Un concepto que seduce a los melómanos más recalcitrantes. Apunta a la incorporación "pro" del computador a la cadena de alta fidelidad.
Un concepto que seduce a los melómanos más recalcitrantes. Apunta a la incorporación "pro" del computador a la cadena de alta fidelidad.
Héctor Ruiz Arias
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Entre los devotos del vinilo y los pragmáticos del mp3 hay varios huérfanos de la revolución del CD que buscan lo mejor de ambos mundos: alta fidelidad, pero con la comodidad del siglo XXI.
Para ellos, la solución ha sido el servidor de audio. Un concepto que seduce a los melómanos más recalcitrantes y que apunta a la incorporación "pro" del computador a la cadena de hi fi.
Dos variables lo hacen posible. Primero: hoy es común que hasta los notebooks puedan almacenar 500 GB y en 400 GB caben 571 CDs de audio de 80 minutos sin compresión. Imagínese cuánto podría guardar en un disco duro o sólido de 1 TB o más.
Segundo, el PC ó Mac ya no están condenados a conectarse a un receiver o un preamplificador mediante la pobre salida de audífonos minijack. Ahora se pueden sacar los datos por el puerto USB e ingresarlos a un Convertidor Análogo Digital externo (DAC por sus siglas en inglés), para de allí transmitir al equipo de audio (en los Mac Book Pro también se puede emplear la salida óptica Mini Toslink).
Por Amazon se ofrecen varios modelos y marcas de DAC a menos de 100 dólares, aunque uno sobre la media superará los US$ 400. La inversión en este gadget que transforma los archivos en sonido es determinante; por eso hay algunos como el D150 de McIntosh Labs que cuestan más de US$ 3.000.
Flac (PC) y Aiff (Apple) son formatos para respaldar la colección de discos compactos sin perder calidad y, por lo tanto, disfrutar del mismo sonido sin llenar el living de repisas. La otra gracia es que permiten sumar carátulas e información del álbum y los temas (iTunes reconoce el CD y baja todos los datos de internet, por lo que no hay necesidad de teclearlos).
Además es posible comprar música en alta definición en tiendas virtuales como Linn Records, con archivos que van incluso más allá de los 16 bits del CD tradicional llegando hasta 24 ó 32 bits. Como si esto fuera poco, hay software especializados de pago, como Audirvana o Bitperfect, que optimizan la lectura de las carpetas complementando o reemplazando plataformas como iTunes.
El propio Apple se interesó en el nicho audiófilo al lanzar el catálogo Masterizado para iTunes. En paralelo apostó por la aplicación Remote, que permite controlar la biblioteca desde un iPad o iPhone sin tener que levantarse del sillón ni saturar la memoria del móvil.
Por último, hay que tener presente que un equipo de audio suena como el peor de sus componentes. Así que en vez de ocupar el cable de la impresora para comunicar el laptop con el DAC piense en terminales libres de interferencias, como Audioquest, Van den Hul o Nordost, para que la inversión valga la pena.
Claro que eso significará, tarde o temprano, hacer lo propio con interconectores RCA del DAC al equipo y, por supuesto, también con el tendido de parlantes. Como buen hobby, el upgrade nunca termina.