertirse ni subirse al carro tienen que recibir ayuda estatal, como las pensiones solidarias… Es fácil decir que a la economía hay que da un cariz social, humano, pero eso tiene un costo y el costo es que reduces beneficios para la gran masa y se los das a un grupo que está haciendo presión política.

El camino al desarrollo, añade, se hace botando barreras y en eso es esencial la educación. "País que no la tiene está condenado. El crecimiento depende de la investigación científica. Hoy, los grandes (Europa y EE.UU.) no producen bienes sino conocimiento. Los bienes los hacen quienes van camino al desarrollo", asegura.

Queda claro: en repensar como en pedir no hay engaño ¿no?
 

 

TPP: OTRA SEÑAL

Entre los cambios que algunos imaginan, están los Tratados de Libre Comercio, TLC. "Tal vez debemos pensar en asociaciones entre menos países que traigan mayores beneficios", apunta el diputado Pablo Lorenzini. Y, claro, en la vereda opuesta figura el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TPP, que involucra a 12 países (que suman el 40% del PIB mundial) y a 400 millones de consumidores, y que Chile suscribió no sin polémica interna. La verdad, el TPP ha tenido detractores en todas las naciones socias, por temas de propiedad intelectual, agrícolas, de medioambiente, libertad en Internet, entre otros.

Iniciativa de Obama, firmado en octubre –no ratificado aún por el Congreso-tendría ya su primera baja. El electo presidente Donald Trump anunció que retirará a EE.UU. en el "primer día" de su gobierno, para concentrarse en acuerdos bilaterales. El TPP, dijo, "es un potencial desastre".

Sin embargo, el economista Guillermo Pattillo cree que no habrá tal retiro. "Porque si Estados Unidos sale, China va a tomar su lugar. Creo que negociarán algunas cosas de nuevo, pero nada más".

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