Deportes

De juntar medallas en gimnasia al amor por ser el más veloz

Diego Delgado tenía una larga historia de triunfos en suelo, barras y otras pruebas gimnásticas, pero se aburrió. Así de simple. Buscó otro camino, se encontró con las distancias cortas y a los 15 años está hecho una bala.

Por: Paulo Inostroza 22 de Agosto 2022
Fotografía: Cedida

Su mamá, Vanessa, cuenta que desde muy pequeño era grandote, más musculoso que el resto y con facilidad para los deportes. Diego Delgado recuerda que a los 6 años entró a la gimnasia y se transformó en figura a nivel regional y defendió al Biobío en varias ciudades. Pero quiso tomar el camino difícil y cambió de disciplina radicalmente. No lleva tanto tiempo en el atletismo y de inmediato marcó diferencias, las medallas volvieron a caer en su cuello. Tiene 15 años, estudia en el San Ignacio y hay que ponerle ojo.

El alumno de Segundo Medio contó que “a los 6 años entré medio obligado, mis papás siempre quisieron que entendiera el deporte como algo importante en mi vida y me enganché rápido, me enamoré de esto. En la gimnasia destaqué rápido, estuve en el club Alemán y competí en La Serena, Valparaíso… Me iba bien, era súper disciplinado. En el CDA fui deportista destacado como tres veces. Tengo hartas medallas de esa época”.

¿Y cuál era su especialidad? “Hacía de todo. Me gustaba suelo, salto, barra fija, todos los aparatos. La competencia Adicpa no era de muy buen nivel porque me daba cuenta que en otros colegios no tenían ni implementos para entrenar. Por eso me aburrí”.

Su mamá, Vanessa Canales recuerda que “cuando nos dijo que le gustaba la gimnasia artística fue raro porque no era tan conocida, pero el profesor nos explicó que era como lo que hace Tomás González. Era caro porque todo lo financiábamos nosotros, ganaba siempre y se desmotivó. A nivel Concepción ya no tenía sentido competir. Diego me decía que era fome y sentía que para los otros chicos también lo era. Que lo veían llegar y sentían que ya no podían ganar nada. Eso también lo frustraba, sus compañeros”.

En sus marcas

Intentó un par de años en el fútbol, se metió en básquetbol, practicó canotaje. Y de pronto fue con su papá a presentarse con el profesor Cristián Fuentealba, del atletismo. “Vio que tenía condiciones de inmediato y me llevó al pasto sintético con dos chicos más y nos dijo que corriéramos. Salí disparado, llegué primero y me dio la mano para decirme: bienvenido al atletismo. Pocos días después estaba compitiendo en los Sagrados Corazones”.

Y con esa misma rapidez, descubrieron cuál era su fuerte en este nuevo mundo. “Probamos con 800 metros, pero el profe entendió que lo mío eran las distancias cortas. Los 100 y 200 metros y el salto largo. Y me ha ido bien, aunque en gimnasia eran más medallas porque te daban como por seis pruebas en cada competencia. Como sea, van cayendo y lo estoy disfrutando mucho”.

¿Y cómo se siente ser corredor? Diego expresó que “lo lindo de esto es lo frenético de las carreras. Yo veía por la tele lo que genera en la gente cuando se corren los 100 metros, es un silencio total, luego una euforia increíble. Son 11 segundos de pura adrenalina. Quería eso, estar ahí, sentirlo”.

Le tocó sufrir con la pandemia y el joven sampedrino confiesa que “me desmotivé, pero nunca pensé dejar esto. Fue frustrante porque el 2018 fui a un Nacional en salto largo, sin tanta preparación y quedé octavo entre veinte. Sabía que 2019 era mi año y justo pasa lo del coronavirus. Venía tan bien que me bajoneé, pero volví con todas las ganas. Quiero ir a otro Nacional, me siento mejor y ahora vienen los provinciales. No me proyecto mucho a futuro, estoy pensando en esa carrera y llegar primero”.

Vanessa, con un orgullo imposible de esconder, advierte que “se ha perdido cumpleaños por entrenar y es muy especial. Lo vemos feliz y eso es lo más rico, además el profe Cristián ha sido un gran motivador y compañero para Diego. Está motivado otra vez”. Y motivado es un peligro. Porque ahora lo ves en la partida, pero pestañeas y ya está en la meta, con su mejor sonrisa.

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