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Un infortunio que al final le permitió descubrir una pasión

Por: Diario Concepción 24 de Junio 2024
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Por Sebastián Ormeño

Los infortunios de la vida y las adversidades, que muchas veces escapan de nuestro control, van moldeando el camino a seguir. La desdicha de una barrida inoportuna en la cancha de fútbol y una lesión de rodilla cerró temporalmente una puerta, pero abrió una ventana permanente para Pablo Briones.

Producto del daño sufrido en su rodilla, el joven muchacho, que en ese entonces tenía 12 años, buscó opciones. Fue en esa exploración cuando le mencionaron el básquetbol como alternativa, en un deporte donde se ocupaban más los brazos. Lo anterior, sumado a su altura, funcionó como un plus para que Briones se motivara y empezara a acercarse al deporte cestero.

El comienzo

Tomó la opción del basquetbol y jugó sus primeros partidos en el colegio. Un año más tarde, pasó a formar parte del Club Deportivo Español de Osorno en la Sub 13.

Este paso fue muy valioso para su futuro en el deporte. Briones destacó que “jugar en categorías bajas es súper importante, en esos duelos se va creando la personalidad en la cancha y van quedando en evidencia las características motrices de cada jugador, lo que determinará más tarde la posición y formas de juego”.

Agregó que “en lo personal, me sirvió al inicio porque era alto, me hicieron jugar abajo, pero después quedé bajito y me hicieron pasar a ser escolta o alero. A su vez, el básquet te sirve para el resto de las habilidades en el día a día”.

Cuando salió de cuarto medio, decidió viajar a la capital penquista. ¿Por qué? Por dos grandes razones: la primera tiene que ver con las diversas ofertas académicas para iniciar sus estudios y la posible salida laboral. La segunda guarda relación con el basquetbol y la motivación por profesionalizarse en la disciplina.

Con esos ejes, el año 2019 se vino a Concepción, donde primero optó por Geografía en la Universidad de Concepción, pero la llegada de la pandemia lo hizo cambiar de parecer y decidió matricularse en la Santo Tomás como Preparador Físico. Ahora es parte de la selección de dicha casa de estudios y viste la camiseta rojinegra.

Al ser consultado por cómo maneja las obligaciones académicas con los entrenamientos y la vida deportiva, el joven respondió que “siempre ha sido complicado, considero que proponerse entrenar y estudiar a la vez es difícil, pero no imposible. Por ejemplo, si estudias en la mañana, tienes que entrenar en la tarde, pero no siempre se puede. Sin embargo, siempre intento priorizar los estudios por sobre otras cosas”.

Hoy, con 26 años, admite que sus ambiciones están puestas en profesionalizar y visibilizar al máximo su carrera como basquetbolista y salir adelante con su equipo en las diferentes competencias que afronte a nivel universitario.

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