Goleadora de la UdeC viajó a Argentina para sumarse a Estudiantes y terminó fichando en el gigante sudamericano. La joven futbolista marca un hito en el fútbol regional.
Marcaba goles todos los fines de semana, sin jugaren uno de los grandes de Santiago. Llevaba apenas unos meses desde que el profesor Nilson Concha la fue a buscar a Las Cabras, en Chachapoal, para que defendiera a la UdeC. Rápidamente se notó que estaba sobre la media, pero no era fácil. En el fútbol femenino no se pagan sueldos ni imposiciones, no hay contrato. Con todo en contra, Camila Pavez logró el sueño de cualquier futbolista: viajó a Argentina y firmó por River Plate, el gigante sudamericano.
En un principio, cruzó la cordillera para alistarse en Estudiantes de la Plata, pero River Plate ya le había echado el ojo. Meses atrás. “Es un orgullo ser yo quien abra esta puerta en tierras trasandinas. Espero que sea el comienzo. Esto no hubiese sido posible si no es por Pablo Soto, mi representante. Por mi parte, estoy ansiosa, ya quiero estar allá para conocer a mis compañeras y poder entrenar con el club”, comentó la ex artillera de Cobresal.
Muy entusiasmada agregó que “mi expectativa ahora con River Plate es ganar todo lo que se nos venga por y disfrutar del campeonato, pero sobre todo, vine a competir. River es una institución muy grande y habrá que seguir escalando para que quede en lo más alto. Ojalá podamos clasificar a Copa Libertadores y sumar muchos triunfos en esta experiencia”.
Y la UdeC siempre tendrá un lugar importante en su corazón. Camila confesó que “hay un cariño inmenso hacia todo el plantel. Recuerdo cuando llegué a mi primera práctica y todos me recibieron increíblemente bien. Me sentí a gusto cada día que pasaba y siempre esperaba ansiosa el fin de semana para ya poder jugar y disfrutar con mis compañeras. Sobre todo, de los triunfos juntas. Cada ‘profe’ me inyectaba algo positivo y me alentaban si tenía que mejorar en algo o si tenía que potenciar cierta parte de mí como jugadora”.
Ahora, habrá que seguirla, gritar sus goles. Y ojalá sea la primera de muchas.