Se repetía la final de 2022 en el Campeonato Nacional Universitario de Vóleibol que, esta vez, tuvo como sede la Universidad Católica del Norte, en Antofagasta.
Frente a frente, los mismos actores del año pasado: la Universidad de Concepción y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, hoy por hoy los máximos exponentes de la disciplina a este nivel.
Por un lado, los porteños con ansias de una revancha que prepararon durante toda la temporada. Por el otro, el Campanil, equipo sereno, confiado en sus capacidades y con la fe intacta de sumar el ‘bi’. La mesa estaba servida para un partidazo.
Y eso fue lo que aconteció en el gimnasio Luis Bisquert Susarte de la UCN que, con lleno total, fue escenario de un disputado encuentro donde la estrategia, la técnica individual y la mentalidad, fueron elementos que terminaron inclinando la balanza.
Partió firme el sexteto penquista, que con un 12-9 y 18-15 puso las máximas diferencias en el set inicial, exhibiendo una defensa tan implacable como los remaches de Pizarro y Ruiz, sumados a la inteligencia habitual de Acevedo. 25-19 ganó la UdeC ese parcial.
En el segundo set, la tónica se mantuvo, ambos equipos fueron punto a punto y la lucha en las alturas era digna de la fuerza aérea. Pero otra vez la UdeC estuvo más precisa en los puntos importantes y quedó en un cómodo 20-16. Tras tiempo muerto, la Pucv descontó hasta ponerse 21-19, pero Vicente Ruiz se prendió en ataque y encaminó el 25-22. Otro set auricielo.
El comienzo del tercer set fue otro cuento. Los de Valparaíso demostraron su fortaleza y rápidamente pasaron arriba 5-1 y 6-3. Pero el Campanil supo reaccionar a tiempo y, antes que las cosas empeoraran, emprendió la remontada igualando 11-11 primero y 14-14 después. Méndez puso la primera ventaja en el 16-15 y Menéndez aportó lo suyo para el 19-17. La meta estaba ahí, al alcance de la mano, y aunque las cosas se emparejaron 20-20, la sangre fría estuvo del lado penquista, que acabó abrochando la victoria por 25-20 y un título que vale por dos: el bicampeonato.
Una de las figuras auricielo fue Eric Acevedo, elegido mejor opuesto del torneo, y quien se mostró feliz con el título. “Es emocionante porque venía saliendo de una lesión que me tuvo casi cinco meses fuera de la cancha. Antes de eso, perdimos a un compañero, Joaquín (Herrera), la dedicatoria es para él, esto lo hicimos por él, siempre lo tenemos presente, somos 18 pero hoy (ayer) éramos 19”, comentó emocionado.
Por su parte, Benjamín Ruiz, expresó que, “tengo mucha felicidad. Estuve con una molestia en la rodilla, me cuidaron en el torneo y por suerte entré ahora y pude jugar todo el partido. Satisfecho de que el trabajo valga la pena, nos matamos trabajando varios días a la semana todo el año, y aquí se reflejó”.
Palabras compartidas por Andrés Pizarro, premiado como el mejor armador del campeonato. “Este partido muestra el entrenamiento de todo este tiempo, un proceso de años. El equipo está demasiado acoplado, somos un plantel grande y estamos ansiosos porque se vienen nuevos desafíos; el hambre no se termina”, manifestó.
Finalmente, el técnico Juan Ignacio Armoa, también destacó la corona. “Hemos tenido muchísimas complicaciones este año y las supimos sobrellevar muy unidos. Creo que eso se vio en cada punto, en cada pelota, donde mostramos que quisimos siempre ir por la victoria, y eso me enorgullece. Es tan grandioso haber conseguido un bicampeonato, habla tanto del trabajo hecho, que no hay mejor futuro que este presente. Esperamos que haya quedado demostrado que la UdeC es la mejor”, cerró.
Tras caer en el clásico ante la UdeC en semifinales, el equipo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción se dio a la tarea de defender el tercer puesto obtenido el año pasado, enfrentando en el partido definitorio a la Universidad de Santiago.
Un disputando encuentro, que estuvo para ambos lados, pero que finalmente se definió en favor del representante penquista por 3 sets a 2. Bronce por segundo año consecutivo.