
Fueron tres triunfos en un solo día. Primero contra la guatemalteca Lucía Cordero (4-1), luego sobre la dominicana Eva Brito (4-1) y finalmente a la mexicana Yadira Silva por un batallado 4-2. A la chilena le costó cerrar el partido hasta que su contendora tiró el último paletazo fuera del rectángulo y desató el llanto de Paulina.
“La parte final fue muy intensa, tenía que cerrar en ese set porque el anterior se me fue estando arriba 10-7. Luchó también Yadira y yo mantuve la calma para empezar de cero el último momento del juego. Ahí fuimos punto a punto y con el seis iguales me escapé y supe llevar la parte final”, contó la triunfadora.
La deportista fue una de las primeras de su disciplina que dejó la casa tan pequeña, a los 13 años, para instalarse en otra ciudad y vivir en torno al deporte. El entrenador de la selección era el chino Ren Guogiang, quien la convenció de que era la mejor opción y sus papás la apoyaron siempre. El 2016 volvió a la zona, ya mucho más madura, casada con Alejandro Rodríguez, también tenimesista.
Pero no volvió para dejar de competir. Al contrario, siguió muy en serio y el objetivo de los Juegos Olímpicos siempre estuvo en mente, aunque a los 37 años parecía más un sueño, una locura.
Paulina expresó que “los Juegos es el sueño de cada deportista, llevaba hartos ciclos intentando volver, entrenando duro. Creo que hice un esfuerzo extra para poder lograrlo. De Atenas tengo recuerdos maravillosos, fue un año marcado por los tenistas, la más bonita experiencia deportiva de mi carrera y espero que esta vez sea igual de grata, pero muy distinta. Esa vez sólo iba a jugar y disfrutar, ahora sueño avanzar una ronda”.