Salud mental en pandemia y su incidencia en el consumo de drogas y alcohol
15 de Noviembre 2021 | Publicado por: Contenido Externo
La extensión de la pandemia, el agotamiento físico y mental, la dificultad para poder desplazarnos libremente y llevar a cabo actividades familiares, laborales, sociales o recreativas de la manera que acostumbrábamos, indudablemente ha traído como consecuencia un impacto en la salud mental.
Lo anterior, reflejado en la aparición de altos niveles de estrés, burnout, sintomatología ansiosa depresiva y, también, dificultades emocionales y conductuales -esta última principalmente en niños y adolescentes-. Este escenario, igualmente, tiene incidencia en el consumo de drogas y alcohol en distintos grupos etarios.
De acuerdo a estudios llevados a cabo por Senda en el año 2020 y 2021, y contrario a lo que se pudiese pensar, se observa que hay una mantención y, en general, una leve disminución del consumo de alcohol y otras drogas en este periodo. Las razones referidas a esto, están principalmente relacionadas a menores oportunidades de consumo ante las restricciones implementadas para los resguardos de la salud.
Asimismo, los estudios revelan que dentro de las principales razones del consumo de estas sustancias están relacionadas al estrés, ansiedad y depresión. Sin embargo, y como punto relevante, también se asocia el consumo al aburrimiento.
Al revisar los datos, podemos elucubrar que, si bien no hay un aumento considerable del consumo de drogas y alcohol, las razones esgrimidas para su uso están relacionadas a aspectos de la salud mental y el uso del tiempo.
Ante esto, es necesario poder incorporar, junto con las medidas sanitarias pertinentes, acciones y estrategias que tiendan al fortalecimiento del autocuidado y de medidas que contribuyan tanto al resguardo de la salud mental y física, como a la ocupación del tiempo.
En este contexto, es necesario relevar la importancia de gestionar acciones como la planificación de las rutinas diarias, que permita resguardar los tiempos de descanso y esparcimiento, donde sea posible incorporar paulatinamente actividades físicas y/o recreativas, tales como hobbies y pasatiempos que pueden ser desarrollados individualmente o incluyendo al entorno familiar.
De esta forma, todos los miembros del grupo pueden canalizar sus emociones, recrearse y compartir, previniendo el impacto en la salud mental y optimizando el tiempo libre.
Este ejercicio, además de contribuir al fortalecimiento de las redes de apoyo familiar y social, también permitirá desarrollar nuestras propias habilidades y recursos que nos permitan afrontar, de mejor forma, las demandas de un periodo altamente complejo.