El vínculo entre el empleo y el crecimiento económico no siempre sigue una línea directa en los países, pero eso no quiere decir que no exista.
El vínculo entre el empleo y el crecimiento económico no siempre sigue una línea directa en los países, pero eso no quiere decir que no exista.
Para observar la relación entre el empleo y el crecimiento los economistas recurren a la ley de Okun, según la cual un mayor crecimiento da lugar a un menor desempleo.
Una nueva investigación del FMI considera la ley de Okun y, sobre la base de datos, se plantea la cuestión de si el crecimiento crea empleo. Los resultados muestran marcadas diferencias de un país a otro en cuanto a cómo el desempleo responde al crecimiento del PIB en el transcurso de un año.
En algunos países, cuando el crecimiento repunta, el empleo aumenta, y el desempleo se reduce; en otros países la respuesta es muy leve. Un repunte del crecimiento —gracias a un estímulo a la demanda, como por ejemplo un aumento del gasto público en infraestructura— generará más puestos de trabajo.
En algunos países el crecimiento genera más empleo que en otros
El grado de creación de empleo en el corto plazo varía entre los países. El gráfico muestra cuánto aumenta el empleo cuando el crecimiento repunta en el Grupo de los Veinte países avanzados y de mercados emergentes, los cuales en conjunto representan el grueso del PIB y el empleo mundiales.
La ley de Okun se cumple en términos generales en el caso de Estados Unidos, pero se observa que la relación entre desempleo y crecimiento desde 2011 se ha desviado con respecto a la tendencia histórica, porque la profundidad y la duración de la Gran Recesión —el período posterior a la crisis mundial de 2008— dejaron sin trabajo a muchas más personas.
En Sudáfrica, Australia y Canadá, un aumento de 1% en el PIB se corresponde con un aumento del empleo de 0,6% o más. En cambio, el empleo prácticamente no varía en respuesta al crecimiento en China, Indonesia, y Turquía.
El grado en que las variaciones del crecimiento explican las variaciones del desempleo y el empleo también es diferente entre los países. El crecimiento del PIB representa más del 70% de la variación del empleo en Canadá y Estados Unidos; alrededor del 40% en Rusia, el Reino Unido y Australia, y muy poco en muchos otros países.
Para la mayoría de los países, tener en cuenta el crecimiento es importante para comprender las variaciones del desempleo en el corto plazo. En otros países hay varios factores que pueden explicar la tenue relación entre empleo y crecimiento. En algunos casos, es posible que las tasas de desempleo observadas no reflejen plenamente la tasa de desempleo verdadera. Algunos países están experimentando rápidos cambios estructurales, y en esos casos el desempleo quizá esté determinado por una tendencia a más largo plazo y no tanto por fluctuaciones a corto plazo.
No hay el uno sin el otro
La pregunta que surge entonces es ¿de dónde provendrá el crecimiento? El crecimiento mundial ha sido demasiado débil por demasiado tiempo, y ha beneficiado a muy pocos. La respuesta está tanto en el lado de la demanda como en el lado de la oferta de la economía.
Por ejemplo, si las ventas no mejoran, las empresas no incrementarán su capacidad para producir más, así que es esencial garantizar que exista demanda para respaldar la oferta. Pero si no se toman medidas por el lado de la oferta, los aumentos del producto basados únicamente en el estímulo de la demanda serán pasajeros. La gama de medidas de la oferta es amplia, y va desde eliminar los cuellos de botella en el sector de la energía hasta llevar a cabo reformas en los mercados de trabajo y de productos. En muchos países hay argumentos de peso para incrementar el gasto público en infraestructura, lo cual imprimiría un muy necesario estímulo a la demanda a corto plazo y además ayudaría a la oferta.
Lo que esto significa es que los países tienen que utilizar todas las herramientas de política
—monetaria, fiscal y estructural— para potenciar al máximo el crecimiento dentro de los países y amplificar el impacto mediante la coordinación entre países.
Esta "estrategia triple" generaría más espacio para la aplicación de políticas —mayor margen de maniobra— de lo que se suele suponer.