Daniel Benavente marcó al 71’ el único gol de un intenso partido ante casi cinco mil hinchas.
Deportes Concepción no había perdido como local en el año y el visitante, Buenos Aires de Parral, festejó las tres veces que salió de su casa.
Colegio Quillón había sido una de las víctimas lilas en el Ester Roa y el otro fue Chimbarongo en lo poco que se jugó de partido, tras la agresión del presidente de aquel club al árbitro. Parral había goleado a Caupolicán además de vencer a Quillón y Chimbarongo. O sea, en el papel, chocaban fuerzas muy parejas en Collao, pero lo exhibido ayer en el Ester Roa estuvo lejos de aquello.
Sin desplegar un tremendo nivel ofensivo ni deslumbrar a los casi cinco mil hinchas que llegaron al estadio, los lilas fueron muy superiores a Parral, generándose varias ocasiones de peligro, aunque no logrando concretar ninguna de ellas.
Parral se defendió bien, pero prácticamente no llegó al arco de Giolito y, cuando lo hizo, fue mediante remates de media distancia. La visita no arriesgó e intentaba atacar solo cuando podía.
Le faltó sorpresa al equipo del “Chino” González. Con lentitud y poca chispa, por ende, el juego morado se hizo predecible. Así se fueron al descanso.
Comenzando el segundo tiempo no solo hubo cambio de lado ni de jugadores. Los lilas saltaron a la cancha con un evidente “cambio de chip”, sacando esa garra que se debe poner cuando no hay fútbol. Así lograron sacar adelante el partido gracias a una jugada colectiva cuando ya iban 71 minutos. Sin jugar un gran partido, el equipo del “Chino” González logró lo que más le costaba: el gol.
La visita extravió su línea futbolística y no fue el mismo elenco ordenado que se paró bien en los primeros 45’. Si la razón fue física, anímica o netamente por superioridad lila, solo ellos lo saben, pero el gol de Daniel Benavente que llegó tras un centro de Matías Yáñez pivoteado por Ignacio Hermosilla, puso justicia en el marcador.
Hubo polémica en el final. Tres jugadores, dos de Parral (Jiménez y Concha) más uno de Concepción (Lagos), por infracciones, reclamos y una batahola que duró bastante, tanto así que el árbitro dio ocho minutos de tiempo adicional.
Sufriendo quizás más de la cuenta, pero con el dulce sabor de sacar adelante uno de esos partidos que tanto cuestan, los lilas treparon al segundo puesto de la tabla.