Prescripción de ejercicio

15 de Enero 2018 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Diario Concepción

David Ulloa
Académico Facultad de Educación
Ucsc

Desde hace tiempo se recomienda a la población aumentar los niveles de actividad física o que inicien un programa de ejercicios progresivo, con el fin de prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida.

Además, estudios han demostrado que aumentar los niveles de actividad física retardan procesos neurodegerativos asociadas a enfermedades como Alzheimer y Parkinson, mejora en la calidad de vida en personas con enfermedades como fibromialgia, insuficiencia renal o VIH positivo. Pero sin duda, la mayor evidencia avala el ejercicio físico como herramienta terapéutica no farmacológica en la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiometabólicas.

Y el estado, a través del Ministerio de Salud y sus programas rehabilitación cardiometabólicas y Vida Sana, incorporaron al educador físico al equipo interdisciplinar para que diseñe programas de ejercicio en personas con daños orgánicos, o sea prescribir ejercicio con fines en salud.

Los prescriptores de ejercicios deben ser profesionales que integren conocimientos en el área de ciencias del ejercicio, que le permitan seguir los principios del entrenamiento, seleccionar sus métodos, el tipos de ejercicios y los componentes de la carga (intensidades, densidad, duración, frecuencias y volúmenes).

Si bien esta tarea está relativamente definida para el alto rendimiento, sus componentes no han sido tratados suficientemente en la literatura al analizar los efectos del ejercicio físico en personas con daño orgánico. La OMS reconoce los efectos del ejercicio, aun cuando no se han definidos tipos, intensidades, tiempos de recuperación (entre series o sesiones), densidades o volúmenes de entrenamientos que en mayor medida provoquen cambios orgánicos que favorezcan la salud.

Otro desafío que deben enfrentar los educadores físicos al diseñar programas es determinar la posible aplicabilidad y pertinencia de lo reportado en la literatura y si esto se ajusta a las necesidades y características de las personas donde intervendrá. Un problema que enfrentan los prescriptores nacionales es que la mayor parte de la evidencia se ha recogido en poblaciones de diferente raza, cultura y estilos de vida.

Adicionalmente, los educadores físicos a la hora de determinar la estrategia de intervención, deben analizar la relación entre ejercicio físico, enfermedad, control farmacológico y dieta, sobre todo si consideramos que las repuestas orgánicas al ejercicio pueden potenciar o facilitar la acción de algunos tipos de fármacos y en otros casos retardar o contrarrestar la acción de otros.

Los educadores físicos consideramos a la nutrición un eslabón esencial del rendimiento, por su importancia para alcanzar mayores logros y, fundamentalmente, por su influencia en los proceso adaptativos, en los tiempos y la calidad de los proceso de reparación de tejidos y restablecimiento de los equilibrios homeostáticos. La relación ejercicio-nutrición-salud en la personas en riesgo debe considerarse para diseñar un programa de ejercicios.

También los educadores físicos deberán comprender y analizar los posibles riegos que presenta cada uno de los estados de salud y la práctica regular de ejercicio a la hora de diseñar y seleccionar la estrategia de intervención.