Es un niño distinto, eso se nota desde que se cruza la primera palabra con él. No sólo porque es imposible obviar su inteligencia, sino también porque se expresa con una simpleza y alegría que contagia. Su tema preferido, por cierto, el ajedrez.
Porque, pese a tener recién 11 años, este alumno de sexto básico del Colegio Concepción San Pedro, vive, goza y respira el deporte ciencia. Lo suyo no son los libros de cuentos, sino sendas revistas rusas con ejercicios y ejemplos de jugadas que su entrenador, José Molina y su padre Manuel, logran conseguirle. Tampoco le interesa mayormente lo que pase con la selección de fútbol, más bien está atento a lo que sucede con nombres como Magnus Carlsen, Fabiano Caruana o Vladimir Kramnik, quienes lideran el ránking Fide internacional.
Por eso el apelativo que lo sigue a todas partes: “Nachokov”. Es Ignacio Vera, el nuevo niño genio salido de Lomas Coloradas, que está dominando por completo el circuito ajedrecístico escolar. Multicampeón invicto, que nunca perdió, ni siquiera empató una partida desde que hizo su estreno en el torneo Adicpa, cuando cursaba tercero básico.
Secuencia que mantuvo de manera perfecta en este 2017 donde, a falta de dos fechas para el cierre del calendario, tiene asegurado el título de la categoría Sub 14, hasta donde subió para buscar mayor competitividad.
Campaña perfecta
Representando al Colegio Concepción San Pedro, Ignacio Vera ha disputado cinco fechas del torneo en lo que va de este año, avasallando a cuanto rival pasa por delante. Y no lo hace de manera acelerada, porque le gusta disfrutar cada partida, desplegar su juego, como para ir quebrando de a poco a su oponente de turno, demostrando que cuenta con infinidad de alternativas bajo la manga.
Aquello le ha servido para marcar su propio récord personal, ocupando el primer lugar desde que se estrenó en el torneo Adicpa en 2013. Su profesor, José Molina, va un poco más allá y saca un cálculo que sirve para dimensionar lo que hace Ignacio año tras año.
“Cada temporada de Adicpa parte en marzo o abril, y se extiende hasta diciembre. En ese lapso, habitualmente se juegan, mínimo, siete fechas. Si calculamos que son seis rondas por fecha, tenemos el resultado de que cada año, ‘Nacho’ gana un total de 42 partidas consecutivas. Eso requiere harta capacidad, concentración, estudio, cariño por el ajedrez, y esas son algunas de sus características”, sostiene.
Molina explica que ese es el motivo por el que, en todas las fechas, se da un fenómeno en el certamen. “En el circuito Adicpa el referente es Nacho, y por eso es que en los torneos hay dos tipos de alumnos: los que dicen, ‘ojalá no me toque con Nacho’, y otros que van exclusivamente a tratar de ganarle, que se inscriben sólo para ello. Otro tanto va solamente a mirarlo jugar; es algo bien especial”, detalla.
Genio en botella pequeña
Sobre sus inicios, “Nachokov” dice que comenzó a mover las piezas a los tres años y, a los cinco, le ganó por primera vez a su padre, el mismo que le enseñó a jugar. De ahí no se detendría, disputando torneos federados y representando a su comuna en los Juegos Deportivos Escolares, ámbitos donde también ha sabido sobresalir.
A pesar de ello, no pierde la humildad a la hora de hablar sobre sus éxitos en Adicpa, de los que sólo atina a decir que lo enorgullecen. “Ser multicampeón de Adicpa significa una alegría y una sensación de victoria súper bonita y no deja de sorprenderme. Cada vez que voy a un torneo, miro a mi alrededor y veo la masa de jugadores y digo ‘guau’, soy el mejor de toda esta masa de jugadores, nunca he perdido ante ellos, y así termino por confirmarme que el ajedrez es lo mío”, afirma el pequeño talento local.
Pese a tantas victorias, “Nacho” dice que continuará siendo parte del circuito, porque siente que así devuelve la mano a quienes han respaldado su carrera. “Seguiré jugando, porque es una forma de retribuir todo lo bien que se ha portado mi colegio, que ha sido muy importante y me ha apoyado en muchos sentidos, desde lo económico hasta permitirme cerrar antes el año escolar para jugar los campeonatos nacionales y todo eso”, manifiesta.
Y añade, “además, el ajedrez es un complemento en mis estudios, no los entorpece para nada. Al inicio era difícil conciliar ambas cosas, ahora es algo normal. Partí con promedio 6,7, ahora tengo 6,5. Soy buen alumno porque quiero el ajedrez y no dejaría que fuera una carga. Estoy feliz así y ojalá pueda seguir ganando, no tengo ganas de parar”.
Por lo pronto, tendrá dos nuevas oportunidades de seguir brillando, porque tras una fecha en el Colegio del Sagrado Corazón, el circuito del ajedrez Adicpa cerrará sus cortinas el 11 de noviembre próximo, en el Colegio Concepción San Pedro. Ahí, en casa, seguro tendrá una despedida en su estilo: dando clases frente al tablero.