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Maximiliano del Campo y el papá más porfiado de todos: juntos al paletazo

Tiene 12 años, es cuarto a nivel nacional y lleva alto el nombre de Contulmo a todos lados. Su padre, Luis, lo sigue a todos lados y, cuando le cerraron las puertas porque no era técnico, sacó el título y hoy tiene una escuela de tenis de mesa. Juntos a todas.

Por: Paulo Inostroza 06 de Diciembre 2021
Fotografía: Maximiliano del Campo

Esta es la historia de Maxi, pero también la de Luis. Hijo y padre, que se definen casi como hermanos. “Yo he ido progresando y mi papá también. Avanzamos juntos”, dice el chico de 12 años. “Siempre me retan porque soy poco estricto, tenemos una relación muy cercana”, apunta el mayor de los Del Campo, quien trabaja en el Departamento de Educación de Contulmo. De allá son y Maximiliano es figura del tenis de mesa de la zona y también destaca a nivel nacional.

Es la historia de un chico que hace 4 años descubrió el mundo de las paletas y hoy es el número 4 de Chile en categoría de 12 años y la de un papá que le dijeron que no podía seguir viajando al lado de su hijo porque no tenía título de entrenador. ¿Y qué hizo? Estudió, sacó el cartón y ahora siguen juntos para todos lados. Este fin de semana estuvieron en Santiago y el lunes de vuelta a clases, al Séptimo Básico de la escuela San Luis, donde Maximiliano se luce con promedio 6,5.

De raqueta a paleta

No nació con una paleta bajo el brazo. Como la mayoría de los niños mostró inquietud por otras disciplinas en una búsqueda por llegar a su pasión. Maxi relata que “antes jugaba tenis, incluso, fui a un torneo en Los Ángeles. Un día mi abuelo me regaló una mesa y empecé a jugar, me di cuenta que había cosas que se me daban con cierta facilidad y me fue gustando. Creo que tengo un derecho fuerte y con ese puedo ganar partidos”.

Su papá recuerda perfectamente ese momento y acota que “esa mesa fue comprada en una subasta, la trajeron para acá y empezamos a jugar todos los familiares, por entretención. Maxi la pasaba siempre, fallaba poco y nos dimos cuenta que tenía una habilidad que podía trabajar. A mí siempre me han gustado siempre la paleta y la raqueta, así que jugamos mucho entre los dos. Me transformé en su entrenador, fuimos aprendiendo”.

El muchacho que está cerca de cumplir 13 años señala que “este deporte es muy mental y siento que eso es lo que más me falta. La cabeza. A veces me cuesta dar vuelta algunos partidos o me echo abajo. Supongo que la experiencia hace que uno vaya mejorando eso. Yo entreno y juego con mi papá, me acompaña a todas”.

Carta de Contulmo

Este año fue primero y segundo en los torneos realizados en Chillán Viejo y cuarto a nivel nacional después de lo hecho en noviembre en Chillán.

Maxi confiesa que “no es fácil destacar saliendo de Contulmo porque no hay muchos chicos que juegan tenis de mesa. Acá todos son puro fútbol. En pandemia fue fome porque quería competir, jugar y llevábamos un año y no pasaba nada. Quería estar en los torneos a nivel nacional, donde el nivel es muy fuerte. Es difícil llegar a un podio”.

Luis, de 32 años, relata que “nos hemos movido harto en Contulmo buscando jugadores. En el liceo y la escuela jugaban algunos, había un par de chicos muy buenos técnicamente. A un encargado de una sede social le pedimos espacio y ahí armamos algo. Armé un club con ellos y viajamos a Angol, Arauco, Los Ángeles. Yo también fui aprendiendo cosas en el camino, qué paleta era mejor, lo técnico. Esa historia es bien curiosa”.

Y es el botón que muestra la unión a toda prueba entre padre e hijo. A muerte. “Yo siempre lo acompañé como entrenador y para apoyarlo, pero en los nacionales no podía dirigirlo porque te piden un título de técnico. Cuando pasó eso lo vi un poco inseguro y dije ¿qué puedo hacer para ayudarlo? Hice un curso en el Comité Olímpico hace un par de años y saqué el cartón. Ahora lo dirijo, hago clases. Ya nos metimos en esto del tenis de mesa”.

De su hijo destaca que “técnicamente es muy bueno, te responde todo, tiene buen saque, sus golpes son de nivel. A veces se echa abajo, pero con sus golpes puede ganarlo igual. Yo sé que es bueno, pero no me gusta presionarlo ni que se presione solo. Que practique fuerte, pero disfrute, que vaya pasando metas a corto plazo, una a una. El deporte le ha enseñado disciplina y a superarse a sí mismo. Con eso uno está pagado”.

Y Maxi tampoco es de despegarse tanto del suelo, aunque sí tiene sus sueños, Sueños que se sostienen de talento y harto entrenamiento. “En los selectivos llegan los 32 mejores de Chile, luego quedan 8 y luego hay 2 que viajan a un Sudamericano. Esa son mis metas. No te diría que me he imaginado jugando por Chile, pero claro que sería lindo. También sé que el deporte te abre puertas a futuro en los estudios, la universidad. Eso también es importante”, aseguró.

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