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Los 20 años de carrera de un histórico del remo chileno

Por: Samuel Esparza 01 de Marzo 2024
Fotografía: IND Chile Oficial

“De no ser por el remo, hubiese sido un gordito promedio condenado al bullying”. Felipe Cárdenas (32) mantiene fresca la imagen de su niñez solitaria, cuando la comida y el computador eran sus habituales compañeros. Y lo repite varias veces, como para no dejar dudas de lo decisivo que fue para él encontrarse con el deporte, que no solo apareció para apoyarlo en su retraída adolescencia, sino que para dar un giro definitivo a su vida.

Una historia que este mes cumple 20 años, tiempo en que, sin proponérselo, pasó a convertirse en uno de los históricos del remo chileno. Fabricado punta a cabo en la Región, un producto 100 por ciento del Biobío.

¿El comienzo de todo? Él mismo lo cuenta. “En mi familia no había tradición deportiva, y como en esa época el cariño de los padres se demostraba en la comida, yo tenía una clara obesidad, pesando 80 kilos a los 13 años. Afortunadamente, ellos siempre quisieron que tanto mi hermano como yo hiciéramos algo, que no nos encerráramos en la pieza después de clases a comer y meternos en el computador, que para mí era el panorama perfecto. El problema es que siempre fui torpe, con mala coordinación mano-pie, entonces era negado para el fútbol, Probamos con el básquetbol, porque igual era relativamente alto para mi edad, pero me doblaba siempre los dedos y pasaba con férulas en las manos. Después vino el vóleibol en la Ymca, pero cuando en un partido mi mamá me vio remachar con el pecho, notó que tampoco era lo mío”, recuerda entre risas.

“Fue un colega de mi mamá, que antes hacía remo en mi club (CDE Inger Química), quien le dio la idea de llevarme al agua. En un comienzo no me gustó el deporte, porque era como hacer educación física, pero un poco más complejo. Dos semanas después, cuando me subieron a un bote, todo cambió. Esa sensación de estar rodeado del agua fue única y diferente a cualquier cosa que había probado. Estar flotando, levantar la cabeza y mirar los cerros, toda esa naturaleza de la Laguna Chica de San Pedro de la Paz, me marcó. Ya no hubo vuelta atrás”, añade.

Estaba por cumplir los 14 años, y aunque no recuerda bien cuánto le tomó dominar la técnica, lo que sí tiene patente es que, en poco más de un año, el sobrepeso desapareció. Aunque lo mejor vendría después, cuando ingresaría al mundo competitivo que él abrazó a cuerpo completo. Tanto así que, a los 17 años, llegaría su primera nominación a la selección chilena, para integrar el bote Ocho Juvenil, que posteriormente lograría oro sudamericano. De aquello van ya 16 años y nunca más se bajaría de la “Roja”.

En la historia del remo

Claro, en esa época no vislumbraba la exitosa carrera que le significaría ser parte viva de la historia del remo nacional. Sus 12 títulos sudamericanos lo avalan, en un camino que para él tiene un podio de grandes alegrías.

“Sin duda todo parte con mi primer oro sudamericano, en 2008 cuando recién tenía 17 años. Otro gran momento fue mi clasificación a los Juegos Olímpicos de Río 2016, eso fue realmente maravilloso. Y también cuando salí campeón panamericano en Lima 2019. Creo que cerraría con la vez que salí tercero del mundo en Lucerna, Suiza, en el bote Single Peso Ligero. Y la sumatoria es que, hasta la fecha, he sido 12 veces campeón sudamericano”, resalta.

También guarda momentos de los otros, como cuando a los 21 años debió dejar su casa para radicarse en Valdivia, con el fin de ganarse un lugar en el equipo nacional, en una época en que la selección chilena era prácticamente privativa para los remeros que no eran de esa ciudad. Sin embargo, dice que se arrepiente de pocas cosas, por ahí, de no haber sacado una carrera antes. Hoy estudia Kinesiología en la USS, casa de estudios a la que agradece.

“En ese entonces los técnicos no te incentivaban a estudiar, les daba lo mismo lo que hacías fuera del bote. No los responsabilizo a ellos en todo caso, finalmente la culpa fue mía, pero todo cambió con Bienvenido Front, que implementó el sistema de que no solo vas a remar a la selección, sino que también a estudiar, no existen los ‘vagos’. Actualmente me restan dos años para ser kinesiólogo y debo decir que la USS se ha portado un siete, una universidad que me abrió sus puertas de par en par, estoy agradecido infinitamente desde los profesores hasta los directores de carrera; increíble la USS y su gente”, dice.

Hoy Cárdenas se muestra satisfecho con todo lo hecho, y reconoce que no se ve en otra vida diferente. “El remo es lo mejor que me ha pasado para crecer como persona, lo que soy es gracias a este deporte. Antes de remar era el típico niño gordito al que le hacían bullying en el colegio, casi sin amigos. Y el remo me demostró que había más gente, y buena, con valores. Conozco gente de distintas regiones desde que estoy en la selección. No puedo estar sino contento porque mis padres me hicieron elegir el remo, no me veo en otra cosa”, asegura.

“Todavía queda colágeno”

Felipe Cárdenas se reconoce complacido de ser parte de la generación dorada del remo chileno, la que ha cosechado los mayores logros en la especialidad.

“Me siento muy orgulloso de haber estado en botes que hicieron historia. La otra vez ‘Bienve’ (Bienvenido Front) me mostró fotos de cuando ganamos el Cuatro Sin Peso Libre en el Sudamericano de Río 2013, la primera vez que un bote chileno ganaba en ese bote a nivel sudamericano. Después, en 2021, salí tercero del mundo, y tampoco nunca antes un singlista chileno había estado en un podio mundial. Antes era uno del montón, un niño gordito que no resaltaba en nada, pero el deporte me permitió ser alguien, ese es un ejemplo para los más chicos”, comenta.

Es por eso que Cárdenas siente que todavía le queda por aportar al remo nacional, por lo que aun no baraja la opción del retiro. “Tenía planeado retirarme en 2016, después de los Juegos Olímpicos de Río, porque sentí que ya había competido en todo lo que un deportista puede competir. Tenía pensado estudiar, pero después me di cuenta que no hay que ponerse una fecha, que tienes que ir año a año y hacer una auto evaluación. Si sigues disfrutando del proceso, de la competencia, hay que aprovecharlo; cuando tu cuerpo diga lo contrario, será la señal para decir adiós”, señala.

“Siento que todavía puedo aportar, que me quedan cartuchos para disparar. Ahora viene un Sudamericano y vamos por él, todavía me queda cabeza, todavía tengo colágeno, y tengo que aprovecharlo”, añade, aun cuando también es realista en cuanto a sus metas.

“En 2021 salí tercero del mundo, y antes de eso pensé que me iba a morir sin poder subirme a un podio mundial, así es que cuando bajé del bote lloré, porque lo veía muy lejano. Pero soy realista, podría decir me gustaría sacar una medalla olímpica, que ese es mi sueño, pero siendo sensato, no creo que hoy pueda sacar una medalla de este tipo”, reconoce.

Sobre su futuro una vez que cuelgue los remos, el penquista dice tenerlo relativamente claro. “Me gustaría ejercer como kinesiólogo de rehabilitación en hospitales, pero si se me da la posibilidad en el ámbito deportivo, tampoco lo rechazaré. Eso sí, no tengo madera de entrenador o para trabajar con niños. A veces en mi club CDE Inger Química ayudo a los chicos, pero solo a los más avanzados, con quienes incluso salgo a remar. Pero siento que no tengo la paciencia para tratar con niños más chicos”, afirma.

Por el momento, Felipe Cárdenas vive el día a día, disfrutando lo que más puede la pasión que todavía le recorre las venas. Y dice que está feliz, porque aportó su cuota a un deporte que según su mirada, solo tiene espacio para seguir creciendo en nuestro país.

“Le veo un futuro grande, no creo que vaya a entrar en una época de descenso. Por el contrario, me lo imagino en un gráfico subiendo año tras año. Ya demostró que cuando tiene un resultado internacional, al año siguiente lo supera, y así es ciclo a ciclo. Por la generación que viene atrás, por la metodología que está planteando el nuevo head coach nacional, estoy seguro que el remo lo tiene todo para seguir subiendo”, sentencia.

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