No podía ser de otra forma que peleando, sacándose dos goles de desventaja y ante 27.011 espectadores controlados. Los morados dieron una lección de garra y años de trabajo para hacer justicia, luego de perderlo todo el 2016.
La historia del club es así: siempre sufriendo, con todo en contra y empujado por su gente. “Acepten la injusticia, que todo se equilibra al final”, fueron las palabras de Víctor Tornería, presidente lila, al final del partido. En realidad, “partidazo”. A Deportes Concepción solo le servía ganar para volver al profesionalismo y lo hizo después de estar dos veces en desventaja y contra un gran equipo como Limache. Fue 3-2, pero el partido no se ganó ayer ni fue solo el gol de Sepúlveda, fueron 3 años y medio de lucha para demostrarles a todos que el “León” no iba a morir. Que hasta sin jugar, estaba vivo. Este ascenso no fue desde el amateur, fue de mucho más abajo. Desde el mismísimo infierno.
Está casi de más analizar este partido, cuando lo emotivo quedará más que lo táctico. Porque hubo errores en ambos tantos visitantes, permitiendo un golazo de Daniel Castro -uno que no necesita mucha compañía para generar peligro- y el penal que terminaría convirtiendo Luis Felipe Pinilla.
Es mejor quedarse con lo bueno, como la capacidad de encarar de Cristofer Salas, un jugador que fue de menos a más en esta liguilla y terminó siendo importante. Fue derribado justo antes del entretiempo, para que Matt Lagos anotara mediante penal. El propio Salas ya había azotado uno de los postes.
El segundo empate fue con un tirazo de Brian Fuentes, que se desvió en un defensor de Limache, y poco después un silencio pasó por Collao cuando Marcelo Cáceres envió un remate al palo. Ahí se acababa todo.
“Nacho” Sepúlveda había entrado hace un minuto, recibió un pase al vacío, de Salas, y definió con zurdazo bajo la salida del portero. Ahí recién la gente se sacó el nudo de la garganta, nudo que tenía guardado por tanto tiempo. El desahogo de más de 27 mil personas que un día lo perdieron todo, que lloraron en la plaza escuchando por radio cómo eran desafiliados.
Sí, esos que entraron a la cancha y la tiñeron de morado eran los mismos que un día fueron al estadio sin que hubiera fútbol, solo para decir que siempre estarían. Los mismos que armaron rifas, fueron a las ramadas, adoptaron perros, vieron el documental morado en el cine, se pusieron la camiseta con el logo de Los Tres, fueron al hexagonal y remodelaron los campos deportivos bajo un sol terrible.
Deportes Concepción se transformó en un ejemplo de cómo levantar un club que parecía no tener nada, pero siempre tuvo su gente y eso fue más que suficiente. Un equipo administrado por hinchas, que piensan como profesionales. Un club que tocó fondo solo para hacerse más fuerte. Y, si es así, gracias a los que lo hundieron. Este ascenso, también es para ellos.
“Este equipo obtuvo 19 triunfos en el año y se consagró como el más ganador en la división, incluso más que el primer equipo que subió (Deportes Linares). Es un elenco que se esforzó y que no perdió ningún partido de la liguilla de ascenso. En ese sentido, lo conseguido hoy (ayer) es fruto del trabajo de toda una temporada y del sacrificio de nuestros jugadores. Y por eso estoy feliz y muy orgulloso de cada uno de ellos, ya que mostraron carácter e hicieron celebrar a todo el estadio. Ellos le devolvieron en cancha al club lo que se perdió por secretaría, así que también estoy agradecido de ellos”, sostuvo el entrenador de Deportes Concepción, Esteban “Chino” González.