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Test drive Mazda3 Sport: Una gran evolución

Por: Daniel Kuschel 23 de Diciembre 2019
Fotografía: Mazda

En el cierre del año para la industria automotriz tuvimos la oportunidad de testear la cuarta generación del Mazda3, uno de los modelos icónicos de la marca japonesa que se renovó tanto estéticamente como en su puesta a punto.

La unidad de prueba fue la tope de línea, equipado con un motor SkyActiv 2.5 l, que eroga 186 Hp y 252 Nm a las 4.000 rpm, vinculado a una caja automática de seis velocidades. No es un deportivo, pero tiene muchas cosas de uno, que aquí detallaremos.

El motor no es el más dinámico que hemos probado, pero si reacciona de gran forma a todos los requerimientos del usuario, con una gran elasticidad entre las 2500 y 4000 rpm. Esto lo combina con un gran rendimiento para un motor de este tamaño, ya que alcanzó casi 13 km/litro en régimen mixto.

En lo que respecta a la caja de velocidades, cumple fielmente con el objetivo de darle suavidad al motor y a la marcha del auto, entregando un confort casi de auto premium.

La dirección, uno de los puntos siempre altos de Mazda, es muy intuitiva y directa. Con varios guiños a una performance deportiva, permite confiar en que el auto irá exactamente donde uno quiere que vaya con la vista.

El gran cambio está en la suspensión, en la que Mazda apostó por una barra de torsión con espirales en el eje posterior dejando atrás la multilink que tenía la generación anterior del modelo. Esto está tan bien logrado, que la diferencia es prácticamente imperceptible, copiando de gran forma las imperfecciones del camino al momento de darle también sensaciones de deportividad y gran aplomo.

Interior y equipamiento

Ingresar al Mazda3 es casi hacerlo en un auto premium. El habitáculo mejoró considerablemente en términos de plásticos suaves bien terminados, una gran inosonoridad y equipamiento, cubiertas de cuero, un sistema de sonido sobresaliente y una gran combinación de colores, lo que le da un alto nivel de confort.

Detenerme en lo que dice relación con la insonorización. Prácticamente no hay sonidos ni de un motor a altas revoluciones, ni de la rodadura de los neumáticos en el camino, ni de la aerodinámica del modelo.

La posición de manejo tiene mucho de un auto deportivo, un poco más baja y recta, con todos los mandos cerca de tus manos y de forma muy intuitiva cuando ya has conducido un Mazda, y con una gran visibilidad a través de ventanas y sensores, en un asiento muy cómodo y confortable hecho para varias horas de conducción continua.

En esa línea, una de los cambios que hizo Mazda fue la ubicación de la pantalla central, que está unos cuantos centímetros más atrás que la generación anterior, lo que permite mirarla prácticamente sin quitar la vista de la ruta. Eso sí, no es táctil, y todo se controla desde el mando central ubicado entre los asientos delanteros.

Lo anterior genera que todos los mandos asociados a Appler Car Play o Android Auto deban controlarse desde la perilla central, algo que requiere un periodo más largo de acostumbramiento del que tuvimos en esta prueba.

En su equipamiento destacado incluye cámara de retroceso con sensores sonoros, sensor de punto ciego, aviso de tráfico cruzado, climatizador bizona, luces LED, techo corredizo, keyless con botón de encendido, head-up display para proyectar info en el parabrisas, y GPS. Nos faltó la alerta de cambio de carril y el control de descenso, que en modelos de este nivel ya están integrados.

Así, la cuarta generación del Mazda3 entrega un auto confortable, aplomado y muy equipado. No es un deportivo, pero tiene muchas características de uno. No es un auto premium o de alta gama, pero está muy cerca de serlo. Sin duda, una gran evolución de un modelo icónico y clave de la marca japonesa.

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