Pasó por el Colegio Concepción, entrenó en el CDA y se sobrepuso a graves problemas físicos para torcerle la mano al destino y ganarse un lugar entre los mejores. Iñaki Gutiérrez vive el básquetbol como pocos y asegura que “este deporte es un motor de vida para mí”.
Más resiliencia, imposible. Iñaki Gutiérrez es un ejemplo de superación que vive el deporte como pocos. Ya egresó de cuarto medio del Colegio Concepción y adaptó el básquetbol como un estilo de vida.
Iñaki fue distinguido a fines del año pasado como deportista destacado. Y vaya que tiene méritos para ello. Es base, arrancó a los 12 años a jugar, pero sólo un año después abandonó la disciplina. No fue por gusto, lamentablemente. “Tuve más lesiones que viajes desde chico. Tuve un problema de cartílago en la rodilla, además de un doble esguince del tendón rotuliano en las dos piernas. Y cuando volví de esas dos lesiones, me partí la tibia en un partido”, dice. Sí, así de duro.
Iñaki agrega que “no lo pasé tan mal, fue una buena experiencia de crecimiento personal. Rompiéndome la pierna me recuperé de la tendinitis rotuliana, no sé porqué. Todo me pasó jugando básquet. Así partí. Entre todas las lesiones, fueron como tres años sin deporte”.
En lo poco que alcanzó a competir antes de lamentar tales lesiones, el estudiante-deportista recuerda que “en mi colegio había un equipo femenino muy fuerte y destacado con varias niñas muy buenas. Me alentó ver que tenían mucho talento y me metí. Empecé a entrenar con las mujeres y después me metí a hombres. Luego, con el tiempo, me fui a jugar al Alemán. Aprendí viendo. Siempre me quedaba mirando al resto entrenar”.
Largos años sin competir fueron tomados de inusual forma para Iñaki. En vez de bajonearse, escogió otra manera de ver las cosas. “Claro, costó reintegrarme y fue muy difícil desde lo físico, pero mentalmente fue lo mejor que me pudo haber pasado. Me sirvió porque era un reto y necesitaba uno para seguir luchando. Sobre todo post cuarentena. Quería algo que me motivara. Después de las lesiones, fui empezando de cero. Lógico tuve una merma en el rendimiento, pero he ido luchando e intentando volver a ser el de antes”, cuenta.
Tiene referentes atípicos, pero no por ello menos valiosos. Iñaki destaca a “Laura Pérez. Fue la primera que tuve en ese ítem. Me da vergüenza decirlo, pero también hay varios que eran de mi colegio y compañeros de equipo externos. He competido en fútbol, natación, vóleibol y todo lo que se pueda ocurrir. Hockey igual. Pero el básquetbol me motivó más porque había gente buena con quien competir. Quería medirme con gente de gran potencial, eso es lo que me incentivó”.
Vive el básquet como pocos y no duda en asegurar que “para mi este deporte es un motor de vida y la razón por la cual seguí adelante”.