El joven pívot de 2.04 metros, es figura del conjunto penquista, animador de la liga de educación superior. Este año, además, representó a Chile en los Juegos Odesur.
Comparado con varios de sus pares, puede decirse que Patrick Montecinos (24), partió tarde en el básquetbol. Fue recién en su penúltimo año de enseñanza media que se encontró con un deporte al que siempre le hizo el quite, pese a que tempranamente su físico le indicaba lo contrario: en primero medio, ya se empinaba por el metro y 87 centímetros, mientras que al año siguiente ya medía 10 centímetros más.
Con esas características, se convirtió en verdadera obsesión para el profesor del Liceo Mariano Latorre de Curanilahue, Luis Durán, quien lo instó desde un comienzo para que se integrara a la selección del establecimiento. “En esa época yo jugaba fútbol, hacía natación y otros deportes, pero no me llamaba la atención el básquetbol”, reconoce Patrick.
Tanta insistencia tuvo su premio y en tercero medio, el profesor Durán lo terminó persuadiendo, sacándole réditos de inmediato. “Me ganó por aburrimiento -dice entre risas-. Con él aprendí a jugar y me quedé en el equipo hasta que terminé la enseñanza media. Salimos campeones provinciales, regionales, empezamos altiro con los triunfos. También jugamos el interescolar USS en 2010 contra el Liceo Enrique Molina y fuimos segundos; al otro año logramos ganarlo. Fue una época bastante prolífica para mí, pese a llevar tan poco tiempo”, señala.
En eso ayudó que no se le hizo tan difícil aprender a jugar, porque en ese tiempo se trataba de un básquetbol más básico, donde además le ayudaba su altura, “los puntos bajo el aro eran mi especialidad”, comenta. “Me gustó el básquetbol porque se da el trabajo en equipo, entendí luego que, si no se jugaba en conjunto, era difícil ganar”, complementa. Así, entre amigos del liceo y viendo partidos de estrellas de la NBA como Dirk Nowitzki, Kobe Bryant, Lebron James y Kevin Garnett, fue formando su identidad en el juego, aunque sin imaginarse lo que el básquetbol pasaría a significar en su vida.
Tenía 19 años cuando entró a estudiar Ingeniería en Administración de Empresas en el Instituto Profesional Virginio Gómez. A esa altura, su gusto por el básquetbol había variado y se enfocaba más en las ligas europeas y la sudamericana. “Me di cuenta que era muy difícil para el básquetbol Fiba adaptarse al juego de la NBA, así es que busqué otras variedades. Conocí equipos como el Real Madrid y el Barcelona de España; San Lorenzo y Bahía Blanca de Argentina, y la liga brasileña”, afirma.
En cuanto al torneo nacional, nombres como Patricio Briones, Patrick Sáez y Franco Morales, empezaron a llamar su atención. Estaba listo para nuevos desafíos, y el campeonato Adesup era el primero de ellos.
“Cuando entré al Virginio, lo tomé como un desafío, quería jugar Adesup porque enfrentaría a los mejores. En ese tiempo, en la UdeC estaba por ejemplo Jorge Vásquez y Evandro Arteaga, en tanto que Matías Villagrán jugaba por mi instituto. Mi mentalidad fue, que algún día, quería llegar a ser profesional y me encontré con un torneo muy competitivo, con equipos fuertes como la UdeC, Udla, USS y UBB, además de nosotros que siempre damos pelea”. “Nuestra mejor temporada fue en 2016 cuando fuimos terceros, lo más lejos que he llegado con el equipo. Este 2018 partimos bien, le ganamos a la UBB en alargue. Ojalá que se nos dé, porque este año me despido de Adesup y tengo pendiente jugar un Nacional con el Virginio Gómez, es algo que me gustaría poder cumplir antes de terminar de estudiar”, dice el jugador.
Patrick Montecinos dice que llevaba dos años en el Virginio Gómez, cuando recibió un llamado que cambiaría su carrera en el básquetbol. “Me llamó el profesor Rodolfo Cáceres del CD Alemán, quería contar conmigo y le dije que sí, jugué dos años allá. Fue una experiencia bonita, me marcó su juego de mucho esfuerzo y definió el tipo de jugador que soy ahora: demasiado esforzado, no sé si tengo algún talento para jugar, pero considero que el trabajo y el sacrificio ha sido clave para llegar a ser un deportista de alto rendimiento. Aprendí que hay que dejar muchas cosas de lado para llegar lejos, comer bien, dormir bien, dejar las fiestas, descansar, entrenar duro y también estudiar. En resumen, ser disciplinado. En cuanto al juego, ahí aprendí a capturar muchos rebotes y a creer en el juego en equipo; también a defender. Por eso y muchas otras cosas, le tengo un especial cariño al club”, manifiesta.
“Además -continúa- que ese paso me abrió las puertas para tener una primera preselección chilena, en 2015, nominado por el profesor Daniel Frola. Ahí cambió todo, porque entendí que podía vivir del básquetbol; cambió mi mentalidad”.
Al año siguiente, fue a una gira a Uruguay con la selección chilena U 21, en lo que sería su segunda experiencia internacional, compartiendo con valores como Carlos Lauler, Antonio Pinedo y Javier Barra. Ese mismo 2016 y parte de 2017, fue parte de varias concentraciones con la “Roja”, lo que daría pie para lo que según él, ha sido su máxima experiencia deportiva: jugar los Juegos Odesur 2018.
“Participar de los Juegos Suramericanos de Cochabamba, significó motivo de mucho orgullo. No me lo esperaba, no podía creerlo cuando me confirmaron que iría con la selección y estando allá, sentía que además de la bandera chilena, llevaba la de mi familia y la de mi pueblo, Curanilahue. Llegar a jugar un evento de esta categoría, es sin duda algo grande para cualquier jugador. El nivel fue muy alto, vi un básquetbol ordenado, bastante físico y aproveché cada minuto que jugué”, admite.
El año pasado, Montecinos tuvo la posibilidad de jugar la Liga Nacional de Básquetbol (LNB) con Español de Talca, en un segundo semestre que dedicó exclusivamente a jugar. Una experiencia que disfrutó al máximo y que en esta temporada extendió, pero con la camiseta de la Universidad de Concepción, club con el cual está disputando la Libcentro. Para el jugador, el inicio de una carrera que quiere extender al máximo.
“Nunca había tenido la opción de dedicarme exclusivamente al básquetbol, fue intenso, muy bueno entrenar con extranjeros y con nacionales de primer nivel, todo eso me ayudó a crecer mucho, sin mencionar que pude vivir del deporte. Este año conseguí mi contrato con la UdeC y estoy feliz haciendo algo que me divierte, me apasiona y a la vez veo como un trabajo. Termino mi carrera en unos meses y mi meta es seguir estudiando y jugando, ojalá en la misma universidad. Para eso debo seguir trabajando, creciendo como jugador, porque quiero jugar liga y llegar a la selección adulta. No le tengo miedo al sacrificio, así es que todo se puede dar”, concluye.