Estuvimos en las gestas de Brasil 2014 y lloramos levantando la Copa América
27 de Mayo 2018 | Publicado por: Paulo Inostroza
No es sencillo para medios de regiones contar con periodistas que describan in situ lo que se vive en eventos fuera de la zona. Diario Concepción estuvo en el último Mundial y las dos Copas América que ganó Chile: 2015 y 2016.
Estaba tan cerca que no podíamos dejarlo pasar. Un cerca bien entre comillas, de todas formas, para un medio regional. Queríamos ir a Brasil porque sabíamos que era “este Mundial o nada” y pensar en Rusia o Qatar se hacía descabellado. Además, se arrancaba de todo presupuesto terrenal. Y así empezamos a hablar de cómo viajar sin gastar tantas lucas y cómo cubrir el evento de la mejor forma. Que se notara que estábamos allá y la gente leyera eso que no puede ver cuando prende el televisor y mira un partido en casa. Si no, este viaje no tenía ningún sentido.
En esas reuniones bien informales -las mejores- entre Diseño y Deportes, surgió la idea del “Un penquista suelto en Brasil”. Y llevaba su propio logo y mascota… Que, por cierto, fui yo. Presentamos algo distinto y bien loco, pero con mucho contenido. Pero la locura máxima fue habernos trasladado en bus, en un viaje que duró cuatro días y medio solo para llegar a Cuiabá. Con problemas de wi fi en el camino, con mi notebook que murió en Sao Paulo y durmiendo en una casa que los lugareños habilitaron para las visitas. Suena a supervivencia, pero fue lo mejor que pudimos hacer, la única forma de entender exactamente qué estaba pasando y qué vivió ese chileno medio que viajó con lo justo y sin entrada en mano. Esos eran mis compañeros de viaje. Sí, esos que intentaron entrar a la mala al partido contra España y se los llevaron detenidos.
Hasta esas pequeñas cosas las contamos muy en detalle, relatamos cómo era cada lugar y tratamos de transmitir la emoción de cada triunfo y también los momentos más amargos. Quisimos sacar un pedazo de pasto de la cancha, meterlo en una caja y dejarlo en la mesa del lector. Que pudiera oler lo que tenía Aránguiz en sus zapatos y se sintiera en Brasil. Porque, de alguna forma, todos estábamos un poco allí.
Personalmente, estuve toda la primera fase. Mi colega, Gonzalo Espinoza, relató lo que vino después, con los brasileños rezando para que un penal chileno se fuera sobre el arco. Muertos de miedo.
Fue novedoso y la respuesta de la gente más que positiva. Nadie más lo hizo en la zona. Y como nos quedó ese buen sabor de boca, sí o sí teníamos que estar en la Copa América del año siguiente. Sobre todo, porque estaba cerca y ya no era un cerca entre comillas. Se jugaba en Santiago.
Yo ya vivía con mi actual señora, tenía un niño en casa y no era tan fácil arrancarme. Los tiempos cambian, los permisos se negocian. Viajamos a Santiago, cubríamos la previa y los partidos y luego me devolvía. Así durante todos los encuentros de Chile. Otra vez me usaron como mascota y nuevamente entregamos un producto original, creativo. El final fue con Chile campeón y yo encargando el anillo para pedir matrimonio. Todo salió maravilloso, Alexis se la picó a Romero y tratamos de que la gente viviera ese segundo como si estuviera en el Nacional. También estaban, desde donde sea.
El 2016 había Copa América en Estados Unidos y nuevamente tuvimos fe. El colega Javier Sandoval viajó a relatarnos una nueva hazaña, de la mano de Pizzi, Vargas, Medel y compañía. Otra vez, fuimos los únicos de la zona con los pies allá. No importa lo lejos que sea. Y con esas locuras bien concretadas, de a poco surgió la idea de darle un espacio distinto a esta sección. De atreverse con columnas, temas que fueran portadas y levantar las competencias escolares y universitarias. El 2017 nació Todo Deporte para darle acción a los lunes. Así fuimos creciendo, como cuerpo, como familia.