Lucas Barraza tiene 14 años y pocos entrenando en America Junior College, pero se acostumbró a codearse con estudiantes-deportistas mayores que él. Ya tiene el roce necesario y las experiencias a nivel regional y nacional que lo ilusionan, incluso, con “vivir de esto”.
Vive, se mueve y sueña en Coronel. Desde la cuenca del carbón, al sur del río Biobío, Lucas Barraza toma el balón bien firme y avanza a zancadas largas rumbo a los aros más importantes del país.
Pero todo tiene un comienzo. Con 14 años, cuenta que entrena desde los 10 u 11 en el Club American Junior (AJC) de su comuna. Sin embargo, antes fue su padre el que se transformó en el responsable de que le picara el “bichito” del cesto.
“Siempre mi papá me hizo jugar al básquetbol y siempre me gustó. También he practicado fútbol, ciclismo y karate, pero actualmente no entreno nada más. Recreativamente, a veces, juego a la pelota”, dice.
¿Por qué se decidió por esa disciplina? “Es algo que me encanta, cuando juego me siento cómodo, a gusto. Es como una terapia: libero todas mis tensiones”.
Un compañero de curso lo llevó y en AJC encontró su lugar, ganando grandes chances deportivas para demostrar su talento. “El American Junior es bueno, en general me han dado hartas oportunidades, como lo fue estar en la preselección Biobío o nacionales escolares. Estoy muy a gusto con el club”, explica.
En ese contexto, tiene palabras para su entrenador y demuestra a su vez lucidez acerca de quienes también se desarrollan en su entorno. Señala que “el profe Jimmy (Bastías) tiene buena conducción y muy buena escuela. Ha forjado varias exponentes buenas que están en selecciones chilenas como Constanza Aravena o Francisca Rocha”.
Para él, sus grandes logros fueron “cuando tenía 13 años, jugué por la sub 15 y salimos terceros en Liga Biobío antes que fuera federada. También saqué un tercer puesto en un Nacional en La Ligua y me llevaron como refuerzo para jugar el Nacional Escolar con el Colegio Etchegoyen, donde quedamos terceros hace poco”.
Estudia en el Colegio Amanecer de Coronel, pasó a segundo medio y debe lidiar con el manejo de sus tiempos en el día a día. En eso, es sincero: “No te voy a mentir. Me ha sido difícil porque en el colegio no me dan mucha libertad en cuanto al deporte, pero lo he sabido sobrellevar”.
Si el deporte le apasiona, él se la juega. Se hace los tiempos necesarios para, por lo general, entrenar lunes, martes y viernes. Y no es para menos. Lucas está motivadísimo porque practica con la categoría de 15 años y también la de 17. No es fácil competir con jóvenes más grandes, pero con determinación manifiesta que “desde chico he estado forjándome como compañero con los chiquillos. El nivel es diferente, pero lo he sabido sobrellevar bien”.
Pilar clave, como para casi todo en la vida, la familia. Con muchas ganas, y como si tuviera ganas de decirlo hace rato, Lucas Barraza indica que siempre lo apoyan sus papás, tíos y amigos. “Todo mi círculo siempre ha sido muy cercano, acogedor y apañador en torno al basket”, agradece.
A pesar de no tener claro qué hará al terminar la enseñanza media, sabe que la actividad física debe mantenerse en su vida para siempre. “Tengo ideas, como por ejemplo estudiar psicología deportiva u otra cosa, pero siempre alguna carrera ligada al deporte y mantener el básquetbol en paralelo”. De hecho, cierra apuntando alto por “lograr una beca deportiva y, si se puede, vivir de esto”.