Actividad física y ejercicio para invertir en una vida saludable

26 de Febrero 2018 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Diario Concepción

Claudio Báez Rojas
Director de Escuela de Kinesiología

Universidad San Sebastián


Cada vez que salimos de vacaciones nos relajamos en cuanto a hábitos de ejercicio, alimentación y horarios. Si bien en este espacio me voy a referir a la actividad física, es muy importante también considerar la relevancia de tener una alimentación saludable, porque debe existir un equilibrio entre la ingesta y el gasto calórico.

Si tenemos en cuenta que la inactividad física es el cuarto factor de riesgo de mortalidad global, responsable del 6% de las muertes en todo el mundo, debemos crear conciencia y promover en nuestros hijos hábitos más saludables. Ahí, la actividad física es considerada como una terapia no farmacológica que ayuda a la prevención y tratamiento de múltiples enfermedades crónicas.

Los niños en el año escolar tienen actividad física curriculares (clase de educación física) y extracurriculares (deportivas y recreativas) que generan cambios funcionales y metabólicos que se transforman en elementos protectores para su salud.

Es necesario aclarar que existe una diferencia importante entre actividad física y ejercicio. Este último se refiere a un proceso sistemático con fines y parámetros de intensidad, duración y frecuencia determinados según la condición de cada persona. Por lo tanto, requiere una evaluación previa para su adecuada planificación. En cambio, la actividad física hace referencia a cualquier tipo de movimiento, producido por la contracción muscular, que genera un gasto energético, pero sin una dosificación en cuanto a los parámetros antes mencionados.

En la práctica sería ideal adherir a ambas modalidades: que los niños hagan ejercicio bajo la supervisión de un profesional (profesor, kinesiólogo, entrenador deportivo, personal training, etc.) pero que además aumenten su nivel de actividad física. Esto lo pueden hacer por motivación propia para aumentar el gasto calórico, realizando, por ejemplo, caminatas, andar en bicicleta, subir escalas, bailar, jugar al aire libre, y/o haciendo tareas domésticas como jardinería, aseo, pasear su mascota. Si usted no tiene la posibilidad de que su hijo realice un ejercicio supervisado, bajo las condiciones mencionadas anteriormente, prográmele actividades en el hogar para que no pase gran parte del día inactivo.

Como padres, debemos promover la actividad física todo el año y disminuir puntualmente la gran cantidad de horas que pasan nuestros hijos sentados, jugando en pantallas (celulares, tablet, computador, consolas y otras).

Lo invito a hacer un ejercicio sencillo: desde que su hijo se levanta, cuente las horas que pasa sentado un día normal. De seguro se asombrará. La inactividad es precursora de muchas enfermedades crónicas que se manifiestan cada vez a más temprana edad. Entonces, el ejercicio es una inversión en salud para una mejor calidad de vida y una vejez saludable. Por lo tanto, mientras más actividad física realicen nuestros hijos, menor será el impacto negativo en su salud. Además, será mucho más sencillo que se adapten al ejercicio del colegio en las clases de educación física y en los talleres de cada institución.

La invitación es que los padres igual tengamos un mayor nivel de actividad física. Así, motivaremos a nuestros hijos e instalaremos esto y el ejercicio como hábitos que generarán muchos beneficios para la salud de nuestro núcleo familiar. Una inversión muy rentable para el bienestar.