El griego que cultivó ese arte de patear en tatamis universitarios

07 de Junio 2022 | Publicado por: Samuel Esparza
Fotografía: Cedida

Georgios Kalafatis llegó a la educación superior sin saber lanzar un golpe, y eso le significó servir como saco de golpeo de los más avezados en el taekwondo. Pero aprendió rápido, tan veloz, que al año ya era medallista nacional con la UDD. Un caso excepcional.

El suyo debe ser de los pocos casos en que el deporte llegó casi en paralelo con la vocación académica. Un caso excepcional, en el que pasó de ser un neófito absoluto en materias de artes marciales, a empinarse a las alturas del circuito universitario.

De niño, la relación de Georgios Kalafatis (23) con el deporte se dio entre ‘pichangas’ de fútbol, nada que robara sus sueños aunque crecía una preferencia por los deportes de contacto. Seguramente estaba en la sangre del pequeño nacido en Grecia y que a los cuatro años llegó a Chile con su familia.

“Entré a estudiar Odontología a la UDD en 2017 y quería entrenar boxeo, kickboxing o algo parecido, y lo único disponible era el taekwondo. No tenía mayor base deportiva, hacía calistenia y jugaba a la pelota en el colegio, no más”, cuenta.

“Me encontré a la bicampeona universitaria, Camila Canales, y otros chicos que llevaban años entrenando. Ella era como la mamá del grupo y se preocupaba siempre de corregirme. Pero con los chiquillos era otra cosa, me daban ‘como caja’, no les importaba que yo estaba recién partiendo, en un comienzo me usaban como saco. Cuando llegué, yo pegaba la típica ‘chuleta’ de fútbol, que no tiene nada que ver con la técnica”, añade.

De novicio a figura

Pero Georgios aprendió rápido, se volcó por entero al deporte y fue como una esponja absorbiendo los secretos del taekwondo. Tanto así que, en un año, ya estaba en los nacionales.

“Pelear me encantaba, la pasaba súper bien aunque perdiera. Quería entrenar todos los días y pelear, me daba lo mismo si me pegaban, porque es parte del deporte, es como caerse en el fútbol”, asegura.

Así llegó su primera competencia. “En la Copa Acero de Huachipato fue donde el ‘profe’ Juan Carlos Contreras nos probó competitivamente y quedé segundo entre dos”, dice entre risas. “Pero me gustó la sensación y vivir ese respeto por el adversario que nace del hecho de que entramos a hacernos daño; eso nos hace más civilizados, porque entendemos lo que puede ser una nariz rota o un dedo quebrado”, agrega.

Tras una serie de torneos llegó por fin el debut en Adesup, donde mostraría toda su evolución. “Partimos en el regional de la UBB a mitad de 2018, ya llevaba un año entrenando y me prometí darlo todo, entrenaba de lunes a sábado sin parar, combatiendo con un montón de gente. Llegué súper preparado y pese al nerviosismo de estar en un gimnasio con gente, me fue excelente y clasifiqué al nacional. Yo a esa altura tenía la idea fija de dedicarme al taekwondo y estar en unos JJOO”, reconoce.

Sin nada qué perder, ese nacional 2018 fue su consagración. “Estaba tranquilo porque pese a mi poca experiencia, había vencido a harta gente. Al final logré la medalla de bronce en -58 kilos y quedé feliz”, rememora.

Al año siguiente volvió a los tatamis de Adesup siendo segundo en el regional. Estaba en su mejor momento físico, pero la fractura de un brazo, cortó en seco su ascenso. “La recuperación fue larga y tediosa, mucho trabajo kinesiológico, llegó la cuarentena y fue peor. Un año entero sin hacer nada, entrenamiento online, a lo más trotar en la casa. Y cuando acabó la cuarentena, empecé con mi práctica clínica y ya no me quedó tiempo para nada”, detalla.

“A esta altura tengo claro que ya no voy a competir más, en su momento le dediqué todo mi tiempo pero ahora ya no puedo porque estoy con cosas serias como la atención de pacientes y además tengo un brazo lleno de fierros, entonces si me pongo a competir voy a echar todo por la borda incluyendo mi salud”, reflexiona.

“De todas maneras me gustaría retomar mis entrenamientos para pasarlo bien, para estar sano y mantenerme, pero como antes nunca más”, complementa.

Actualmente, Giorgios está dedicado de lleno a su carrera de Odontología en paralelo con Administración de Empresas, la otra carrera que estudia en la UDD y a través de la cual da rienda suelta a su espíritu emprendedor. Junto a un compañero lidera la empresa Wivit con la cual se dedica al voluntariado en diversas escuelas.

“Me gusta la gestión y los negocios, no se si será una extensión de lo que se siente competir. Pero sé que ahí está mi futuro, unir las dos carreras y ver qué sale. El tiempo lo dirá, pero conozco mi camino”.