Con apenas 9 años de edad, el alumno de cuarto básico del Colegio Salesianos de Concepción promete en grande. De familia ligada al fútbol, incluyendo un tío abuelo que jugó en Magallanes, el pequeño vive, sueña y respira la redonda pasión. Hoy está a punto de estrenarse en el circuito escolar, aunque sus pies ya saben de glorias en el fútbol amateur y otros cuatro clubes en los cuales milita. Juega partidos todos los días, menos los lunes, y dice que si pudiera jugaría más. Y sueña, sobre todo sueña.
“Te he mirado jugar fútbol, y existe una sonrisa en tu rostro. Tu carita se ilumina cuando rueda un balón, y sé que para ti el mundo es otro. Un mundo de alegría, ilusiones y color”. (“Alma de fútbol”, Andrea García).
Esta es una historia sencilla, como sus orígenes, una historia corta, igual que su vida, pero una historia llena de pasión, protagonizada por un niño que sueña a lo grande. Tomás Yantén Valenzuela es su nombre, tiene 9 años, y un devenir que solo el destino sabe dónde lo llevará.
Su padre es un muy buen jugador de fútbol amateur, lo mismo que su abuelo, en sus tiempos mozos. Aunque fue su tío abuelo quién logró romper la barrera del amateurismo, para convertirse en un fiero central de Magallanes a fines de la década de 1960, inicio de los ‘70. Mismo camino que espera transitar él, que a sus cortísimos años tiene definido lo que quiere de su futuro: ser futbolista profesional.
Su aventura partió hace poco más de un año, cuando su padre lo llevó a un taller dirigido por el histórico capitán de Fernández Vial, Roberto ‘Zorro’ Muñoz, en Collao. Ahí pisó por primera vez una cancha, aunque desde un inicio demostró que era ya todo un experto. Y es que claro, la pelota de fútbol nunca faltó en las navidades o cumpleaños, y tanto su padre como su abuelo se encargaron de formarlo con el balón en sus pies. Una velocidad poco común para su edad, completaría su sello que pasearía por varios escenarios.
Porque de ahí no paró más. Muñoz, que algo sabe de esto, le dijo a su familia que el niño era ‘especial’, con condiciones innatas. Así es que rápidamente pasó a Deportes Concepción, donde empezó a empaparse del fútbol de barrio. Posteriormente se unió al Callejeros FC, donde comenzó a lucirse como mediocampista y volante por la izquierda en diferentes campeonatos, levantando varios títulos.
En paralelo se fue al Club Victoria, de Hualpén, donde se erigió como uno de los goleadores del equipo. Mientras que este año, ingresó a las filas de la Universidad de Concepción y al Club Córdoba, donde hace la previa para pasar a Talento Albo, institución que hace rato le sigue los pasos.
Sí, son muchos clubes, pero es que es tanto lo que este pequeño brilla con el balón, que todos lo quieren, y él se deja querer.
Alumno de cuarto básico del Colegio Salesiano de Concepción, Tomás se alista para debutar en el torneo escolar Adicpa, luego que recientemente fuera llamado a integrar la selección, donde de inmediato se ganó el apodo de ‘Guaguita’.
Ya tuvo un primer apronte, en el partido preparatorio que su colegio le ganó al Wessex School, por 2-0, con él como una de las figuras. Y ahora cuenta los días para su debut por los puntos.
“Tenemos un equipo muy bueno, todos juegan harto y ojalá nos vaya bien. Hay que ser campeones”, avisa desde ya.
Hoy, además del Salesiano, Tomás también defiende las camisetas de Callejeros FC, UdeC y Córdoba, juega partidos todos los días excepto los lunes -siempre lo acompaña su mamá Isidora-, y dice que si pudiera jugaría más ¿El motivo? Lo explica en sus propias palabras. “Es que el fútbol es lo que más me hace feliz, cuando hago un gol siento una alegría tan grande que no quiero nada más. Podría estar siempre en una cancha”, dice.
Por eso es que Tomás sueña, fantasea y se ilusiona con un futuro de gloria en el fútbol. “Me gustaría jugar en River Plate, es que en Argentina están acostumbrados a ganar cosas, y yo quiero ser campeón de la Libertadores”, dice. De ahí a Europa y, por supuesto, a la ‘Roja’, donde quiere seguir la huella de un histórico tocopillano. “Quiero ser como Alexis Sánchez, me gusta como juega, yo trato de ser igual”, reconoce.
¿Por qué no? Basta con verlo en la cancha y ser testigo de cómo gana la banda con su pique inalcanzable, pelota pegada al pie, mirada fija en el área y el aura de gol que solo tienen los grandes. El tiempo lo dirá, mientras tanto, que Tomás siga con su carita iluminada siempre que ruede un balón