El 2022 tuvo la mayor normalidad deportiva desde el inicio de la pandemia. Biobío no fue la excepción y se nutrió del retorno masivo de estudiantes universitarios a clases presenciales. Encargados locales realizaron un balance y proyectaron el 2023.
Como reza la frase cliché, es época de hacer balances, y el deporte no puede quedar fuera de ello cuando, desde todos sus niveles, luchan por retomar la normalidad que se perdió en un ya lejano 2019. Con estallido social y crisis sanitaria, recién este 2022 parece haber regresado todo. ¿En un 100%? Aún no, ya que el tiempo sin actividad dejó consecuencias en diversos ámbitos.
En lo físico, se generó una merma producto de la inactividad. Sobre el aspecto logístico, muchas veces hubo descoordinaciones para conseguir lugares de entrenamiento o centros para la competencia misma, así como también faltaron personas para completar o dirigir equipos. La economía, por supuesto, no dejó de generar dificultades.
Con todo, la organización regional logró sacar adelante diversas competencias tanto internas como externas, así como también llevar equipos a lo más alto de campeonatos nacionales en varias disciplinas.
El atletismo, el rugby, el fútbol, el tenis de mesa y muchos otros deportes debieron adaptar tanto calendario como modalidades, afrontando así las ganas del retorno bajo el contexto en que cada una se encontraba. Escasez de sedes disponibles por detalles estructurales, falta de equipos por responsabilidades académicas del alumnado, profesores no disponibles o topes de fechas con otros eventos, fueron algunas piedras en el camino.
“Como esto se reactivó, las actividades no siempre eran las mismas porque había que ver el tipo de estudiante que llegaba, si enganchaba con las disciplinas que había y si se lograba conformar un equipo. Otro aspecto tiene que ver con las programaciones de las actividades, ya que cada institución tenía semanas de receso en distintas fechas. Se sumó también que hubo nacionales de Fenaude, por lo tanto, había semanas en que algunos deportes de ciertas casas de estudio salían a competir y debimos reprogramar. En ese ámbito, considerar también la disponibilidad de recintos deportivos, porque algunas instituciones los tenían en reparación o también hay universidades que no tienen propios y debían adecuarse”, cuenta Camilo Aguayo, presidente de Adesup.
“Uno pensaba que regresando los estudiantes, volvían las actividades normales, pero no es tan así, ya que en dos años de ausencia se resienten mucho las posibilidades y las conductas de ellos. Hubo muchos estudiantes que egresaron y otros nuevos que nunca habían vivido la universidad y ya estaban en segundo o tercer año. En cuanto a lo competitivo, costó un poco el armado de los distintos equipos. Comenzar a ‘echar a andar eso’ es difícil y el trabajo de los profesores fue fundamental”, comenta Víctor Méndez, quien se desempeña como director de Deportes UdeC.
“No todas las instituciones contaban con recursos apropiados para programar sus actividades como regularmente lo hacían. Los presupuestos que fueron asignados, no eran los que siempre estaban entregados. Por lo tanto, cada institución veía en que participaba y en qué no”, indica Aguayo.
Si bien existió una inversión del Ministerio del Deporte a través del Instituto Nacional de Deportes, que consistió en 34 millones de pesos, en la Región del Biobío tomó protagonismo la Agrupación Deportiva de la Educación Superior (Adesup), quien trabajó en conjunto con la Federación Nacional Universitaria de Deportes (Fenaude) para llevar a cabo la tarea.
“Fue importante que en ese mismo contexto, tanto Fenaude como Adesup -en Concepción– fueron trabajando considerando esos factores y viendo que este año de transición lo relevante era volver a jugar, más que los resultados”, dice Méndez.
Y agrega, “la plataforma Ligas Deportivas de Educación Superior (Ldes) tiene financiamiento a través del Ind, el cual este año redujo su aporte considerablemente y solamente cubrió las etapas regionales en algunas disciplinas, además de no haber finales nacionales ni competiciones internacionales, situación que fue absorbida por Fenaude. De igual manera se realizaron 32 finales nacionales universitarias, con el financiamiento propio de las instituciones. Esto lo destaco porque pensamos que no podemos estar dependiendo de que un año nos aprueben los presupuestos y otros no. Los estudiantes necesitan estabilidad en los procesos deportivos”.
No era fácil la labor. Tanto organizadores como instituciones y, por supuesto, deportistas y profesores, realizaron una faena que deja la vara alta para una ilusionante próxima temporada.
Andrea Saldaña, seremi del Deporte, concuerda en que, “al igual que lo ocurrido con los Juegos Deportivos Escolares y los Juegos Binacionales de La Araucanía, creemos que lo más importante acá es que, tras dos años muy complejos producto de la crisis sanitaria, se pudo retomar la competencia de las LDES con mayor normalidad, sobre todo en los deportes colectivos. Estos años sin actividad deportiva provocaron un impacto en los deportistas de los establecimientos de educación superior y equipos en general, pero se pudo rearmar la competencia a través de la mesa regional y finalizar con emocionantes finales regionales a las que pudimos asistir en algunas disciplinas”.
El director de Deportes UdeC plantea que a nivel de selecciones, “pudimos volver a competir y tuvimos bastantes buenos resultados: fuimos campeones en nacional de voleibol, tuvimos buenas actuaciones en atletismo, en fin. En ese aspecto, pudimos volver a juntarnos y la conclusión es que los estudiantes están contentos”.
Acerca de lo interno, Méndez destaca que, “hemos tenido oferta y buena asistencia en talleres y cursos, lo mismo para interfacultades en torneos de fútbol, básquetbol o tenis. Esperamos el próximo año volver a ofertar lo que históricamente hemos hecho y que sea mucho más normal que este segundo semestre, desarrollando también áreas como la salud mental y prevención”.
Adesup, según sostiene Camilo Aguayo, tiene como primer paso hacer efectivo un cambio de directiva, luego de elecciones ya realizadas. “Hay un lineamiento de trabajo que se mantendrá con los nuevos directivos, pero también añadirán iniciativas propias. Después, como agrupación esperamos retomar con normalidad las distintas actividades y, ojalá, sumar disciplinas que tenemos”, manifiesta.
En ese sentido, suponen que habrá regularidad y no incertidumbre por el Covid. Además, esperan que instituciones que tenían infraestructura en reparación ya estén listas. Así, prontamente planificar el año deportivo a nivel organizacional. Si bien no hay fechas de inicio, término, ni muchas cosas con claridad absoluta, piensan retomar la cantidad y calidad de las actividades tal cual ocurría hasta antes del Estallido social.
Eso sí, el próximo año tendrá dos dificultades importantes: la restricción presupuestaria y el tope con los Juegos Panamericanos, por lo que seguramente habrá ajustes en el calendario universitario.
“La decisión universitaria en general es que sigamos con nuestros torneos y sistema de competencia de manera autónoma. Si en un momento determinado se suma el Instituto a través del programa Ldes, colocará sus recursos, pero la decisión es firme para continuar sin depender de otras cosas. Buscaremos las estrategias para hacer aquello viable”, cierra Víctor Méndez.