Ubicado en Lota Alto, se llamó originalmente “pique Carlos”, por Carlos Cousiño Goyenechea, que heredó la mina de sus padres, Luis e Isidora. Más tarde cambió su nombre por “Chiflón del Diablo”, en alusión al cuento de Baldomero Lillo en “Subterra”. Otra versión que dice que el nombre se debe a la corriente de aire que circula en su interior. Uno de los piques tenía una escalera de madera que descendía quinientos metros hasta el fondo de la mina, la cual se internaba mil doscientos metros bajo el Océano Pacífico. El techo se apoyaba en pilares de carbón con revestimientos de madera, lo que no impedía los derrumbes. El uso de lámparas era obligatorio. La ventilación era natural, algo muy raro en este tipo de minas. Era peligroso, y los accidentes ocurrían con frecuencia. Hoy es monumento histórico nacional.
Francisco Bulnes Serrano
Director de Escuela
Facultad de Educación
Universidad Andrés Bello
Concepción-Talcahuano