El taekwondo lo lleva en la sangre. Tenía seis años apenas cuando su padre, un eximio practicante de la disciplina marcial, lo llevaba a los cerros de Talcahuano para enseñarle los fundamentos. Eso fue clave al momento en que, Brayan Latud Guzmán (21), debió elegir entre el fútbol -su otra gran pasión- y el deporte de las patadas.
Decisión que terminó por confirmarse cuando, siendo alumno de la Escuela D-505 de las Higueras, se ganó una beca para ser parte de la academia que funcionaba en el recinto. “Fue súper importante porque, si quedaban dudas, éstas desaparecieron a medida que pasó el tiempo y me di cuenta que me gustaba mucho el taekwondo. Me enseñó a conocerme, superar mis límites, perder el miedo, ser más seguro de mí mismo y también a aprender de compañerismo. Además, se me hacía fácil y el mismo profesor me decía que tenía un talento innato”, recuerda.
Por eso, apenas entró al Liceo Industrial Hernán Valenzuela Leyton, buscó la opción de mantenerse entrenando, lo que consiguió luego de ser becado en una academia de San Pedro de la Paz. Así comenzaría una nueva etapa de Brayan con el taekwondo, donde el esfuerzo sería preponderante, recorriendo largas distancias y olvidándose de los tiempos de descanso para seguir creciendo en el deporte.
En ese ritmo estaba cuando entró a estudiar Ingeniería Civil Eléctrica en la Universidad del Bío Bío, a la par de su ingreso a la Rama de Taekwondo del Club Deportivo Huachipato. Otro paso que, a su juicio, fue fundamental en su carrera.
“Opté por Huachipato porque ir a San Pedro significaba tiempo perdido y yo quería entrenar sí o sí. Lo que no sabía es que ese cambio sería tan importante, porque lo que crecí con mi entrenador, Mauro Órdenes, fue increíble. Me aceptaron muy bien y vi cómo mi nivel subió exponencialmente, tuve una evolución mucho más rápida”, asegura.
Y agrega, “en las otras escuelas era más arte marcial y no tanto competencia, mientras que desde un comienzo, Huachipato se enfocaba en torneos. Comencé a participar en muchos campeonatos y eso despertó en mí el aspecto competitivo”, cuenta.
Porque Brayan reconoce que, desde su primera competencia, ha perdido sólo en contadas ocasiones, “No me gusta ser vencido, es como si tuviera un gen que me obliga a ganar”, dice a modo de explicación.
Y eso ha quedado más que claro en los años que lleva disputando el torneo Adesup, donde en representación de la UBB, se ha quedado con los máximos honores de la categoría Principiante 58 kilos, logrando pergaminos como ser campeón de la Copa Fenaude 2016 en Santiago y ser elegido como el mejor deportista de Huachipato 2016.
Aunque, sin duda, su mayor logro pasa por el bicampeonato nacional en la Ligas Deportivas de la Educación Superior (Ldes), gracias a los títulos conseguidos en 2016 (Valparaíso) y en 2017 (Linares), que le valieron ser distinguido por Adesup como el mejor taekwondista 2017 y el Mejor de los Mejores del circuito universitario. Distinción que para él es una recompensa al esfuerzo.
“Es una satisfacción muy grande, porque significa que todo el sacrificio de estudiar, entrenar y trabajar, ha valido la pena. Estoy seguro que si me dedicara sólo al deporte, sería mejor aún, pero me tocó esto y si hasta el momento he podido hacerlo bien, sé que soy capaz de mejorar aún más”, asegura.
Esa misma convicción que lleva a los tatamis, es la que lo hace plantearse metas todavía más ambiciosas. “Seguiré trabajando y me quedaré entrenando sólo en la UBB, porque ahí también está mi profesor, Mauro Órdenes. Y planeo arrendar una pieza cerca de la U. Con eso, tendré todo más cerca y podré cumplir el objetivo de subir mi nivel académico y ganar los campeonatos de las universidades. No será fácil, porque este año cambié cinturón (pasó de verde azul a azul rojo) y subiré de la división Principiante a Medio, además que todos querrán quitarme el título. Pero me gustan los desafíos y sé que, con esfuerzo, seguiré ganando”, sentencia.