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La figura del gran Mario Recordón en el recuerdo de tres fundamentales del deporte local

Por: Samuel Esparza 05 de Junio 2020
Fotografía: Revista Estadio

Recordón se ganó las simpatías de las 60 mil personas congregadas en el estadio, que comprendieron el esfuerzo y grandeza de un gladiador que estaba en la cancha luchando como un león. Sus 1500 metros resultaron electrizantes para esas personas, que gritaban a cada metro: “¡Recordón! ¡Recordón! (…)”.

Aquel es el relato que el periodista Edgardo Marín hace en su libro “Historias del Deporte Chileno”, sobre uno de los episodios más brillantes del atletismo nacional. El protagonista, Mario Recordón Burnier (1922-1994), el “Tigre de Osorno”, figura inolvidable que se anotó en las páginas de oro del país.

Un día como hoy, hace 26 años, fallecía el deportista que traspasó el siglo, dando nombre a la principal pista atlética nacional y que fue capaz de ir mucho más allá, para dejar su huella como arquitecto, siendo gestor de innumerables recintos deportivos de norte a sur.

El Sudamericano de Recordón

El suceso narrado por Marín, acontece en el II Sudamericano Extraordinario “Pierre de Coubertain” efectuado en el Estadio Nacional en 1946, donde Chile fue campeón con el osornino como protagonista. Ganó los 110 metros vallas y el decatlón, ambos con récord sudamericanos, muy cerca de batir la plusmarca mundial en la prueba de las 10 actividades (7 mil puntos). Una lesión muscular mermó su desempeño para cerrar con 6.886 puntos.

Fue el héroe de la última jornada con 6,98 metros en salto largo; 1,80 en alto; 3,30 en garrocha; 13,22 en la bala; 35,27 en disco; 41,66 en dardo; 11’2 en 100 metros planos; 52 segundos en los 400 metros, y 15”2 en los 110 metros vallas del decatlón.

Los 1500 metros planos definían si Argentina o Chile se quedaban con la corona. Ahí apareció la figura del rubio sureño, que con la lesión a cuestas marcó 4’48”7 para ganarse la aclamación de todo el estadio. De ahí que aún se recuerde como “el Sudamericano de Recordón” y esa pista atlética lleve su nombre.

Huella como arquitecto

No solo en la pista dejó su marca Mario Recordón, ya que como arquitecto fue responsable de obras que perduran hasta hoy.

Bien lo sabe Concepción, cuyo principal recinto deportivo es de su creación. El estadio Ester Roa tuvo como arquitecto al decatleta, entre 1959-1962 y así lo reconoce una placa en su entrada.

Pero no solo eso, también participó como arquitecto del Estadio Monumental y el Movistar Arena (Santiago), el estadio Calvo y Bascuñán y el Club Hípico de Antofagasta, además el Estadio Parque Municipal de Valdivia.

Recuerdos penquistas

“Era amigo mío, también rival y varias veces lo derroté, incluso le gané el título nacional de salto alto con 1,71 metros contra 1,65 que hizo él. Cuando éramos más viejos y nos encontrábamos, siempre me lo sacaba en cara bromeando”. Las palabras son del todavía atleta senior penquista, Carlos Chavarría (94), quien así recordaba para este medio hace unos meses a Mario Recordón.

Quien también tuvo oportunidad de compartir con él fue Jorge Molina, reconocido exatleta, entrenador y dirigente local, hoy delegado regional del Comité Olímpico de Chile.

“Tuve la suerte de conocerlo, incluso nos encontramos en un Zonal Sur en La Unión, por la década del ‘40. Era un gran deportista, muy completo” dice Molina, quien rememora un hecho que muestra el espíritu de servicio del osornino.

“Cuando yo estaba a cargo del Estadio Puchacay (hoy Atlético Militar), Mario Recordón vino a mostrarnos la maqueta de lo que iba a ser la Villa Olímpica de Concepción, donde se unía el estadio Atlético con el estadio Municipal de Collao. Esa maqueta estuvo en la Municipalidad de Concepción mucho tiempo, pasó por muchos alcaldes, pero nunca se concretó. Fue el sueño de alguien con alma de deportista”, sentencia Molina.

Palabras que refrenda el destacado entrenador, Jorge Grosser. “Lo conocí, fue un tipo extraordinario, tanto así que el torneo del ‘46 es recordado como el Sudamericano de Recordón. Hombre lleno de inquietudes, las que concretó como arquitecto. Hizo un proyecto de todo el paño de Collao hasta el Estadio Atlético, que sería una zona para deportes, pero finalmente se vendieron las hectáreas y ambos recintos quedaron separados. Además, contribuyó en la ampliación del Estadio Nacional para el Mundial de 1962; un hombre brillante”, concluye.

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