El de los dos goles a Inglaterra, el pase a Caniggia y el tobillo hinchado en Italia ‘90, el que resucitó para volver a morir un poco el ‘94. El zurdo del barrio, el pibe de Argentinos y Boca, el talentoso de melena frondosa en Napoli y sus luchas contra la Fifa. Futbolista y personaje más allá de la cancha. Ese que muchos bautizaron como Dios. ¿Puede morir alguien como Diego Maradona? Seguro que no. Pero ayer paró su corazón, ese que siempre fue gigante, para que nos quedemos con sus recuerdos, con su magia.
El portero Cristián Muñoz, ex UdeC. vive actualmente en Villa Urquiza, fue compañero de Maradona y así lo vivió: “ha sido doloroso para todo el país, es una persona que nos dio muchas alegrías, que inspiró a muchos chicos. Es terrible, cuesta creerlo. Compartimos camarín en Boca Juniors, pero para mí Maradona es México ‘86. Lo que hizo es incomparable. Todos los de mi época nacimos viendo eso”.
De esos días en Boca Juniors recuerda que “yo era un pibe, no me atrevía ni a hablarle. Todo el mundo iba a ver el entrenamiento, quería una foto con Maradona. No era fácil ser Diego. No había un lugar en el mundo donde no supieran quién es Maradona y quisieran un autógrafo suyo, una sonrisa, un saludo. No tenía vida privada y eso también es complicado. Fue un privilegio verlo entrenar, trabajar y jugar de cerca. Es un privilegio que me lo llevo para toda la vida. Fui compañero de un genio”.
Se enteró antes de mediodía y con el correr de las horas, la pena trasandina fue creciendo. Son heridas que no cicatrizan fácil. Marcas que no se borran nunca. “Sabíamos que su salud hace rato no era buena. Lo internaron, lo habían dado de alta y no supimos mucho más hasta que sale esta noticia de que Diego ha fallecido. Es el titular que nadie quería leer: siempre creímos que era inmortal. No se puede morir Diego. Seguro que se suspenderán muchas cosas”.
Muñoz se está reinsertando en el fútbol como preparador de arqueros del Real Pilar, de la Primera C. “Es un torneo corto, tenemos un cuerpo técnico joven y vamos por el ascenso”. Sus hijos han pasado más tiempo en Chile que Argentina y no vieron jugar a Maradona, pero el “Tigre” advierte que “entienden perfectamente quién es y lo que hizo. Desde niños uno les cuenta sus historias, todo lo que nos dio. Es que Maradona va más allá del fútbol, es parte de nuestra historia como país. Ellos también están muy tristes, les cuesta aceptarlo”.
Nadie inspiró tantas películas, canciones, documentales y hasta una religión. Solo Maradona. Y si Messi no es más grande es porque nunca pudo llegar a la altura de Diego. Tuvo 7 hermanos, sus papás fallecieron el 2011 (Diego) y 2015 (la “Tota”), batalló en 4 mundiales, ganando el del ‘86 y siendo subcampeón el ‘90. Marcó 8 goles en la máxima cita, uno fue el “Gol del siglo”.
Jugo 699 partidos y marcó 344 goles, dio doping positivo, tuvo pobres números cuando pasó a ser director técnico. No fue una vida ejemplar, pero sí una muy real, de reveses y alegrías compartidas. Argentina declaró 3 días de luto, la Casa Rosada fue puesta a disposición para su funeral. El coronavirus impedirá que sea masivo, como debía ser. De pie, con una ovación.