Renato Maldonado: una torre que saca ventajas y remacha desde lo más alto
04 de Junio 2018 | Publicado por: Carlos Campos
Renato Maldonado tiene solo 14 años y mide 1,87 metros, estatura que lo eleva como gran figura del vóleibol en el Almondale Lomas. Bajo perfil, buen alumno y muy deportista.
Llama la atención desde muy lejos Renato. En el gimnasio del Almondale Lomas se lleva a cabo una clase de hándbol, cuando buscando al voleibolista, nos dicen que es el “chico” de morado que luce mochila negra. ¿Por qué comillas? Ese “chico” se impone con largueza sobre sus compañeros y hasta los mismos profesores que están en el colegio. Mide 1,87 y con solo 14 años.
“Para mi edad es bastante y es algo que siempre me destacan. El año pasado jugaba en la categoría Sub 14 y se notaba más. Algunos me llegaban al hombro u otros más abajo incluso”, reconoce Renato Maldonado.
Desde lo más alto
Fanático desde temprana edad del deporte, Renato comenzó en el vóleibol gracias a la invitación de su amigo Christopher Metzner. “Nuestra selección de varones no lleva mucho tiempo. Él empezó a ir e iban casi solo alumnos de segundo o tercero medio. Como él era más chico, me dijo que lo acompañara para que no estuviese tan solo. Así empecé a ir, aunque me alejé por un tiempo porque al estar los más grandes, no tenía oportunidades. Después volví a pensar y dije que ‘ellos llegarán hasta un punto en que no podrán más y ahí estaré yo’. Así que seguí yendo”, recuerda.
Eso fue el año pasado cuando iba en octavo básico, etapa en la cual también dedicaba su tiempo a la práctica de otros deportes. “Antes jugaba fútbol. Me ponía al arco por mi altura precisamente. Después me dejó de gustar un poco, aunque en los recreos siempre juego. También practiqué básquetbol cuando era más chico, en tercero o cuarto básico, pero la verdad no me quedó gustando. Hándbol fue el último deporte que entrené antes de dedicarme al vóleibol. La gente me dice ‘como te vas a gustar tanto el vóley’, porque el año pasado era nuevo y no entrenaba tanto, pero me entretiene mucho ver este deporte y practicarlo aún más”.
Por su colegio, Renato tiene unidades donde le tocan varios deportes. Eso sí, su fanatismo por el vóleibol es único. “Veía entrenamientos, como jugaban y me era muy entretenido todo. El vóleibol no es como todos los deportes, es más complicado. En otros deportes puedes frenar en algunas jugadas, pero acá es todo siempre intenso y muy rápido. Me costó al principio, pero fui adaptandome de a poco. Iba a muchos entrenamientos, pero me organicé y empecé a regular entre algunos días que estudiaba y otros que practicaba”, comenta el voleibolista.
¿Qué significa el deporte para Renato? “Es una gran manera de distraerse porque nuestro colegio es exigente. Cuando tengo pruebas, el deporte me distrae mucho. Hay algunos que salen bastante los viernes en las noches, por ejemplo, pero yo me acuesto temprano y salgo a hacer deporte el sábado en la mañana. Me gusta porque, además, me permiten conocer mucha más gente. Desde los nueve años que realizo actividad física”.
Fuera de la cancha
Le cuesta encontrar aspectos de su vida donde el deporte no esté presente. Renato repasa que “me gusta jugar play station o en el celular. Donde más disfruto, eso sí, al margen del vóleibol, es jugando fútbol en los recreos o después de clases, siendo defensa y no estando siempre al arco. Además, escucho trap argentino. Lo que pasa es que al deporte le dedico demasiado tiempo. En total son muchísimas horas y es lo que más hago. Mi papá jugó vóleibol en Penco y heredé el deporte por él”, recuerda.
Nacido en Concepción y con un paso muy fugaz por Santiago que casi ni recuerda. Renato es el hermano del medio que se ilusiona con seguir practicando quizás no solo vóleibol, sino que más deportes a futuro.
“Practico intensamente desde octavo básico. Me encantaría seguir así y llegar a la universidad. Tengo varias opciones, pero ninguna definida ni clara sobre que estudiar en un par de años más. Estoy entre medicina o educación física”.