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Guga Ortiz, el niño que todos sentimos nuestro

Por: Paulo Inostroza 20 de Agosto 2017
Fotografía: Claudio Olguín

Primero llegó algo pequeño desde Canadá. Leemos que hubo un accidente, pero bueno… en un deporte que es de riesgo, qué más da. Además, la vida es un lugar donde quien se atreve a soñar en grande siempre corre más riesgos. Más tarde, el reporte agregaba datos cortos pero escalofriantes. Palabras como “grave” y “médula” siempre resultan terroríficas cuando van juntas. Pero el impacto era fuerte de por sí, simplemente al ver la foto que mostraba al afectado. Era nuestro niño, el Guga, el cabro de San Pedro bueno para la bici. El mocoso que a los 14 años iba con su papá a todos lados y tímidamente hablaba con la prensa. Ese chico sencillo que todos vimos crecer y transformarse en campeón.

Fui al primer evento que organizó la ciudad para ayudar a traerlo de vuelta, allá arriba en El Venado. Sus amigos son gallos muy jugados, lo adoran. Ellos movieron todo, hicieron que el país los oyera. Y ese mundo siempre incomprendido de la gente que hace todo sobre dos ruedas habla de Guga como si fuera suyo. Hay pertenencia, se sienten una familia. Algunos solo lo ubican de vista, otros le han preguntado un par de cosas a la pasada y cuentan que siempre la respuesta ha sido amable y con una sonrisa. Guga es un niño corriendo entre los grandes. Para muchos, sigue siendo Guguita. Y la prensa también lo siente suyo. Hemos visto cada deportista que empieza a ganar cosas, se va a Santiago y ya no pesca más, que se agradece cuando aun hay muchachos que mantienen su esencia humilde, agradecen a sus primeros profesores y le dan una mano a la comunidad.

Guga es un campeón bien de la gente. Fue duro escuchar a sus amigos hablar con los ojos tan húmedos, su mamá y polola viajaron desesperados a Canadá. Querían verlo, abrazarlo, decirle que todo va a estar bien, aunque todos digan que eso es imposible. Un chico de solo 21 años, talentoso, sencillo y querido como pocos, con un futuro sin techo… ¡Por qué cresta el Guguita! Estamos atentos a la prensa, médicos, kinesiólogos y expertos y queremos hacer como si no hubiésemos leído nada. No queremos creer que es verdad. Es nuestro niño, insisto. Queremos pensar que va a levantarse y ponerse el casco para otra batalla. Aunque eso es lo de menos. Queremos que se ponga sus zapatos, salga por la calle de siempre y salude a todos mientras va a comprar al negocio. Con eso basta. Da lo mismo pensar dónde podrías haber llegado, porque el cielo ya lo tocaste y eso no te lo quitará nadie. Pase lo que pase, eres nuestro campeón, nuestro niño. Y si hay que mover todo el país para conseguirte un avión, ten por seguro que hay mucha gente dispuesta a hacerlo. Mil veces. Gustavo, deja el casco en el velador un rato. Respira, mira al frente y divisa bien esa nueva meta, tus nuevos obstáculos. Te conocemos, sabemos que otra vez llegarás primero.

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