Es lógico que en grupos grandes no todos sean amigos, y existan diferencias incluso en planteles que ganan títulos con regularidad. ¿Qué tan relevante es este aspecto para desarrollar un buen trabajo y conseguir los objetivos trazados? ¿Es posible que existan conflictos o problemas entre algunos nombres y aun así lograr que eso “no entre a la cancha”? Voces de distintas épocas y áreas del deporte responden estas interrogantes.
Ricardo Cárcamo y Christopher Cortez
A inicios de la década del 2000, Los Angeles Lakers dominó buena parte de la NBA, en una hegemonía cimentada en dos figuras: Shaquille O’Neal y Kobe Bryant. Dos tipos que dentro de la cancha tenían un poderío tremendo, al punto de ser considerados uno de los mejores dúos en la historia de este deporte. Sin embargo, fuera del parquet no se llevaban bien y tuvieron conflictos que, incluso, casi terminaron en golpes.
A nivel nacional, sin dudas que dos de los mejores jugadores en la historia del fútbol chileno son Iván Zamorano y Marcelo Salas. Referentes absolutos de la selección que clasificó al Mundial de Francia 1998, dentro del campo se complementaban de gran forma, pero fuera de él su relación no era de las mejores.
Dos ejemplos de que, más allá de la convivencia interna, es posible ganar aunque se presenten este tipo de conflictos. ¿Qué tan relevante es este aspecto para desarrollar un buen trabajo y conseguir los objetivos trazados? ¿Es posible que existan problemas entre algunos nombres y aun así lograr que eso “no entre a la cancha” e influya en el rendimiento deportivo?
Raúl Umaña, entrenador de balonmano, comentó que “es súper relevante el tema de la convivencia grupal. Por ejemplo, a niveles muy conocidos como el fútbol, Colo Colo hace dos años atrás estaba peleando el descenso, jugando el último partido frente a la Universidad de Concepción en Talca y, al año siguiente, estaba peleando el campeonato con un plantel similar. En la medida en que se puedan fijar objetivos comunes y que sean adquiridos, siempre habrá buenos resultados. No necesariamente tiene que ver con ser campeones, sino con otras cosas como el compromiso, la constancia y otras cosas que ayudan a mejorar el rendimiento deportivo”.
Jorge Facchini, jefe de la rama de vóleibol del Deportivo Alemán, señaló que “la convivencia es muy importante a la hora de transformar un grupo en un equipo, para que esa sea la diferencia. Pero la estadía dentro y fuera de la cancha es otra cosa, no creo que necesariamente se tiene que convivir las 24 horas. ¿Probablemente eso asegura el éxito deportivo? Sí, claro, eso asegura un ambiente sano, metas claras porque hay empatía y se busca el bien común, donde las metas grupales están por encima de las metas individuales”.
Además, añadió que “creo que eso ayuda a una convivencia y eso seguro va a llevar al éxito. Eso sí, el éxito visto como la posibilidad de lograr la meta, no necesariamente tiene que ser un resultado compuesto, sino que tener la paz mental de saber que el grupo da lo máximo de lo que puede dar”.
Patricio Briones, exjugador de básquetbol y actual entrenador, afirmó que “la convivencia es fundamental a la hora de generar lazos de confianza, pero también para conocer algunos aspectos que a veces pasan desapercibidos en la competencia. Estos tienen que ver con entender cuáles son las aspiraciones individuales y grupales que los unen como equipo. Hay deportistas de alto rendimiento que sus aspiraciones, más que ganar competencias, son sentirse parte de un conglomerado sabiendo su rol”.
Además, indicó que “sin dudas, la construcción de un grupo exitoso depende mucho de un trabajo invisible que significa juntarse cada cierto tiempo, conocer la parte humana y social, incluso la intimidad de las personas con las que comparten camiseta. Es una comunicación intrínseca que raya en la mancomunión y va de la mano de cosas simples como una comida o una reunión fuera del área de la competencia. Justamente eso lo promueven eventos como el torneo de mayores que se está jugando en Concepción, donde nos conocemos prácticamente todos”.
En grupos grandes, sin dudas la figura del técnico es crucial para llevar de la mejor manera las relacionaes internas. Guillermo Jiménez, jefe técnico del club Murano Concepción de vóleibol, comentó que “primero, trato de ser muy claro con lo que quiero del grupo. Eso a los jugadores les da más claridad de lo que tienen que hacer. Eso sí, lo que siempre digo es que podemos ser los mejores o los peores, pero lo que no se tranza es el esfuerzo. No queremos deportistas perfectos, sino que esfuerzos perfectos, que todos den el máximo dentro de la cancha y en los entrenamientos. En base a eso, funcionamos en los proyectos que me ha tocado liderar. Hay harta conversación individual y colectiva porque liderar un grupo humano, independiente de la edad o el contexto, no es fácil. Si tienes 20 personas, son 20 personalidades distintas y 20 realidades distintas con las que uno debe tratar de trabajar bien”.
En esa línea, añadió que “el cuerpo técnico cumple roles distintos: por ejemplo, el preparador físico tiene una labor súper importante en lo que es el tema psicológico cuando no tienes psicólogo. Ir regulando las emociones del equipo también es importante y eso se hace con el cuerpo técnico y también los líderes. Hay líderes en lo deportivo y otros en lo humano, que son súper influyentes aunque a veces no sean titulares”.
Al respecto, Patricio Briones afirmó que “principalmente se debe identificar cuál es el rol que se tiene que cumplir. Cuando trabajamos con niños, por ejemplo, es importante que cada uno tiene un rol y no todos hacen lo mismo, buscando que todo tenga sentido. Así, uno siempre va a encontrar la respuesta y se adaptará rápido, porque muchas veces el deportista quiere acaparar y ser el enfoque, pero hay que entender que existen jerarquías. Todo tiene que ver con hacer la lectura correcta de cuál es el rol y hacerlo de la mejor manera posible”.
La cultura o el tipo de sociedad, cómo es la población en general, también incide en el tema. “El deportista nacional es más de sentimiento; necesita reconocimiento, cercanía y que lo escuchen. En cambio, el europeo en general es más pragmático y solamente va por el objetivo. Son dos formas distintas pero ninguna es mejor que la otra. Yo siento que hay una carencia en el desarrollo de esos aspectos porque generalmente los entrenadores nos enfocamos en la parte técnica, dejando un poco de lado la convivencia, los valores”, dijoRaúl Umaña.
Guillermo Jiménez indicó que “en base a mi experiencia, creo que no tiene que ver con la nacionalidad, sino con la cultura que uno tiene. Me ha tocado convivir con extranjeros con muy mala cultura deportiva, otros totalmente disciplinados con la cultura deportiva. En Chile he tenido el privilegio de conocer deportistas de alto rendimiento que son totalmente comprometidos y otros que tienen el talento y no lo aprovechan. Creo que tiene que ver con lo que tiene la persona como objetivo final”.
Jorge Facchini afirmó que “yo no entro en comparaciones, creo que uno tiene que tener la capacidad de adaptación al medio. Yo no puedo pretender acá en Chile que se comporten como fueron mis grupos de la Argentina, porque hay que respetar la idiosincrasia de cada cultura. Sí hay que reconocer que hay países que tienen una educación deportiva más adelantada y más rica por años de desarrollo deportivo, como ves en Argentina o Brasil. Creo que para consolidarse necesitamos que los dirigentes que apoyan el deporte tengan una visión más horizontal y no tan vertical y que pueda dialogar con el dirigente y que los entrenadores busquen esta adaptación a la idiosincrasia. Por ejemplo, estudio y deporte no es fácil acá”.
Alexi Ponce, psicólogo deportivo y directo de Go Focus, indicó que “en un grupo deportivo, las buenas relaciones pasan por un nivel profesional más allá de las amistades que puedan surgir y pueden ocurrir, pero no es lo que se busca. Hay una primera etapa donde tienen que colaborar en pos de un objetivo, después cooperar, cohesionarse, que son fases que van viniendo de acuerdo a los tiempos de convivencia”.
En ese sentido, agregó que “hay un momento en que tengo que colaborar, cooperar, y en un grupo lo importante no es que cada uno haga su trabajo, sino que ayude a los demás también. Eso es parte de lo que los cuerpos técnicos tratan de construir. El trabajo final es la suma de todas las partes, y se deben fomentar los procesos grupales”.
Sobre cómo lidiar con líderes de personalidades fuertes, Ponce señaló que “hay que ver si yo fomento tener distintos tipos de liderazgo. Puede haber uno fuerte, donde hablo de una manera, y hay otros que se relacionan con las tareas, con los ejercicios, y puede que también aparezca uno más ligado a lo relacional, que es ‘bueno para el camarín’. Se deben fomentar los distintos tipos y que no choquen entre ellos. Hay que apuntar al objetivo grupal, pero a través de las características individuales de cada persona que tiene una manera propia de enfocar la realidad”.
¿Se llevan mejor los problemas si se gana? El psicólogo afirmó que “si el resultado es asociado a lo que quieres como grupo, evidentemente que si consigues buenos resultados eso puede tapar muchos conflictos. Y en situaciones donde no se logran, los problemas tienen una caja de resonancia mucho mayor, o pueden ser más difíciles de manejar, porque aparecen rápidamente. Aunque una problemática puede aparecer siempre, en el equipo que gane, en el que le va bien, el que logra sus metas como en el que no gana. Lo que pasa es que a veces los resultados permiten que no se visibilicen y pasen más inadvertidos”.