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Roland Fritsch, ex basquetbolista de la UdeC, entrega su testimonio desde EEUU

Ex jugador de la UdeC vive en Augusta, Georgia, hace más de 15 años. Aseguró que el panorama no es tan dramático, y además recordó sus años con la camiseta del Campanil.

Por: Ricardo Cárcamo 30 de Abril 2020
Fotografía: Archivo | Lukas Jara M.

Para quienes seguían el básquetbol chileno y, sobre todo, a la UdeC en los ‘90, el nombre de Roland Fritsch es sinónimo de éxito, de triunfos, de títulos y de un jugador que logró identificarse como pocos con la camiseta del Campanil.

“Muchos deportistas se acuerdan de sus puntos, algún partido importante que ganaron. Yo de eso, realmente, poco y nada. Para mí, todo eran personas, el equipo de la UdeC, sus dirigentes, los auxiliares que trabajaban. Pero, sobre todo, la gente. De los fines de semana con la Casa del Deporte absolutamente llena. El ruido, incluso en algún momento tuvimos bandas adentro. De eso sí recuerdo mucho, de la efervescencia que se vivía”, comenta desde Augusta, Georgia, donde vive hace más de 15 años.

Lo primero que dice es que la situación del coronavirus no es tan dramática como muchos creen. “En Chile y en el mundo se escucha mucho de Nueva York, pero muy poco del resto del país. Fuera de Nueva York, la situación está bastante controlada, y a pesar de haber muertes y muchos casos, no escapa a lo que hay en otras partes del mundo. En mi ciudad, por ejemplo, hay orden de quedarse en casa, pero es más por voluntad propia que por imposición de las autoridades. Los colegios, muchas tiendas y restaurantes están cerrados, pero ya se comenzaron a reabrir lugares”.

Al respecto, agregó que “se puede ir con normalidad al supermercado. Se toman medidas, como permitir un cierto número de gente al interior a la vez, sanitizar carros, pero el resto bastante normal, considerando las medidas personales y la psicosis. Ahora ya se nota un relajo después de tantas semanas y gente que ya está harta del tema, lo que se podría traducir en un rebrote, y eso preocupa un poco”.

Fritsch también contó cómo lo han hecho él y su familia con sus labores habituales. “El sistema del colegio ha sido muy bueno. Clases a distancia, pero muy bien organizadas. Mis hijos parten a las 8:30 y terminan como a las 15 horas. Tienen video conferencias con sus profesores, tareas y tests. Yo les tengo un plan de entrenamiento deportivo en casa y lo siguen súper bien. Algunas veces a la semana salimos a hacer deporte en lugares abiertos (tenis, bicicleta, básquetbol)”.

Agregó que “mi señora además les da tareas de actividades manuales, lectura, y ella sigue adelante con sus proyectos y trabajo. También sumamos una salida diaria a caminar con mi señora en las noches, para pasear a nuestro perro y tomar aire, conversar tranquilos. Yo en mi caso cerré mi oficina, pero voy en la semana a trabajar a nuestro laboratorio, donde estoy solo. El resto del trabajo acá y con Chile se hace a distancia. Se han retrasado nuestros proyectos, pero dada la situación económica no es sorprendente”.

Década inolvidable

Contó que cuando chico practicaba varios deportes, y por qué se decidió por el basket. “Lo hice por varios motivos: primero, me iba bien, y segundo, me gustaba mucho el grupo humano. Yo jugaba también por el Deportivo Alemán en ese tiempo, donde tenía muchos amigos. Entonces, el tema social tuvo mucho que ver en mi decisión”.

Su ingreso a la UdeC era casi predestinado. “Mi mamá era docente en ese momento, y toda su vida. Mi papá egresó de Ingeniería, todos mis tíos igual (…) No tenía contemplado jugar básquetbol profesional, pero la universidad hizo un cambio radical en ese tiempo, y contrató a ‘Lucho’ Pérez como entrenador. Incorporó un concepto nuevo: quería tener puros, o muchos, jugadores universitarios, un equipo joven, una propuesta totalmente diferente. Él fue quien me convenció”.

Integrante de los planteles campeones de Dimayor 1995, 1997 y 1998, aseguró que lo que se logró fue más allá de la cancha. “Soy súper penquista, de corazón. Tenía otros objetivos, ligados a la ciudad, a la comunidad universitaria. Para mí, el jugar por la UdeC nunca tuvo una motivación económica. Me planteé varias metas personales, entre ellas reflotar lo que escuché muchas veces sobre la comunidad universitaria: que hacían las fiestas de primavera, cómo estaban enganchados con la ciudadanía. Me propuse afianzar ese vínculo entre la comunidad y la universidad, y mi manera de hacerlo fue a través del deporte. Así creo que me gané un espacio, y hasta hoy me siento orgulloso de lo que hicimos en esos años, y me mantengo en contacto con mucha gente. Siempre lo recuerdo, fue una época muy bonita”.

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