“Los privados deben garantizar la seguridad del espectáculo”
11 de Marzo 2024 | Publicado por: Noticias UdeC
El fútbol, considerado por muchos como el deporte más popular en Chile, ha sido testigo de una transformación notable en la cultura y el comportamiento de sus aficionados a lo largo de los años. Desde una época dorada de celebración y camaradería en los estadios hasta la manifestación de violencia desenfrenada, el fenómeno de las barras bravas ha evolucionado de manera significativa, desafiando tanto a las autoridades como a la sociedad en general.
El domingo 11 de febrero, en la final de la Supercopa disputada entre Colo-Colo y Huachipato, un grupo de barristas del equipo capitalino provocó graves incidentes en la cabecera norte del remozado Estadio Nacional. El partido se suspendió y este lunes 4 de marzo se conoció la sanción a 12.820 hinchas cuyos RUT serán bloqueados para que no puedan ingresar a los partidos de Colo-Colo por los próximos cinco partidos, reviviendo una vez más el tema de la violencia en los estadios.
Cabe destacar que a través de un acto administrativo, Colo-Colo apeló ante la Segunda Sala del Tribunal de Disciplina de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional y el castigo quedó congelado hasta una nueva revisión, por lo que los hinchas sancionados podrán estar en el clásico ante la Universidad de Chile.
Ante este escenario, el docente del Departamento de Educación Física de la Universidad de Concepción y Doctor en Sociología del Deporte por la Universidad de Grenoble, Miguel Cornejo Améstica, señala que la ley chilena de derechos y deberes en los espectáculos de fútbol profesional ha sido insuficiente para frenar esta tendencia, y que los clubes deben asumir un rol más activo en el control de sus barras.
“La delincuencia entró a formar parte de este fenómeno y concurrir a un estadio ya no es un buen panorama para las familias. La Ley de violencia en los estadios —Ley Nº 19.327, denominada actualmente ‘De derechos y deberes en los espectáculos de fútbol profesional’, simplemente es una ley muerta. Las barras bravas han ido aumentando su poder de injerencia en los clubes, sobre todo en los más populares, y las consecuencias están a la vista”, expresa.
Para enfrentar este desafío, Cornejo propone una combinación de medidas legislativas más severas. Además, destaca la necesidad de limitar la presencia policial en los estadios y hacer que los clubes asuman la responsabilidad de garantizar la seguridad de los espectáculos, siguiendo el modelo europeo.
El experto en Sociología del Deporte, advierte que, “se debe actualizar la ley, debe haber un control efectivo de los barristas. Se está creando una especie de registro biométrico, que es muy entendible que haya voces en contra, pero hay que diseñar una forma de poder controlar esto, porque de lo contrario cada vez será más difícil”.
Quien se desempeña en la Universidad de Concepción desde 1978, toma como ejemplo lo ocurrido en Inglaterra, donde las sanciones fueron durísimas y poco a poco se fue controlando a los hooligans, hasta llegar a que en los partidos de fútbol no existan las rejas ni las vallas.
Otro aspecto fundamental para el profesor Cornejo es la educación desde edad temprana, ya que niños y niñas imitan lo que ven en el adulto. Si ve violencia en su casa, en la escuela, en la barra, lo más probable es que la replique.
Por último, abordando un tema que se ha tomado la agenda en las últimas discusiones al respecto, el académico plantea que “la vuelta de Carabineros a los estadios debe ser solo en casos extremos, ya que el fútbol es una actividad privada con fines de lucro, por lo que los privados deben garantizar la seguridad del espectáculo, tal como ocurre en Europa”, sentencia.
Evolución de una lamentable tradición
La historia del fútbol chileno está marcada por una evolución compleja en la cultura de las barras, desde épocas de fiestas familiares en los estadios hasta la violencia desatada.
El golpe de Estado trajo consigo un cambio abrupto en la atmósfera de los estadios. La paz y ambiente familiar que predominaba en los estadios y las antiguas barras, tomaron una actitud más confrontacional, en la que predominaba el enfrentamiento con Carabineros, especialmente entre las barras bravas como la Garra Blanca y Los de Abajo, hinchas de Colo-Colo y la Universidad de Chile, respectivamente.
Este cambio cultural se consolidó en la década de los noventa, incluso después del retorno de la democracia. Las expresiones violentas en los estadios no solo persistieron, sino que aumentaron, desafiando los esfuerzos por controlarlas.
Cornejo destaca que la violencia en los estadios es un fenómeno que se ha estudiado desde su máxima expresión histórica, evidenciado por los hooligans quienes causaron estragos no solo en el Reino Unido, sino en toda Europa.
En América Latina la participación de la delincuencia en las barras bravas han exacerbado aún más el problema. “Nadie miraba este fenómeno que venía bajando siniestramente en nuestro continente. Con la entrada del narcotráfico en el fútbol colombiano todo se fue complicando más”, explica el Doctor en relación a la injerencia de Pablo Escobar en Nacional de Medellín y a la de los hermanos Rodríguez Orejuela en América de Cali en la década de los ochenta.
“Una que otra vez en los clubes de barrio había peleas entre barristas, pero eran cosas que se consideraban ‘normales’, era parte del impulso de poder ganarle al otro. Pero este fenómeno comenzó a instalarse y asociase a diferentes aspectos en el contexto chileno, ya en el fútbol profesional”, detalla el académico, quien además agrega que en ese tiempo “se decía que los barristas eran personas de clases sociales vulnerables, hoy en día es transversal; hay barristas de las demás clases sociales que van porque quieren hacer daño, ya no es solamente el chico de la población”, puntualiza.