Tras quedar fuera de la definición por las medallas, las sampedrinas Antonia y Melita Abraham ahora se enfocan en este viernes, cuando vayan por la Final B del Dos sin Timonel femenino.
Fue una postal que rompió el corazón. La imagen de Antonia y Melita Abraham con sus cabezas gachas, casi pegadas al bote, mezcla de cansancio y dolor, tras terminar exhaustas la segunda semifinal del Dos Sin Timonel Femenino, todavía duele. Porque lo dieron todo, porque nadie les regaló estar ahí, porque ser semifinalistas olímpicas se lo ganaron a punta de sacrificio, compromiso y sangre, la misma que tantas veces apareció en sus manos destruidas después de jornadas enteras de entrenamiento.
Todo un país estaba atento a lo que las mellizas pudieran hacer en la semifinal del Dos Sin Timonel femenino, en París 2024. Ilusión que ellas mismas se encargaron de crear en base a triunfos, a medallas, y a podios internacionales. Pero la alta competencia no perdona, es tan grande el nivel de exigencia en el que se mueven estas sampedrinas, que cualquier detalle marca la diferencia. Porque a estas alturas, en la elite, el deporte suele ser hasta cruel.
Lo vivieron en carne propia las bogadoras del Club Miramar, que luego ser protagonistas en la fase clasificatoria, donde marcaron el quinto mejor puesto, apostaban por repetir el nivel en estas semifinales, y colocar su nombre en la final, para reeditar lo hecho alguna vez por el Ocho con Timonel compuesto casi en su mayoría por remeros penquistas, que llegó a la final en Los Ángeles 1984.
Y partieron bien, peleando a codo a codo entre el segundo y tercer lugar, ubicación que les hubiese dado el paso a la lucha por el podio. Sin embargo, en algún momento bajaron el ritmo y Australia, el líder, se alejó en demasía, y Estados Unidos, la gran sorpresa, se metió con furia, lo mismo que Lituania que en un sprint terrible, no dio opción a las nacionales. En un abrir y cerrar de ojos, las Abraham quedaban fuera de la final, en un pestañeo, les arrebataban el sueño.
El tiempo de las hermanas Abraham fue de 7’′:26’’.″82 (por debajo de su estreno en París, que fue de 7’:23’’.01), que las ubicó cuartas, detrás de Australia, que ganó la serie con 7’:14’’. 14 , de Estados Unidos (7:15’’.59) y Lituania, que cerró la lista de clasificados con 7’:19’’.27. Estas tres naciones se medirán a Países Bajos, Rumania y Grecia en la gran final de la especialidad.
“Sabíamos lo dura que iba a ser. Las semifinales nunca son fáciles, son de vida o muerte. Son hasta más duras que las finales. Lo dimos todo y quedamos cuartas. Todavía queda una regata más para seguir soñando con el diploma olímpico”, manifestó Antonia Abraham luego de la prueba.
Opción de revancha que está cerca, a la vuelta de la esquina. Porque este viernes, partir de las 04:54 horas de Chile, las mellizas disputarán la Final B, donde si consiguen ubicarse entre los dos primeros botes, podrán retornar con un merecido diploma olímpico. Que así sea.
Un puesto más arriba en relación a su desempeño en Tokio 2020 quedó el sampedrino, César Abaroa, quien junto a Eber Sanhueza, ganó la Final C del Doble Scull Ligero, para cerrar en el 13° lugar.
“Antes de ayer fue bien triste, frustrante y en un momento nos cuestionamos si íbamos a ser capaces de dar vuelta la página, ya que soñábamos mucho con esa semifinal. El hecho de que se nos cortaran así las alas fue bastante duro. Supimos manejar muy bien todo, despejar nuestra cabeza, conversar con nuestro núcleo y dimos vuelta la situación y hoy pudimos disfrutar la regata de principio a fin. Entregamos cuerpo y alma (…) Ahora felicidad, no tanto por el resultado, sino por la entrega y por cómo competimos”, destacó Abaroa tras su despedida.