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El corazón le dijo que tome la paleta

Ignacio Sepúlveda cumplió 18 años, estudia en el colegio San Cristóbal y en poco más de cuatro años se ha convertido en figura del tenis de mesa local. Sueña con entrar a la UdeC, representar a Chile y cuenta los secretos de este deporte.

Por: Paulo Inostroza 26 de Junio 2023
Fotografía: Cedida

Hay quienes empiezan en una disciplina desde chicos, pero no es su caso. Otros siguen una tradición familiar, pero tampoco es el suyo. A los 13 años Ignacio Sepúlveda ni se imaginaba con una paleta en la mano, pero las cosas se dan por algo y hoy es una figura de gran proyección en el tenis de mesa. Es de Talcahuano, pero por diversos motivos representa a Maule. El “Nacho” se abre paso.

Como muchos niños empezó practicando fútbol con los chicos del barrio y los del curso, pero algo pasó. “En ese momento me detectaron un problema al corazón, un soplo. El doctor me recomendó dejarlo mientras me recuperaba y ya se me pasó al cien por ciento, pero después me empezaron a gustar otras cosas. Me di cuenta que lo mío iba más por el deporte individual. Tiene algo especial”.

De la nada, se vio tirando remaches frente a una mesa, en el patio del colegio. “Partí con esto recién el 2019 y fue bien de casualidad. Jugaba en los recreos, el colegio tenía un lugar para eso y me defendía bien. Ahí me vio el profe Carlos Rivas y me llevó a mi primer campeonato. Me gustó y, además, siento que nunca me costó. Se me daba muy natural. A los dos o tres meses ya estaba ganando partidos de campeonato”.

¿Y qué fue lo que lo atrapó de esta disciplina? Ignacio asegura que “me gusta que todo lo que pase en un partido o un torneo pase solo por mí mismo. Si gano es porque me esforcé lo suficiente, trabajé, supe leer lo que pasaba. Y si pierdo también es porque algo hice mal o simplemente hay cosas que debo mejorar. De a poco uno va aprendiendo a tomarse las cosas de esa forma”.

Maule y los kilos de más

Sobre las características que debe tener un buen tenimesista, destaca que “acá se necesita mucha disciplina y constancia. Tienes que ir mejorando día a día, practicar, nada es de un día para otro. También es un juego muy mental, donde tienes que reponerte a algunas situaciones y creer siempre en ti mismo. También hay rivales que intentan sacarte del partido. Yo también trato de hacerlo… Gritar un punto y esas cosas”.

Y definiendo su estilo de juego, no titubea en afirmar que “soy cien por ciento ofensivo, de ataque, y tengo claro que el derecho es mi mejor golpe”.

Actualmente, entrena también por Huachipato y recuerda que “mi primer torneo lo gané con el club, jugando dobles. Fue en octubre de 2019 y ahí empecé a agarrar nivel. En febrero, antes de la pandemia, me estaba posicionando bien, pero se paró todo. Ese tiempo fue malo, no tenía con quién entrenar y subí como veinte kilos. Lo bueno es que al volver me di cuenta que no había bajado mi ritmo de juego, pero sí tenía que bajar de peso y mejorar lo físico. El tenis de mesa también te hace moverte harto, se siente en las piernas”.

Y logró llegar a su peso en dos meses. Es entrenado por Mauricio Bernales y representa a Maule. ¿Por qué? Ignacio explica que “acá no hay clubes federados y no veo que estemos muy consolidados en la disciplina. Con Maule jugué los Binacionales en Argentina y fuimos campeones por equipo. Ahí nos tocó con Mendoza, San Juan y otras ciudades. El nivel es alto, pero me di cuenta que no estoy tan lejos”.

Por eso se pone metas altas y sueña con tocar el cielo. “No me va tan bien en el colegio, pero me gustaría estudiar en la UdeC y seguir jugando. Puede ser Ingeniería Civil Electrónica. De ahí me gustaría pegar el salto a la selección chilena. Suena como algo muy grande, pero se puede. Creo que le toco los tobillos a los que están ahí y lo demás es práctica y creer que se puede”.

Deja de hablar y vuelve al entrenamiento. Afuera está lloviendo, pero le da lo mismo. Su mirada está en la red, su mano forma un puño y su mundo se hace pequeñito. Del porte de una mesa, pero una que puede alargarse hasta donde él quiera.

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