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Leslie Pizarro, figura del taekwondo Adesup: encontrando su verdadera pasión en medio del estallido

Practicó muchos deportes y recién el año pasado probó con uno de contacto. A los dos meses ya se alzó como ganadora en Chillán y fue premiada. Tiene 32 años, está en Quinto de Derecho y, casi sin querer, se transformó en una competidora fuerte, defendiendo los colores de la U. de Las Américas.

Por: Paulo Inostroza 02 de Marzo 2020
Fotografía: Raphael Sierra P.

No se crió dando patadas. Para nada. La infancia de Leslie Pizarro estuvo más ligada al básquetbol y el fútbol. Incluso, practicó mucha natación y “por ahí gané algún torneo pequeño. Nada muy importante”. Pero el 2019 fue de descubrimiento en lo personal. Pasaba a Quinto Año de Derecho, en la Universidad de Las Américas, cuando quiso intentar con el taekwondo. Rápidamente, comenzó a destacar. Su profesora, ya la tiene fichada como una de las mejores.

Y no ha sido fácil hacerse un tiempo para todo. “Es complicado manejar los topes de horario porque en mi caso es estudio, trabajo y deportes. Hasta hace poco estaba trabajando en un hotel. Bueno, hasta el estallido social. Este es mi último año de estudio, con harta sobrecarga académica y hay que darle con todo no más”, expresó.

¿Qué tan importante ha sido el taekwondo para airearse dentro de tanta ocupación? Leslie advirtió que “en una carrera que te demanda tanto tiempo y estudio, el deporte ayuda mucho para superar el estrés. Además, como el taekwondo es de mucha energía, te desahoga, te da más ánimo para todo lo que haces en el día”.

Pero antes de llegar a las artes marciales, pasó por muchas otras disciplinas. “Jugué básquetbol, fútbol y el año pasado también estaba full natación y running. Lo del taekwondo fue porque vi los talleres acá en la universidad y justo se me abrieron unas ventanas horarias como para venir a entrenar. Vine con una amiga, en agosto, y nos inscribieron para nuestro primer campeonato, justo el 18 de octubre, para el estallido social. Estaba feliz ya de competir. Imagínate después, cuando salí victoriosa. Siempre quise hacerlo, pero por tiempo era imposible”, apuntó.

Desde cero

Es curioso que haya descubierto su real fortaleza en una fecha tan histórica, tan anormal. “Viajé con un Concepción y volví a otro. Viajé cuando estaba la pizzería en Paicaví y volví cuando no había nada”, comentó entre risas.

De sus inicios, relata que “cuando empecé estaba muerta de miedo, pensaba que me iban a pegar mucho. Mi primera rival era dos cinturones superior a mí, lo que no es poco, por lo menos un año y medio más de práctica. Pero le gané. Creo que el apoyo de los compañeros y profesores es fundamental y eso yo lo sentí. Victoria Álvarez es una profesora que te ayuda mucho y, sobre todo, te saca los nervios antes de entrar. Siempre está conmigo, la siento cerca”.

Y así fue aprendiendo los fundamentos deportivos. “Al llegar, lo primero que me pidió fue trabajar la coordinación de pies. Eso es fundamental. También hay que tener mucha elasticidad, por el tema de las patadas, pero creo que lo principal es disfrutarlo, pasarlo bien cuando haces un deporte. No puede ser algo tenso, una presión. Acá lo paso bien desde que entreno hasta que compito”, confesó.

De a poco, se ha ido enamorando de esta disciplina y asegura que “la gran diferencia con las cosas que practicaba antes es la adrenalina que se vive por ser un deporte de contacto. Me gustan las competencias grupales, pero lo individual tiene un gusto especial, ese cara a cara con alguien, el no saber qué va a pasar, qué te propondrá el otro”.

Futuro deportivo

Su calendario de prácticas es intenso. “Son tres entrenamientos semanales, de una hora y media. Es en la sede del Boldal. Los viernes es más largo y somos como 15 en el grupo, aunque casi nunca estamos todos juntos, por nuestros diferentes horarios”, contó.

Y de sus desafíos más inmediatos, indicó que “ahora me preparo para la Copa Acero CAP, donde iré representando a la universidad, con más compañeros. Tengo solo un campeonato en el cuerpo porque en el segundo semestre 2019 se suspendió todo, incluyendo el Nacional, y muchas ganas de retomar lo competitivo”.

Podría pensarse que partió un poco tarde en esto, pero sus sueños son grandes y le brillan los ojos al expresar que “me gustaría llegar a las ligas mayores. Ascender de grado significa tiempo, dedicación y a mí me complica harto porque estoy terminando los estudios y estoy en una etapa que es clave. Igual ya he pensado que cuando salga de la universidad quiero seguir en esta disciplina. El deporte siempre ha sido una motivación grande en mi vida, aunque mi familia nunca fue muy deportista”.

¿Y cómo han tomado en su casa el dedicarse a una disciplina de contacto? “Al principio, en mi casa no les parecía un deporte muy femenino, no les gustaba mucho esto de los golpes, pero mis papás saben que siempre he sido metida en el deporte, probando cosas y ya me dicen ‘haz lo tuyo’. Me apoyan”, concluyó.

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