Tiene 24 años y llegó al taekwondo en búsqueda de hacer alguna actividad física mientras estudia ingeniería en la Universidad Federico Santa María. Constanza Sanhueza no sabía que ese deporte marcaría un antes y un después en su vida. Hoy entrena en cada lugar que puede, dio el paso para competir a nivel universitario y quiere ser cinturón negro.
Por Christopher Cortez
“Con una compañera empezamos a buscar qué deporte había en la universidad y nos llamó la atención ese porque nunca lo habíamos practicado”, cuenta Constanza Sanhueza sobre su llegada al taekwondo.
“Dijimos ‘ya, metámonos a ver qué onda’. Nos gustó y nos quedamos”, añade con una sonrisa sobre el efecto que generó la disciplina en su persona.
Mientras estudiaba en la enseñanza media, hizo atletismo durante un tiempo, pero eso no prosperó. ¿Por qué se quedó en el taekwondo? La estudiante de segundo año de Ingeniería en ejecución de control y gestión ambiental cuenta que fue clave la maestra Viviana De La Rosa.
“Es súper empática y te hace sentir confianza. Nosotras entramos sin saber nada, pero ella nos enseñó todo de a poco, sin presiones. Si queríamos competir, lo podíamos hacer, sino no”.
De hecho, su profesora tiene una academia en San Pedro de La Paz, TaeGym, y hace clases en Universidad de Concepción, donde les abrió las puertas para complementar los tres entrenamientos semanales que tienen en la universidad.
Y eso la motivó aún más, sobre todo con su primer año de universidad luego de la pandemia. “Llevábamos mucho tiempo encerrados y pude conocer personas nuevas. Yo creo que haber iniciado también un deporte me ayudó en la disciplina, aporta a tu salud física y mental, te distrae”, valora.
Explica que estudia vespertino, vive en San Pedro de La Paz y, aprovechando sus mañanas libres, acudía a entrenar. “Cuando tenía otros tiempos libres iba también a la UdeC. Siempre me ha gustado hacer ejercicios pero quería estar en un deporte de manera seria”.
Todo esto la llevó a dar el gran paso, que no es fácil para todos los deportistas – estudiantes, y compitió junto al equipo de la USM en el campeonato regional de 2022.
“Entrené muchos meses y a fin de año tuve la competencia. Siento que he mejorado mucho no solo en lo que es este deporte, sino por ejemplo en mi estado físico, flexibilidad, etc. A fin de año notaba los cambios de todo ese proceso”, cuenta.
Añade que el medirse frente a rivales de otras casas de estudio la tenía “nerviosa porque nunca había competido. No sabía cómo iba a ser, cómo iba a reaccionar. Después empecé a conocer a mi contrincante y supe que también era su primera vez, así que sentí confianza en que estábamos en la misma sintonía”.
Su meta es grande. Actualmente es cinturón amarillo y sueña con llegar al negro. Eso sí, señala que va “paso a paso, aprendiendo del proceso sin presiones”.
En torno a eso, indica que a sus padres “les gusta lo que hago. Al principio no conocían muy bien este deporte, tenían susto de que me pasara algo, pero después les expliqué y entendieron”.
Con seguridad, Constanza cree que el taekwondo la seguirá acompañando durante sus años de estudios académicos. Incluso, no quiere abandonarlo cuando se transforme en ingeniera.
“A pesar de ser un deporte individual, igual está detrás un grupo. Te sientes apoyado y acompañado por tus compañeros”, cierra.