UdeC y su título Dimayor ’97: Otra copa en años donde llenó como nunca sus vitrinas
03 de Abril 2020 | Publicado por: Ricardo Cárcamo
El Campanil sumó su segundo trofeo, en tres años, del principal torneo cestero del país. Le ganó la final a Colo Colo, en Santiago, en un gimnasio Nataliel repleto.
Los noventa, basquetbolísticamente hablando, fueron una década dorada para la UdeC. Su presencia en finales de la Dimayor era habitual, y tras ganar su primer título en 1995, repitió solo dos años más tarde. En la final, con partidos a gimnasio lleno y una efervescencia que se recuerda hasta hoy para quienes siguen este deporte, superó a Colo Colo por 4-1.
Cipriano Núñez era el entrenador de un equipo que estuvo formado a lo largo de la temporada por Carlos Ahuile, Roland Fristch, Jimmy Aquevedo, Ricardo Funke, Patricio Briones, Javier Mimica, Juan Jaramillo, Ricardo Krakowiak, Rodrigo Rosas, Andrés Salas, Marcelo Ruiz, Sebastián Tapia, Jorge Valencia, Derrel Washington, Rodrigo Zúñiga y Joseph Zaletel.
“La verdad, ese año fue redondo. Recuerdo que en todo orden de cosas tuvimos logros no solo a primer equipo en Dimayor, sino también universitario, una tremenda actuación en la Liga Sudamericana. Lo principal era que el grupo humano se mantuvo prácticamente sin bajas durante todo ese proceso. El punto de inflexión igual fue que contamos con extranjeros de primera. Fue una de las mejores temporadas”, recordó Patricio Briones.
Tras finalizar en el cuarto lugar de la fase regular -primera terminó U. Católica- con marca de 11-7, la UdeC venció 3-1 a Español de Talca en la primera ronda de playoffs. En semifinales, se impuso por 3-1 a los cruzados. En la final, los esperaba Colo Colo.
Briones señaló que un factor clave en este equipo fue la unidad. “Compartíamos casi todo el día juntos, pues muchos estudiábamos en la UdeC. Los horarios de los entrenamientos nos permitían incluso almorzar juntos, en el casino de la Casa del Deporte. De lunes a viernes era así, y si a eso le sumas que el fin de semana competíamos, era casi 24/7 (ríe). El hecho que la gran mayoría tuviera la garantía, por decirlo de alguna forma, de compartir espacios comunes, pues nos encontrábamos siempre en la universidad, y si a eso le sumas el aspecto emocional, con amistades que se mantienen hasta hoy, fue muy importante para ese rendimiento”.
El pívot, que vivió varias etapas con el elenco auricielo, comentó de la final que “Colo Colo siempre acarrea mucho público, y los gimnasios estaban llenos. En ese proceso, pudimos jugar en un escenario mítico, como el Nataniel en Santiago, que en mi caso marcó un antes y un después. Ahí partí jugando, y no pensé que lo vería lleno, con esa efervescencia. Nunca pensé tampoco que llevaríamos tanta gente desde el sur… La televisión estaba pendiente, y si bien no éramos rockstars, acá se vivía con mucha pasión. En ese momento, el fútbol de la UdeC estaba partiendo, y todos nos seguían. Además, Petrox estaba por desaparecer, lo que finalmente terminó ocurriendo. Y súmale a eso el factor Colo Colo. La gente en la calle te paraba, te alentaba y eso nos motivaba mucho. Tengo memorias muy intensas de mi paso por la UdeC, y en especial de esa final”.
Un grupo como pocos
La definición, que tenía formato 2-3-2, partió en Concepción. El Campanil se quedó con los primeros, disputados en Concepción, por 107-103 y 122-103. En Santiago, el “Cacique” ganó el tercero (103-93), pero los auricielos sellaron la llave al imponerse en los juegos 4 y 5 en la capital, por 120-96 y 119-104, respectivamente. Un título que, además reafirmó ese nexo que hasta hoy mantiene ese equipo con la comunidad penquista.
“Hasta hoy te recuerdan eso, te lo sacan en cara en el buen sentido de la palabra. Concepción ha crecido mucho, y ha cambiado bastante desde esos años. Pero hay puntos que jamás se van a hipotecar, ni siquiera con el tiempo. Uno de ellos es justamente el fiato que se generó con mucha gente, que aun hoy vibra recordando eso. Y nos reconoce a todos, no solo a mí, sino a todo ese plantel. Todos estamos vinculados a ese sentimiento, y muchas veces cuando voy al centro alguien me para y se acuerda de eso, de las finales, los títulos. Ahora, que estoy viviendo una nueva etapa, justamente enseñando a los más chicos sobre este deporte, los apoderados te lo reconocen”, señaló Briones.
En ese sentido, agregó que “el vínculo que se formó con esa generación creo que pasa, fundamentalmente, porque muchos se sintieron identificados con lo que se vivía en Chile antiguamente: los grupos de amigos siempre estaban juntos y trataban de hacer las cosas de la mejor forma para defender un ideal. Hoy, todo es más individualista, en el básquetbol los equipos se arman en torno a las habilidades de uno o dos jugadores. Y en esa época, era el conjunto el que brillaba, donde todos teníamos una función y la tratábamos de hacer lo mejor posible. Fuimos una de las últimas grandes generaciones que tuvo la UdeC desde el punto de los resultados, pues a nivel de grupo humano las siguientes también lo tuvieron. Haber vivido esa época donde tuvimos la mayor cantidad y calidad de trofeos para la UdeC y la Región, es inolvidable. Y todo se generó por un grupo humano extraordinario, de elite, joven y con las cosas bien claras”.