En 2017, Antonia y Melita Abraham conquistaron uno de sus mayores logros con la corona juvenil en Bulgaria. Ahí, todos supieron que Chile tenía dos nuevas joyas en el deporte.
Tienen recién 22 años, pero pareciera que se hablara de veteranas. Es que Antonia y Melita Abraham han roto con todos los pronósticos y todas las marcas en el remo chileno, ganando lo que han tenido por delante al punto que, probablemente, solo una medalla olímpica las separe de entrar en la lista de los más grandes del deporte nacional.
Entre tanta victoria, una que las reveló a ojos del mundo fue la conseguida en julio de 2017 en Plovdiv, Bulgaria. Ahí, junto al río Maritsa, las sampedrinas tocaron el cielo en el Mundial Sub 23, consagrándose campeonas del doble par femenino. Un punto de inflexión para ambas más allá de las fronteras del continente, en una carrera que no ha hecho sino seguir en alza teniendo como último laurel las dos medallas de oro conseguidas en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
Con 20 años, las hermanas llegaban bien aspectadas al certamen absoluto, exhibiendo en su novel y ganador currículo, una sorpresiva plata panamericana en Toronto 2015. Aun así, ni los más entusiastas pronosticaron el nivel que alcanzarían en aguas búlgaras.
Una semana que comenzó con el segundo lugar en el heat clasificatorio (detrás de Estados Unidos) que las mandó directo al repechaje donde clasificaron a la final en el primer puesto y con el mejor registro de la competencia hasta ese instante (7 minutos, 23 segundos y 69 centésimas). Tremenda actuación, pero que debían revalidar en la gran definición si querían ocupar un lugar en el podio que, a esa altura, se veía como un importante logro.
Pero ellas iban por más y en la mañana del sábado 22 de julio, impusieron un ritmo avasallador para conquistar una histórica medalla de oro. Un tiempo de 7’15”660 les bastó para acabar con las favoritas, la pareja australiana de Anabelle McInyvre y Bronwyn Cox que arribaron segundas con 7’17”550, y para tomarse revancha de las estadounidenses Kendall Brewer y Brooke Pierson, bronce con 7’17”710.
Consagración que les valió múltiples reconocimientos. Entre ellos, a su regreso a Chile, la Presidenta Michelle Bachelet las recibió en La Moneda.
Formador de las remadoras en el Club Miramar de San Pedro de la Paz, Gonzalo Álvarez rememora el hito. “Fue hace mucho tiempo, pero para mí es un momento muy especial, un sueño cumplido ver a dos deportistas que crecieron en la Laguna Grande tocar el cielo con todo lo que les costó, muchas horas (y años) de sudor y cansancio. La verdad pensé que iban a lograrlo, principalmente por lo hecho en el Mundial Juvenil y la Olimpiada Junior, además del anterior Mundial Sub 23. Ellas mismas tenían fe en que el oro tenía que llegar”, puntualiza el entrenador.
A juicio de Álvarez, desde pequeñas y además del talento innato, las hermanas siempre colocaron ‘algo más’ para llegar hasta donde están hoy. “Entrenamiento, mucho entrenamiento, ha sido siempre su sello. Ahora mismo están en el campo, con ergómetro, pesas, trote y bicicleta haciendo el trabajo dado por el head coach, Bienvenido Front. Es el motivo de su éxito”, sentencia.