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Cipriano Núñez, el histórico detrás del ‘Bi’: crónica del hombre récord de Basket UdeC

Con dos exitosos periodos en el banco auricielo, el DT tiene inscrito su nombre en los anales de la institución penquista. Presente en cinco de los seis títulos ligueros universitarios, el profesional apunta a seguir ganándolo todo. Su carrera lo avala.

Por: Samuel Esparza 27 de Junio 2022
Fotografía: Raphael Sierra.

Histórico: “Que es digno de pasar a la historia” (RAE). Pese a ser uno de los fundadores del básquetbol profesional chileno con la Dimayor (1979), fue recién a mediados de la década del ‘90 que Universidad de Concepción irrumpió en primer plano competitivo. Primero, con el vicecampeonato en 1994 cuando cayó en la final con U. de Temuco de Carlos Iglesias y, un año después, con su primer título tomando revancha del mismo rival.

Destacaban en ese plantel nombres como Patricio Briones, Roland Fritsch, Ricardo Funke, Marcelo Ruiz y un experimentado Cipriano Núñez quien, proveniente de Temuco, hacía sus últimas armas como jugador.

Aunque lo mejor estaba por llegar para la institución penquista, con el bicampeonato de Dimayor (1997-98) esta vez con Cipriano Núñez dando sus primeros pasos en la banca técnica.

Hoy, casi 24 años después y con una extensa carrera a cuestas, el entrenador acaba de liderar el segundo bicampeonato cestero del Campanil, esta vez en la Liga Nacional de Básquetbol (LNB).

Así las cosas, solo el título auricielo de 2012 (Dimayor) no tuvo la participación de Núñez. Cinco de seis, digno para entrar directo en la historia grande del club más ganador de ligas en Chile.

El inicio de todo

Pocos lo saben, pero los comienzos de Cipriano Núñez en el deporte estuvieron lejos del aro. Por largos años, lo suyo estuvo en el agua, hábitat donde destacó a un alto nivel en el norte del país, de donde es oriundo.

Primero fue en la natación, donde desde niño supo lo que era competir. “Empecé nadando a los 8 años y compitiendo desde los 9 hasta los 14, viajando por todas partes”, relata.

Sin embargo, sería en el waterpolo donde escalaría a alturas insospechadas. “Cuando cumplí 15 me fui al waterpolo y ahí hice toda una historia a nivel nacional, siendo uno de los grandes goleadores de la historia con el récord de 26 goles en un partido. Nunca perdí un partido en nacionales, gané siete títulos y jugué cuatro sudamericanos con la selección de Arica”, rememora.

Al básquetbol llegó por una cuestión de familia. Su hermano le enseñó de pequeño la técnica y las nociones básicas, y la sangre hizo el resto. Siendo adolescente y ‘parchando’ a un equipo como habitualmente lo hacía, se convenció que tenía reales aptitudes al ser figura en un partido contra unos campeones sudamericanos. Ya no hubo vuelta atrás.

“Llegué tarde competitivamente hablando al básquetbol, pero cuando noté que tenía una habilidad innata, me fui a probar suerte a la zona central. Lo que marcó mi futuro fue un Campioni del Domani donde jugué por Banco del Estado, siendo elegido el mejor jugador del torneo y segundo goleador. A partir de ahí se me abrieron las puertas del básquetbol nacional. Firmé contrato con Banco del Estado, luego con Unión Española y después con Bata, todos grandes equipos. Trabajé con la creme de la creme en Santiago antes de venirme a Concepción”, recapitula.

Presente de gloria

Una semana pasó ya desde que levantó la copa de la LNB 2022 junto a su equipo. Días de celebraciones, de entrevistas, de reuniones, pero que también han servido para evaluar una temporada frenética, de la cual ahora ya puede contar sus detalles.

¿Con la perspectiva del tiempo, qué evaluación hace del bicampeonato?

-Esta temporada tiene un tremendo mérito. Primero, porque fue muy agotadora. Veníamos de salir campeones en septiembre del año pasado y a los días ya estábamos jugando Copa Chile. No hicimos pretemporada ni tuvimos el descanso suficiente. En diciembre llegó Champions League que ya son palabras mayores, trayendo jugadores para jugar las diferentes ventanas. Eso generó un desgaste increíble.

Tampoco pararon en verano

-No, porque en enero se vino inmediatamente la Liga Nacional y luego la ventana de Buenos Aires que nos marcó porque acumulamos mucho cansancio. Con refuerzos que llegaron sobre la hora trabajamos tres días a 35 grados de calor, con una humedad increíble y tratando de que estos jugadores lograran también esa química.

¿Influyó en las lesiones?

-Por supuesto. Primero perdimos a Rodrigo Madera, importante en nuestro esquema. Luego la tendinitis y dolor en la rodilla de Milano, lo que nos obligó a cambiarlo. Seguimos jugando, teniendo una buena temporada, pero todas las semanas aparecía algo nuevo como la apendicitis y posterior fractura de nariz de Luzcando, contactos estrechos y jugadores que quedaban al margen.

¿Hubo que improvisar?

– Pasa que trajimos a un interno, Tyrone Lee, que terminó saliendo por un problema a la rodilla, y al final nos quedamos con dos jugadores en la posición 4 que eran Arnold Louis y Jerry Evans. En un momento la idea era tener un 5, pero ellos se fueron adaptando súper bien, seguimos ganando, creciendo en la liga y ya en la recta final no íbamos a hacer cambios. Pero todo fue muy sacrificado. El premio fue que hasta el último chico de la plantilla aportó, los jóvenes tuvieron más minutos y respondieron, ganamos partidos importantes por ellos. Hablo de Sebastián Carrasco, Kevin Rubio, Andrés Domínguez y Michael Rivera, que aportaron su grano de arena para mantenernos a flote.

¿Más se disfrutó el logro?

-La enseñanza para mí, a pesar de mi edad y experiencia, fue tremenda, porque nunca viví una liga tan dura. La sacamos producto del temple y fortaleza mental de un plantel muy competitivo, ganador, con jugadores dispuestos a sacrificarse personalmente porque lo único que querían era campeonar. Por eso se valora tanto, porque en mis otros títulos siempre llegué mucho más completo, con menos heridos, sin tantos problemas. Entonces, esto me deja una enseñanza increíble, ver a un grupo de jugadores algunas veces menos físicamente que los rivales, pero sí más tácticos, técnicos e inteligentes para sacar esto adelante. Me alegro de haber ganado el título con este grupo tan sacrificado.

En busca de una dinastía

Histórico: “Que merece constar en la historia por considerarse muy importante” (RAE).

La ascensión de Cipriano Núñez en el banco de la UdeC fue como un toque de rayo, nadie lo vio venir y dejó mucho más que sus dos primeras coronas en Dimayor.

“Mi camino fue rápido, asumí en septiembre de 1996 reemplazando al argentino (Fernando) Capitanelli, con una temporada ya desarrollada y un equipo mal perfilado en la tabla. Y casi nos metimos en la final. En 1997, con un contrato ya pleno, fuimos campeones. Entonces, se me vino todo esto muy rápido. Después se fueron algunos jugadores importantes, pero construimos a otros jóvenes que venían de abajo, así aparecieron José Luis Campos, Jorge Valencia, el mismo Evandro Arteaga. Y vinieron las pérdidas, caímos en tres finales, dos de ellas seguidas. Así es que también debí aprender a perder”, sostiene.

“Pero nos enfocamos en sacar jugadores jóvenes como Jorge Vásquez, Matías Villagrán, Diego Osses, Sebastián Figueroa, chicos que después se catapultaron. Invertimos mucho tiempo en eso. Aparte hicimos un periplo en nacionales universitarios, dirigí cuatro y en todos fuimos campeones invictos”, agrega.

Luego de un paréntesis en Tomas Lawrence de San Fernando, en una tarea formativa que califica de “hermosa”, en 2019 Cipriano Núñez recibió la propuesta de regresar a la UdeC. “No lo dudé un segundo porque esta es mi casa y vi que se estaban haciendo las cosas con ímpetu, pero sin resultados”, asegura.

“Me vine y pude reencantar a un equipo de jugadores jóvenes con hambre de ganar. Me basé mucho en lo que entregaron Diego Silva y Carlos Lauler, pude traer a Rodrigo Madera, a Carlos Milano. Construimos algo y nos dio resultado inmediatamente porque ganamos el primer torneo que jugamos, que fue la Libcentro. Y veníamos muy bien en la LNB, eliminando a Temuco y llegando a semifinales con Puente Alto, pero se nos vino la pandemia”, añade.

Y complementa, “nunca paramos de trabajar hasta que pudimos volver a jugar. Y hoy puedo decir que con este grupo de jugadores ya sumamos cuatro coronas: Súper Copa, Libcentro y este bicampeonato, además de jugar dos finales en Copa Chile”.

¿Se siente parte de la historia del club?

-La misma historia dirá, no se obliga. Tendrá que reconocerse en su momento, lo importante para mí es que gente de todo Chile y hasta el extranjero me llamó para felicitarme. Yo lo estoy viviendo muy bien, pero quiero seguir enfocado en conseguir más cosas para la universidad, el club y la ciudad. Lo que uno ya logró el tiempo lo dirá, la gente lo valorará, no depende de uno, pero yo doy lo máximo día a día.

Habló de ir por el tricampeonato ¿Qué debe cambiar respecto a este año?

-Quiero dar un enfoque y para eso necesitamos el aval de la dirigencia. Pasa que trabajar por ventanas en Champions demanda mucho tiempo, porque traes jugadores que después se irán. Tienes que explicarles todo, tratar de generar una química que solo algunas veces se logra, no todos los jugadores rinden y tu desgaste es enorme. En la segunda ventana de Buenos Aires quedamos muertos, y ya que con la tercera que se jugó acá, no queríamos más.

¿Y cuál es su plan?

-Hay que cambiar ese enfoque de traer jugadores para cada ventana. Mi plan es tener una plantilla más estable y que los extranjeros importantes que jueguen Champions, estén acá de manera estable. A partir de eso podemos construir también la base de un nuevo campeonato. Después hay que retocar quizá alguna posición en la que estemos débiles, pero manteniendo la columna vertebral porque los chicos tienen una mentalidad ganadora, única. Necesitamos apuntarle justo a las piezas claves que nos permitan competir y tengan la misma mentalidad.

Sería una apuesta importante

-Lo es, pero creo que se puede hacer con lo mismo que se invierte en tanto viaje, hotel y todo lo que se gasta con los refuerzos en cada ventana. Las cosas se podrían hacer un poco mejor, teniendo la base aquí se puede retocar con un jugador más, pero no con tres o cuatro que tienes que bajarlos del avión, ponerlos en un hotel y entrenarlos en doble turno, lo que a veces implica hacer entrenar en doble turno al plantel entero que no lo necesita, y que a lo mejor debería estar haciendo un trabajo físico.

Queremos que la química ya esté y las piezas que necesitamos para cada ventana de la Champions no sean más de una, a lo más dos, pero que no sean las más importantes. Eso significa seguir compitiendo en la liga nacional y también en la Champions, pero sin tanto desgaste. Porque todas estas cosas que pasaron, fueron los que después nos dejaron afuera por largo tiempo a varios jugadores. Quiero evitar el desgaste de la temporada y no solo para los jugadores, porque nosotros como cuerpo técnico terminamos también bastante reventados.

Después de todo lo ganado ¿Qué le quita el sueño para hacer?

-Estoy contento con lo hecho, mi sueño sería pasar una ronda de la Champions. Porque he tenido grandes partidos internacionales, pero son logros esporádicos. Me recuerdo que en el Encestando una Sonrisa del ‘98 le ganamos ni más ni menos que al Joventut Badalona de la Liga CB de España. Teníamos tremendo equipo con ‘Popeye’ Ruiz, Zúñiga, Fritsch, Briones, Valencia, Eric Brown. Los españoles no lo podían creer, tenían a un base de apellido López que después fue a la NBA y que tuvo un duelo espectacular con ‘Popeye’. Otro gran triunfo fue a Welcome de Uruguay, en Río de Janeiro. Eran la base de la selección uruguaya, imbatibles en ese momento y le ganamos un partido que terminó casi a golpes, nos querían matar. También en mi debut como entrenador con la UdeC le ganamos a Panteras de Miranda, que era el campeón de Venezuela. Fue aquí en el Gimnasio Municipal.

Son triunfos importantes

-Si, pero insisto que fueron esporádicos. Entonces una aspiración que tengo es pasar una ronda de la Champions, porque es algo muy duro. En una de esas podemos hacer un gran trabajo, planificar bien la temporada y cumplir ese sueño. Y lo otro es ir por el bicampeonato, a eso le pondremos todas las fichas.

¿La ambición sigue intacta?

-Yo no quiero parar. Estamos fascinados y muy bien enfocados en realizar un proceso que continúe dejando logros. Y eso es posible teniendo una institución seria como la Universidad de Concepción, con dirigentes que tengan visión. Están las condiciones, los elementos, un buen cuerpo técnico. Gracias a todo eso podemos seguir e ir por esas nuevas metas.

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