El logro conseguido recientemente por la selección chilena femenina de fútbol, significó mucho más que la clasificación al Panamericano y Campeonato Mundial de la especialidad, junto a la chance de un repechaje para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
De la mano del hito obrado por un grupo de chicas buenas para la pelota, resalta algo todavía mayor, como es poner en el primer plano nacional el deporte de mujeres, tan injustamente invisibilizado durante décadas.
Fue sorprendente como la “Roja” femenina pudo convocar, primero, a una ciudad entera como La Serena (sede de la Copa América), y luego a todo un país, provocando jugosos réditos al canal que transmitió el torneo, el que gozó de importantes peaks de sintonía.
Es aquel mismo fenómeno el que lleva a preguntarse, cuán cierto es que la opinión pública no se interesa por la actividad femenina y que no vibra con sus gestas de igual manera como lo hace con los hombres. Y, tan importante como aquello, la creencia que el deporte femenino está netamente circunscrito a ciertas disciplinas que no significan mayor esfuerzo físico, dada la inferioridad de la mujer respecto al hombre en esta área.
Es tan sencillo como echar un vistazo a la historia, para confirmar cuán difícil ha sido la inclusión de la mujer en el deporte competitivo. Baste decir que el francés, Pierre de Coubertin, creador de los Juegos Olímpicos modernos, se opuso hasta su muerte a la participación de mujeres en el evento, aduciendo que su presencia en un estadio resultaba, “antiestética, poco interesante e incorrecta”.
Aquello llevó a que, recién en París 1900, aparecieran las primeras mujeres en unos JJOO, aunque de manera casi testimonial limitadas exclusivamente al golf y al tenis (seis deportistas en total). No fue sino hasta Amsterdam 1928, cuando se produjo el verdadero inicio olímpico de las mujeres, con cerca de 300 deportistas (casi el 10% del total), y en varias disciplinas, incluyendo el atletismo.
Aun así, y luego de exaltados debates acerca de la capacidad fisiológica de la mujer para soportar una prueba de larga duración, fue recién en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 que se permitió la participación femenina en la prueba del maratón, siendo su primera ganadora la estadounidense Joan Benoit (con 2 horas 24.52), derribando los mitos alrededor de la “debilidad femenina”.
Lo anterior es sólo una muestra de los estereotipos sociales y culturales que han vencido las mujeres para llegar al punto actual, donde las cifras hablan de un avance sin precedentes. Al punto que, en los últimos Juegos Olímpicos de Río 2016, la participación femenina supuso casi la mitad de la totalidad de competidores (45% de 12.000 deportistas), logrando su lugar en cada una de las 41 disciplinas.
A nivel local, nombres como Isidora Jiménez, en el atletismo; Katherinne Wollermann en el canotaje paralímpico, o el de las hermanas Antonia y Melita Abraham, estas últimas campeonas mundiales de remo, son muestra del alto vuelo que viene alcanzando en los últimos años el deporte femenino en el país.
Sin embargo, dada la baja cobertura comunicacional (con excepción de Jiménez, que es asesorada por el representante de jugadores, Fernando Felicevich), y el poco seguimiento a sus especialidades, estos éxitos quedan como casos aislados, tal como en su momento ocurrió con Marlene Ahrens y Anita Lizana, o más recientemente con María José Moya y Bárbara Riveros, porque seguro que el patín carrera y el triatlón (en los dos últimos casos), tienen decenas de otras figuras femeninas.
Para la ex seremi de la Mujer y Equidad de Género, Valentina Medel, es el fruto de la mirada patriarcal que todavía tiene el deporte, muchas veces fomentado por los medios de comunicación. “Es muy evidente ¿Qué pasó en los últimos Juegos Olímpicos? Los titulares hablaban de las seis deportistas más sexis del torneo, mientras que con los varones se centraban en sus logros deportivos. Y si miramos mucho más allá, está el ordenamiento del deporte en general, donde vemos la falta de las mujeres en los liderazgos. Por ejemplo, en el Comité Olímpico Internacional, hay nula participación de mujeres”, advierte.
A juicio de la socióloga, todo parte por las barreras culturales que a través de los años han alejado a la mujer de la actividad física, haciendo del deporte algo casi fundamentalmente masculino. “Desde pequeñas, no se nos incentiva el deporte; si lo estimuláramos en igualdad de condiciones en el colegio, desde la infancia, a hombres y mujeres, sería distinto. Para las mujeres, la educación física siempre es una asignatura incómoda, porque no hay un abordaje enfocado en las niñas, con perspectiva de género que permita incentivar el deporte en ellas. Y es paradójico, porque si tenemos niñas que practican deporte, tenemos mujeres mucho más empoderadas y seguras con su cuerpo, que a través del vigor, tienen más habilidades corporales para incluso, afrontar situaciones de riesgo vital”, enfatiza.
De ahí que para Medel, sea tan importante lo hecho por la selección femenina de fútbol. “Primero, visibiliza el esfuerzo de mujeres que, sin mucho apoyo y sorteando múltiples desigualdades, consiguen un objetivo. Porque si ya es difícil para los hombres competir a un alto nivel en términos deportivos, es mucho más duro para las mujeres romper las barreras de género”.
Y agrega, “por eso es tan valorable que rompiendo estos prejuicios, estereotipos y saltándose el poco apoyo que existe hoy para ellas, se hayan posicionado de esta forma. Esperemos que ahora lleguen los aportes y que esto permita emparejar la cancha en términos deportivos, que podamos romper esta alianza incómoda que existe entre los deportes y los medios de comunicación, que instalan la falsa idea de que el deporte femenino es poco valorado por la ciudadanía. Yo creo que ahora también se rompió ese prejuicio y ojo, que también lo demuestra la “Crespita” Rodríguez, cada vez que tiene un combate de boxeo”.
La entrenadora del Club de Gimnasia Ciaf de Concepción, Loreto Varo, comparte la idea de una barrera cultural que por años ha jugado en contra de la mujer. “Cuando yo era chica y andaba ‘patas arriba’ haciendo acrobacias en la casa, mi abuelita y mis tías me decían que las señoritas no hacían eso. Así como tampoco me dejaban salir cuando mis primos jugaban fútbol en el patio y yo quería sumarme. Es un tema que, sobre todo antes, se presentaba muy fuerte en situaciones como esas”, señala.
Aun así, sostiene que es una tendencia que con el tiempo tiene que ir cambiando, y que un papel relevante para ello lo cumplen aquellos deportes donde las mujeres tienen ventaja. “La gimnasia es una disciplina que es más popular en el género femenino. Eso, porque posee características que le favorecen por sobre el hombre, como la flexibilidad que, a su vez, facilita la adquisición más rápida de gestos técnicos, porque permite mucho más rango de movimiento, más amplitud”, asevera.
“Las niñas -continúa- son mucho más coordinadas, es una cualidad que desarrollan a más temprana edad. Además, son más conscientes, responsables y menos atolondradas que sus pares masculinos. Otra cosa es la plasticidad, que les permite desenvolverse en todos los aparatos de forma elegante, a diferencia del hombre que es más tosco. Sin contar con que son notablemente más disciplinadas, más concentradas y desarrollan las tareas de una forma más práctica; si les das varias instrucciones seguidas a un grupo de niñas, las resuelven más rápido, mientras que los hombres preguntan una y otra vez”, explica.
En ese aspecto, Cristián Yáñez, magíster en Kinesiología y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, se refiere a las diferencias en las capacidades físicas de hombres y mujeres. “Existen discrepancias fisiológicas entre ambos sexos al momento de realizar actividad física. El hombre común es más fuerte que la mujer promedio, incluso cuando su peso es el mismo, esto es debido a su composición corporal. Los hombres también tienen una ventaja fisiológica, porque sus corazones, pulmones y piernas tienden a ser más grandes. Sin embargo, los cuerpos de las mujeres les dan una ventaja en eventos de ultra resistencia y deportes que hacen hincapié en la flexibilidad”, subraya.
“Generalmente existen diferencias en la fuerza, velocidad y resistencia por razones de composición corporal, los hombres suelen tener ventajas en las dos primeras, en cambio en la de resistencia y flexibilidad las mujeres no se quedan atrás y suelen superan a los hombres. Por eso, generalmente, las mujeres tienden a tener ventajas en deportes como la gimnasia artística, rítmica, fitness, vóleibol, y de resistencia, como ciclismo y running; aunque esto no quiere decir que no puedan realizar otros deportes como los hombres”, añade.
En cuanto a las ventajas motoras, Yáñez sostiene que, “son muy pocas debido a la fisiología que nos diferencia, pero generalmente las mujeres son de especificidad técnica, tienen un componente de finura en los movimientos y ejercicios. Un ejemplo claro, es que a ellas siempre les va bien en deportes como la viga en la gimnasia o en el esquí, ya que estos suelen ser de más precisión pudiendo sacar ventajas”.
El académico de la Ucsc, cierra con un dato decidor. “Los expertos dicen que por las distintas capacidades físicas que incluso determinan los entrenamientos, estos deben ser diferenciados para optimizar y sacar lo mejor de cada uno. Pero los números indican que la brecha ya no es tan grande, y que existen disciplinas en que ya pueden competir juntos”.
Los datos al respecto son claros mostrando que, incluso en disciplinas donde compiten juntos, las damas consiguen hasta triunfos olímpicos. Un ejemplo es el Optimist (vela) donde no es raro que mujeres ganen la clasificación general, o la equitación, donde en Londres 2012, el podio de adiestramiento lo llenaron mujeres, mientras que el mejor varón apenas remató quinto.
En Bío Bío, hay incontables casos de mujeres que están marcando tendencia en sus especialidades. A las ya mencionadas hermanas Abraham, se suman en el remo las campeonas sudamericanas Josefa Vila y Joselyn Cárcamo; Jeanaret Valenzuela, Rosana Caicedo y Paula Gómez, en el canotaje; Anastasia Sanzana, Margarita Masías y Javiera Faletto, en atletismo; Yerika Ríos, Adriana Escobar y Agatha Rubio, en las pesas, o Josefa Catalán, en el básquetbol, son sólo una pequeña muestra del terreno conquistado.
Alejandro Gyllen, es entrenador del Club de Básquetbol Infinito de Concepción, entidad que viene cosechando trascendentes éxitos en el plano femenino. Para el profesional, el basquetbol femenino viene escalando con mucha más fuerza que el masculino hace rato, y sólo falta un poco más de apoyo para darle el espacio que necesita. “Ellas tienen las ganas de mejorar y esa motivación es la que hay que trabajar. Su evolución es notoria, porque se entendió que la práctica del básquetbol no basta, así es que el año pasado comenzamos con entrenamientos de capacidad aeróbica en la Universidad de Concepción y en este 2018, con las pesas en trainingcamp”, manifiesta.
“Obviamente, por diferencias genéricas, los hombres desarrollan mayor ventaja física que las mujeres, sin embargo la clase de entrenamiento no tiene por qué ser distinta; mismos ejercicios con diferentes cargas pero con las mismas exigencias que son propias de cada persona independiente del género”, agrega Gyllen.
También en el ámbito de los deportes grupales, destaca lo que acontece con el rugby femenino, de la mano del Club Universidad de Concepción, equipo que consiguió un sorprendente cuarto puesto en el Nacional 2017.
Su capitana, Judith Torres, enfatiza en las causas del progreso exhibido. “Hoy en día, con todo lo que hay en suplementos alimenticios, gimnasio y táctica, se acorta la diferencia con los varones, que siempre estuvieron disparados en nivel respecto a nosotras las mujeres. Hemos puesto el realce en mejorar el desempeño físico, porque este es un deporte donde todos necesitamos tener lo mismo: potencia, velocidad y visión”, detalla.
La centro del Campanil, sostiene que cualquier logro conseguido en el espacio femenino, es un doble mérito. “Es tan poco el apoyo, tan baja la cobertura, que son éxitos conseguidos netamente por amor al deporte. Se necesita mucha actitud, constancia, querer mejorar de verdad, aunque nadie te lo reconozca; es nuestra realidad y en nosotras está poder cambiarla, tenemos toda la capacidad de hacerlo”, sentencia.
Al respecto, Valentina Medel apela al Estado y a los diversos entes sociales, para seguir cambiando el panorama. “Es necesaria una política deportiva con perspectiva de género, porque es innegable el poder que tiene el deporte para transmitir valores como el compañerismo, la superación, confianza en sí mismo, disciplina y fuerza. Se requiere igualdad de acceso al financiamiento, igualdad de acceso a la cobertura mediática, en visibilizar los referentes deportivos mujeres. Y por eso necesitamos un nuevo tratamiento de los medios de comunicación frente al deporte, una cobertura mediática no sexista, lo que va de la mano con una ley que sancione a los medios cuando generen comerciales o mensajes sexistas. Tiene que ver con una política pública de desarrollo del deporte desde la niñez, y por supuesto es una lucha que deben dar todas las mujeres”, concluye.