El gran navegante Juan Bautista Pastene fue el primero en navegar la bahía de San Vicente y fue quien la bautizó, el 27 de septiembre de 1544. Así entra San Vicente a la Historia de Chile y de la navegación universal.
En San Vicente se dispararon los primeros tiros de la Independencia. Allí desembarca la flota del almirante Pareja, en marzo de 1813, trayendo la guerra. Durante el siglo XIX, con el incremento de la pesca y la caza de ballenas, se formaron verdaderas poblaciones, como “Infiernillo” y “La Gloria”. Surgen luego las primeras industrias y la Escuela de Pesca.
La belleza de su playa motiva, a principios del siglo XX, el surgimiento de un balneario de primer nivel. Un Hotel, un extenso parque, canchas de tenis y baños de mar calientes y fríos, formaban parte de su oferta recreativa. Con los años fue decayendo el paseo, hasta desaparecer, arrastrado por la urbanización y la industrialización del lugar.
Hacia los década de los ‘30, la decisión de instalar ahí una gran acería transforma para siempre el paisaje. Las instalaciones han crecido con los años, se construyó un muelle y el alto horno de la usina es un símbolo del polo industrial que surgió a su alrededor.
Hoy, la bahía se convierte en un gran espacio turístico y gastronómico. Esperemos que la industria, los paseantes y los habitantes del ecosistema marino y del frágil estero Lenga, puedan convivir en armonía por muchos años más.
Armando Cartes