Con un motor OHC de cuatro tiempos, caja de 5 cambios, blanda suspensión y cómoda posición de manejo, sigue siendo mi favorita. 

Desde que se abrió este espacio, han sido muchas las motocicletas que han pasado por aquí, desde modelos de baja cilindrada hasta máquinas que lo hacen a uno soñar con ser piloto de carreras. 

Pero seamos sinceros; muchas veces la motocicleta no es un lujo, ni un hobbie, sino una necesidad de transporte. Ante lo cual, y considerando que un automóvil escapa de nuestro presupuesto, una moto es una gran opción, económica, cómoda, versátil, el mejor salto para dar desde la bicicleta. 

En mi caso, aunque tuve la oportunidad de optar por otras opciones, me decidí por la Honda Invicta porque es una síntesis de todo lo que necesito: comodidad, buena aceleración, gran rendimiento, seguridad, tecnología y una estética semideportiva y aerodinámica muy atractiva. 

Pero, ojo, el modelo 2013. 

Desde el modelo 2014 en adelante algo quisieron hacerle a la Invicta, para mejorarla, pero jamás me gustó el resultado. 

Le pusieron un cubrecadena para incrementar su vida útil y le agregaron una pata de arranque al motor (para evitar que la moto no parta en caso que se agote la batería). Además le cambiaron las luces por luces led, rediseñaron la máscara frontal y la burbuja del foco, además del tablero y las aletas laterales que tan bien se veían, entre otras cosas. 

La conclusión para este cambio es simple: querían competir con el diseño naked de la Yamaha FZ. 

Pero a mi juicio, no lo lograron. Es por eso que tras dos años lanzaron la CB-190 R, para dar un salto y olvidarse de seguir compitiendo en el segmento 150cc, pugna que Yamaha ya había ganado. Bien Honda por dar vuelta la página, mal por la Invicta. 

Aún así el modelo quedó. 

Con un motor OHC de cuatro tiempos, caja de 5 cambios, blanda suspensión y cómoda posición de manejo, sigue siendo mi favorita. 

Lamentablemente, pronto tendré que venderla. Es por ello que quise hacerle este breve homenaje a esta máquina única. Gracias por todo.