Jorge Spedaletti: cuando llegó a Concepción ya era chileno, pues se nacionalizó el ’74 y había jugado eliminatorias. Marcó 7 goles en los lilas, se entendía a la perfección con su socio Cavalleri y no podía quedar fuera de la lista: campeón de Chile con 3 equipos distintos (Everton, la “U” y Unión Española), subcampeón de América y autor de goles de todas las facturas en el país.
Omar Gómez: lo del “10” paraguayo en el ’95 y ’96 era para sacarse el sombrero. Muy del estilo del “Leo” Rodríguez, tomando la pelota en mitad de cancha y metiendo quinta para llevárselos a todos con técnica y potencia. Fueron 7 goles en su primera campaña con Huachipato y 8 en la segunda, siempre con Luis Castillo como su gran socio en ofensiva. Un crack que se enamoró del club.
Nelson Acosta: el “Pelao” había sido 3 veces campeón con Peñarol, jugó por O’Higgins y Everton y a los 38 años su historia volvió a pintarse de amarillo y negro. En 1982 firma por Fernández Vial, logra el ascenso como campeón y en su primer año en Primera un correcto noveno lugar entre 22 equipos. El volante uruguayo fue ícono de esa garra que caracteriza a los ferroviarios, luego fue su técnico y el ’85 los devolvió a la división de honor.
Pedro Gallina: el delantero argentino se ganó el corazón minero en un par de años. Llegó por consejo del acerero Hugo Rivero -otro que pudo estar en esta lista- y en su primer año, el ’74, anotó 14 goles. El siguiente logró 10 y Lota Schwager estuvo a dos puntos de meterse en la liguilla para jugar Copa Libertadores. Era rápido, incontrolable con balón dominado y también anotador.
Nicolás Villamil: marcó una época con su estilo en la cancha, locura y espectacularidad. Los niños querían ser Villamil. Llegó a D. Concepción el ’88 y estuvo hasta la Copa Libertadores del ’91, donde tapó un penal a Pizarro. También le atajó uno de espaldas a Richard Zambrano. Un genio. Volvió un par de veces al club lila e, incluso, jugó un año en Vial. Tuvo su despedida en Collao.
Miguel Ángel Ruiz: es un histórico de San Lorenzo, donde jugó 5 años y fue campeón argentino. Con ese tremendo currículum, este extremo derecho llegó a la zona para defender a Huachipato y en 1966 a Fernández Vial. Un talentoso con mucho gol, de los pocos extranjeros que llegaban en la época del Torneo Regional, y no podía quedar fuera de esta lista. También fue seleccionado de su país.
Pablo Caballero: el ’99 se jugó uno de los torneos más largos de la historia y Huachipato destacó por su dupla guaraní en ataque: Caballero y Raúl Duarte se juntaron para 40 goles. El volante era de marcar golazos, tenía fuerza, aguantaba bien la marca y tenía un látigo en la zurda. De esos que se las arreglan contra todos. Ese equipo fue octavo y Caballero se iría a Cobreloa y luego a México.
Carlos Navarro Montoya: el “Mono” es emblema de Boca Juniors, donde brilló 8 temporadas. Después de 4 campañas en España, llegó desde Tenerife a D. Concepción. Sonaba a disparate. Tenía 35 años y sus capacidades intactas: ágil, líder, de esos que sacan aplausos y ganan partidos. Además, un saque con el pie nunca visto en Chile, un pase al delantero. Estuvo solo el 2001 y jugó Copa Libertadores a gran nivel.
Gustavo Lorenzetti: de los actuales, el volante argentino es uno de los que escribió historia en la zona. Llegó desde Coquimbo, con 22 años, y rápidamente se transformó en dueño de la zona media. Pequeñito, de gran técnica, golpeado por todos, pero siempre valiente. Fue subcampeón con la UdeC de Barticciotto y jugó 178 partidos con el Campanil, logrando 18 goles. También ganó la Copa Chile 2008-2009.
Sergio Gioino: parecía tronco y medio lento, pero en el área era un peligro. El argentino llegó el 2000 a Huachipato y en tres temporadas anotó 45 goles. Su gran socio siempre fue Luis Ceballos. En el Clausura 2002 estuvo a un tanto de Manuel Neira (14) y fue subgoleador del torneo. El 2001 jugó liguilla de Libertadores con el acero y estuvieron cerca de conseguir algo más. Luego se fue a la UC y sería campeón con la “U”.
Mario Kempes: sin duda, el jugador con más pergaminos que jugó en nuestra Región y en el país. Su amistad con Pedro Lucio Olivera lo trajo a Fernández Vial en 1995, con 41 años, donde disputó 11 partidos y marcó 5 goles. Campeón del Mundo y goleador en 1978 trago su prodigiosa pegada a Collao, donde deleitó, sobre todo, con su ejecución de pelotas detenidas. Un tipo sencillo, un lujo que los aurinegros pueden contar.