Fernanda Vilches pasó sus primeros años en Talca y hoy tiene su vida en Concepción. Más allá de ciudades, el agua siempre ha sido su hábitat natural. Ahora, cuenta y analiza lo que va mucho más allá de la natación.
Por Christopher Cortez Alarcón
Tiene 22 años y actualmente se luce en la zona cada vez que entra a una piscina. Sin embargo, su historia en el agua nace cuando era muy pequeña, específicamente a los 11 años de edad mientras estudiaba en el Colegio Montessori de Talca. Lo que la llevó a atreverse siendo tan joven no fue una tradición familiar o el impulso de un tercero, sino más bien una curiosidad casi infantil. “Existía el taller de natación de mi colegio, yo era chica y pensé: ‘Que entretenido nadar en invierno en una piscina calentita’”, ríe.
De ahí en más, vinieron cosas importantes. “Entré por casualidad a un buen equipo y a los seis meses estaba yendo a mi primer nacional, coincidió justo”, comenta. En ese contexto, participó de nacionales de invierno, verano, Copa Italia, Copa España y varios otros torneos de envergadura. Pero no solo representó al Montessori, sino que también estuvo en el Centro de Entrenamiento Regional de Talca.
Su carrera en la natación no ha sido típica. “Estaba entrenando mucho, practicaba 21 horas a la semana y me gustaba pero, a la vez, me aislé mucho: estudiaba y entrenaba demasiado, porque también mi colegio era súper exigente. Por todo eso me alejé de mis amigos y mi vida en general”, reflexiona. Así, tomó de manera madura la difícil decisión de ocupar su tiempo en retomar otras áreas de su vida.
“Pasé por un momento difícil de desmotivación, una especie de depresión deportiva”, profundiza. “Me salí a los 15 o 16. Extrañé harto, aunque de repente iba a nadar porque me llamaban a competir sin estar entrenando, y por suerte siempre mantuve mis tiempos. Mi año de oro fue el 2012 y nunca volví a tener una temporada así, pero siempre sostuve las buenas marcas”, destaca Fernanda.
Finalmente ocurrió lo inevitable: retornó a los entrenamientos de manera regular, dejando atrás el alejamiento tomado hace unos años. Tenía 18 años y aún mucho por entregar en todo ámbito. Además de lo netamente competitivo, esta disciplina acuática ha tomado una enorme relevancia en la construcción de relaciones.
“Mis amigos siempre han sido de la natación, también los pololos que he tenido han sido deportistas. Mi círculo siempre ha sido de esa área, más que del colegio o la universidad. Hay algo que nos une, entonces se siente una conexión distinta”, confiesa.
En lo familiar, manifiesta que hay gente clave que ha estado junto a ella en todo este camino. “Siempre ha estado pendiente mi abuelo. Desde que soy chica él ha sido súper importante; me ha acompañado a Santiago, cuando era pequeña se levantaba temprano, me iba a dejar, me alojaba en su casa y, hasta ahora, está siempre atento”, narra.
En la misma línea, apunta que “también han sido importantes mi papá, mi mamá, mis amigos y el círculo con el que estoy entrenando. Eso sí, con el paso del tiempo me he vuelto más independiente en ese sentido, he tenido varias competencias donde voy sola o con mis compañeros, no necesariamente con alguien que me vaya a ver. Son tantas competencias que no siempre se puede”.
Por otro lado, su vida también ha estado unida desde siempre con Concepción. Pese a vivir en Talca por largos años, viajaba frecuentemente a visitar a su padre, quien vivía acá. Al terminar sus estudios de enseñanza media, se trasladó completamente al Biobío, donde llegó a San Pedro de la Paz con el sueño de estudiar y continuar su desarrollo deportivo en compañía de su familia, justo cuando coincide a la vez un traslado de trabajo de su madre a la zona.
En la Universidad Andrés Bello, donde actualmente cursa quinto año de Obstetricia, encontró una enorme motivación y apoyo para crecer en la natación. “Acá tuve la suerte que tienen muy buenos polideportivos en todas sus sedes, es muy bacán. Tienen una piscina súper bella y muy buena infraestructura y equipos. Ahora debo ir a Santiago a una ceremonia de deportistas de la universidad y para ellos es primordial que yo esté ahí”, señala.
Asimismo, enfatiza en que “la ‘U’ se la juega harto porque para ellos son muy importantes los deportistas. De hecho, yo tengo beca deportiva y mucha otra gente también. Por lo mismo, varios de los mejores deportistas de Chile estudian en la Unab porque les dan las facilidades para estudiar y entrenar al mismo tiempo”. No obstante, esto último nunca ha sido impedimento para ella.
“En lo personal, mi colegio era súper exigente, entonces siempre estuve acostumbrada a un ritmo de estudio súper fuerte. Y el deporte ayuda mucho a organizarte con los tiempos, más que bajar las notas, con el deporte las subes. Como lo tengo de prioridad, intento aprovechar otros momentos para estudiar y después poder ir a nadar”, añade.
El cúmulo de experiencias que trae consigo, pese a su corta edad, hace que Francisca tenga claridad de la realidad penquista en torno a su deporte. “En Concepción no hay mucha natación. De hecho, casi la única piscina que hay está en mi universidad y, como es privada, no todo el mundo puede nadar ahí. No hay mucha cultura de esto, por así decirlo. En Talca o Santiago es otro mundo, entonces hay mucha más competencia”, considera.
Y agrega: “Se puede vivir del deporte pero es súper sacrificado. En su momento tuve la posibilidad de esforzarme un poco más y llegar a la selección o concentrados, pero las cosas se dan por algo. Es harta la exigencia y agradezco que haya sido así porque soy súper extremista con mis cosas y, cuando me obsesiono con algo, me obsesiono mucho y, es tan difícil, que es mejor decir ‘no’”.
Por eso, tiene claro que a futuro buscará desplegarse como profesional de la obstetricia y mantener el nado en paralelo. De hecho, sostiene el sueño de estudiar en el extranjero alguna especialidad en torno a su carrera, ojalá en una universidad donde sea posible ejercer la natación y representar dicha casa de estudios, similar a su actualidad en Unab.
Mientras piensa concretamente en aquel deseo, también recuerda que por lo que ha tenido oportunidad de conocer en el Biobío, se le ha cruzado por la mente la opción de formar un club, con el cual más deportistas como ella tengan acceso a competir en distintos lugares.
Hoy por hoy, entrena lunes, miércoles y viernes, complementariamente con el gimnasio al cual asiste cuatro veces a la semana para realizar otro tipo de ejercicios. “Antes era más, pero uno entiende que está en otra etapa de la vida y tiene que cumplir con otras cosas”, cierra.
Hace muy poco, en el polideportivo de la Universidad Andrés Bello, se robó todos los clicks fotográficos debido a su destacada participación a nivel universitario. Participaron DUOC, U. de Las Américas, U. de Concepción y la selección de la institución local, a la que representó con maestría ganando en 50 metros libres, 50 metros espalda, 50 metros mariposa, posta libre y posta combinada.