Muy lejos de echarse a morir y con ganas que contagian. Así viven en Chile gran cantidad de adultos mayores y otros en vías de serlo.
Disfrutan igual con las teleseries, regaloneando a los nietos o tejiendo en casa cerca de la estufa cuando el invierno acecha, pero activamente participan del deporte, tal como cuando eran niños. O quizás hasta con más motivación. “Correr nos da vida”, cuenta Isolde Roessner, atleta de 72 años, presidenta por varios años del Club de Atletas Senior de Concepción (Asecon), mientras que Sandro Figueroa, de 51 años, asegura que “el deporte te da ganas y motivación para salir adelante”.
En el Bío Bío, según proyecta el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2015 existía un total de 88.181 mujeres y 67.183 hombres mayores de 60 años. Un pequeño porcentaje de ellos más otros de menor edad, son activos miembros de una categoría poco tomada en cuenta: el deporte senior.
Se considera senior a quienes desde los 30 o 35 años, según sea la disciplina, participan activamente de algún club o institución. ¿Qué los motiva? ¿Con qué dificultades se encuentran? ¿Compiten en Chile o también viajan? Protagonistas cuentan sus experiencias.
Suele ser algo injusto tildar de “senior” a un deportista que con 40 años está lejos de pertenecer a la tercera edad. Si con esa edad hay hasta profesionales jugando fútbol o básquetbol. Sea cual sea la fecha de nacimiento y sin mirarse cada uno su carnet, el deportista senior ama, goza y disfruta más que nadie su actividad. “Personalmente me gusta mantenerme activa, vigente, sintiéndome física y mentalmente bien. Cualquier actividad, ya sea atletismo u otro deporte, te ayuda a mantenerte lúcida, animosa y puedes compartir con otras personas. En otros casos pasa también que muchas personas a cierta edad se van quedando solas, entonces esta es una forma de sociabilizar y compartir con gente que realiza cosas similares a las tuyas”, señaló Isolde Roessner, quien junto a 57 deportistas más dan vida, desde hace 32 años, al Asecon. Un club que cuenta con un histórico atleta que con 88 años es un símbolo de la disciplina: Francisco Grandón.
“Tenemos una gran trayectoria e historia con atletas fundadores que aún participan. Francisco desde muy joven fue deportista. En este momento, somos 58 activos y seis socios honorarios cooperadores que ya no compiten, pero siguen participando de manera activa. A veces nos juntamos a conversar, vamos al campo de algún socio o realizamos actividades lúdicas. Integramos gente que con el paso del tiempo se ha ido quedando sola”, agregó Isolde.
Y no participan simplemente por cumplir ni de forma amistosa. Al igual que en categorías menores, en el atletismo senior a nivel regional y nacional, tanto en Asecon como en otros clubes de la disciplina, la competencia es dura. “Tenemos pruebas en pista de velocidad, vallas, semifondo, corredores de 21k y fondo; saltos largo y triple; más lanzamientos de jabalina, martillo, disco y bala”, remarca Roessner.
Y no son pocos quienes animan el atletismo senior. La Federación Master de Chile (Femachi), que por muchos años tuvo en Concepción su sede, está a cargo de alrededor de 50 equipos, desde Arica a Punta Arenas. En el Bío Bío son once los clubes quienes compiten bajo un reglamento que señala que cada elenco debe organizar al menos un evento de pista y campo en el año.
“Además de ellos, nosotros tenemos fijados tres torneos en la temporada: el inicio de actividades, un homenaje a la ciudad y nuestro aniversario”, dice la atleta penquista. De tal forma, el atletismo da vida durante todo el año a gran cantidad de torneos a lo largo del país.
En la natación, un ejemplo de vitalidad lo da Lya Wimmer, que está ad portas de cumplir 80 años. “A los once entré al deporte con un entrenador alemán muy estricto. Así me formé. Me motivaba harto tiempo trotando escuchando, en mi personal stéreo, Chayanne, Yuri y Miguel Bosé. Así me daba ánimo escuchando ‘voy a ganar, voy a ganar’ y como el recorrido lo conocía de memoria, sabía cuándo estaba atrasada por la parte en que iba la canción”, recuerda entre risas.
A los 60 años, tras dedicar una vida al triatlón, Wimmer, que no se considera para nada senior y por lo mismo conserva un espíritu muy juvenil lleno de risas y entusiasmo, sufrió escoliosis, enfermedad a la espalda. “La columna me empezó a pasar la cuenta y el doctor me recomendó andar en bicicleta o nadar, así que a los 60 años empecé con esto. Debo seguir aprendiendo, todavía no me sé tirar bien desde la parte alta”, señala la deportista.
Wimmer valora la dedicación que le ha entregado a su disciplina. “Es que el deporte es mi vida. Todos los días me levanto a las 05:45 am. para preparar desayuno, hacer las cosas de la casa y a las 06:50 me va a dejar mi marido a la piscina. Entreno desde las 07:30 de la mañana hasta las 9 am. No te digo que no se sufre cuando uno entrena, porque a veces hasta te quedas sin aire, pero cuando después terminas y ves que has mejorado tus tiempos, te sientes muy bien. En el agua me fascina ponerme a competir con algún caballero que está por ahí y tratar de sacarle ventaja sin que se dé cuenta. Es una competencia muy silenciosa”, afirma.
Eso sí, la nadadora penquista no entrena sólo por gusto, ya que es una de las deportistas que ha batido más récords en los últimos años en su disciplina. Representando al Club San Pedro de la Paz, viaja por el país durante el año e incluso traspasa fronteras. A la fecha, aún mantiene vigente algunos récords internacionales como el de Mar del Plata en 2009, IX Sudamericano Master donde logró completar los 50 metros espalda en 01’07’02. En Lima, Manaos y en competencias a nivel nacional, Wimmer también ha brillado, como en los 50, 100, 200 y hasta 400 metros libres en su categoría: 75-79 años.
El básquetbol mueve masas en la zona y a nivel senior también hay acción. “Equipos hay bastantes, pero clubes, pocos. Agrupaciones como UdeC, Alemán, Huachipato, La Asunción, entre otros, tienen equipos. Deben ser alrededor de ocho a nivel local”, indica Sandro Figueroa, profesor de básquetbol en la U. San Sebastián y Colegio Sagrados Corazones, y además juega en el equipo de ex alumnos senior del mismo establecimiento.
“Después del trabajo, practicar deporte es lo único que te queda, más cuando te encuentras con amigos que no ves hace años. Cuando estás jubilado o en ese camino, a algunos le dan ganas de seguir adelante y no echarse a morir. A veces jugando me he encontrado con gente que no tenía idea dónde estaba ni que hacía. Es muy grato revivir el básquetbol de antaño. Cuesta a veces motivarse, ponerse las zapatillas y salir a hacer ejercicio, pero reunirse con los amigos es mucho mejor”, agregó Figueroa.
Si en profesionales de 20 o 30 años las lesiones son normales y pan de cada día, los cuidados que un deportista senior debe tener no son menores, pese a que no viven una competencia tan extrema y en algunos casos es un pasatiempo que los llena de vida y energía. “Un médico me dio una dieta especial con comidas y sobres especiales de jugo para tomar. Debía cuidarme con eso por 15 días y tener tres de ‘vacaciones’, aunque la verdad casi nunca lo hago y en mi casa me cocino porotos, lentejas, garbanzos, ensaladas y otras cosas”, dice Lya Wimmer.
Isolde Roessner aseguró que “la alimentación es todo un tema. Más aún cuando debemos competir en nacionales o sudamericanos. Los costos a veces son altos y deben sumarse pasajes y otras cosas”, un análisis que compartió el profesor Sandro Figueroa, respecto a una de las principales problemáticas que afectan y hasta desgastan al deportista senior.
El deporte senior reúne a gran cantidad de abuelitos. Algunos con trabajo y otros ya jubilados, deben convivir con el tema económico, que a veces es un impedimento para cumplir objetivos trazados en distintas competencias.
“Puedes postular a proyectos, pero a veces por detalles mínimos y puntuales te los rechazan. El año pasado fuimos a Italia por diez días, fue una linda experiencia, pero nos salió casi un millón 800 mil pesos a cada uno. Quedó la crema, además, porque estando allá nos dijeron que hubo un error en el proyecto, nos echaron todo para atrás y hubo que devolver plata que nos habían pasado empresas. Es la realidad que tenemos. Acá nadie te auspicia. No es que desmotive, porque a esta edad ya jugamos todo lo que teníamos que jugar y hemos pasado de todo, pero es simplemente otorgar más facilidades. Para ir a un Mundial te debes inscribir, pagar alojamiento, pasajes, comida y otras cosas. No estás hablando de 100 ‘lucas’. Uno viaja por ir a vivir la experiencia, porque aunque te vaya bien no te reconocen nada. El deporte senior en nuestro país no es bien visto”, opina Sandro Figueroa.
Al respecto, agregó que “es lindo que juegue gente de 70 años, pero hay cero apoyo. Sólo el Gore (Gobierno Regional) aporta recursos a veces. El IND no da plata, porque consideran esto recreativo y no competitivo. Hemos golpeado hartas puertas, pero no interesa. La idea no es gastar en deporte los pocos ingresos que algunos reciben. Es sólo un poco de apoyo porque, por ejemplo, el arbitraje en un cuadrangular cuesta alrededor de 200 mil pesos, sin contar la mesa. No hay ni para camisetas ni balones tampoco”.
Lya Wimmer, en tanto, fue un poco más allá. “Sólo cuando viene a verme mi hijo consumo carnes rojas. El pescado es caro y al final me hago tortillas de acelga. En el fondo el bolsillo me hace seguir una sana dieta. En mi familia son deportistas todos y están felices por mí, pero a veces no tengo para viajar a Chillán y mi hija me paga el hotel, otro hijo se preocupa de la comida y otro de los pasajes”, señala, aunque, eso sí, aclara que “soy favorecida o bendecida porque alguien en el Gobierno Regional se ha dado cuenta de lo que he hecho. Me han aportado para viajes al extranjero y he vuelto con medallas. Igual, cuando no es plata del Gore, es de mis hijos o préstamos que pido. Con las casas comerciales estoy encalillada. La poca plata que a esta edad uno recibe, no puede estarla gastando en hacer deporte. Es para vivir. Hay que pagar luz, gas, agua. Así es muy difícil”.
Isolde Roessner, finalmente, dijo sobre los gastos que “casi siempre salen del bolsillo nuestro. Mi primer Mundial fue en Puerto Rico y el costo fue completamente mío. Cuando no hay ayuda externa, mucha gente se resta de ir porque simplemente es caro y no puede. Los sudamericanos duran una semana y debes pagar una inscripción que es carísima, más alojamiento, alimentación y pasajes. En septiembre es el Mundial en Málaga y algunos ya tienen listo su pago, pero otros no tienen cómo”.
La energía del deportista senior es única. “Es un mundo aparte”, dicen algunos. Hay tantos jóvenes que no se interesan por el deporte o, a su vez, muchos de la tercera edad que están en sus hogares sin nada que hacer y día a día sólo se deprimen, que Lya Wimmer, cerca de cumplir los 80 años y con un entusiasmo que contagia, expresó que “lo más importante es levantarse temprano. Caminen, salgan a la plaza o al parque. Si les cuesta, ya irán avanzando de a poco. A mí me dan ciáticas y lumbago, pero entro al agua y se me pasa todo. No se queden en la casa, que a mí el deporte me hace sentir viva”.