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De repartidor y levantar toldos a ser MVP de finales

Carlos Milano ha vivido de todo en la UdeC, donde fue “cortado” varias veces, pero la paciencia y trabajo tuvo sus frutos. A los 37 años se tituló campeón y mejor jugador.

Por: Paulo Inostroza 18 de Julio 2023
Fotografía: Isidoro Valenzuela

“Me he tenido que mascar las verdes muchas veces, pero el trabajo y paciencia me tienen aquí. Por eso este título me emociona tanto”. Carlos Milano es un guerrero. El venezolano llegó por primera vez al básquetbol UdeC el 2017, desde Caracas, y ya es parte de su historia. Este fin de semana fue figura del tricampeonato de la LNB y sumó su segundo MVP en finales.

El hombre fuerte en el equipo de Cipriano Núñez afirmó que “este campeonato es la consolidación de un grupo más que de compañeros, de hermanos. Disfruté mucho este año. Hasta cuando estuve un mes lesionado fui siempre a verlos, a apoyarlos y a comunicarles lo que veía desde fuera. Tratar de ayudar”.

Un grupo bien variopinto, donde destaca que “están Evandro (Arteaga) y Lalo (Marechal) con una experiencia y nivel tremendo. Grandes personas. Diego (Silva), Luzcando y los extranjeros, que son excepcionales, y por otro lado jóvenes como Carrasco y Rubio que han tenido un desarrollo impresionante. Pocos jugadores tienen ese roce y madurez a su edad”.

Y de alguna forma, siempre termina jugando Milano. Incluso, como titular desde el tercer juego. “Ni yo mismo me lo creo, pero siempre pasa que termino con muchos minutos y me toca hacer cosas en momentos importantes. Esto es trabajo, no es suerte. Es enfocarte en lo tuyo, dar todo cuando te toca”.

Es un tipo muy querido, pero no como rival bajo el aro. Un duro. Milano cuenta que “en la cancha me concentro y soy competitivo. Voy al mil, pero nunca tratando de hacer daño al otro. Ahora, fuera de la cancha, soy hablador, bueno para conversar y chalequear, como decimos en Venezuela, que es molestar al otro sanamente. Respeto a todos y valoro mucho la lealtad entre compañeros”.

Pero en momentos de victoria recuerda perfectamente los obstáculos, los días difíciles. “Estando en la universidad a veces me llamaban para jugar dos o tres partidos y después ya no más. Llegaba otro y yo esperaba mi momento, pero con la cabeza clara. Fui repartidor y hasta levantaba los toldos en el fútbol de la UdeC para vender las camisetas. Hice de todo y estoy orgulloso. La constancia y perseverancia me enseñó mucho”.

Vive en Concepción con su señora y su hija, pero con la llegada de más venezolanos a la zona se ha ganado algunos hinchas extra y la UdeC también. Milano apunta que “allá juegas béisbol o básquetbol. Yo he hecho ambas cosas. Muchos quieren ver a sus hijos jugar algún día y siento que los represento, siempre trato de poner a mi país en lo más alto y este título también es para ellos y la gente que nos sigue siempre”.

Así es el héroe silencioso de esta UdeC llena de figuras. Un tipo amable y querido que piensa más en el equipo que en él. Y va por más.

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