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Desigualdad: la mochila que carga el fútbol

Por: Paulo Inostroza 13 de Agosto 2017
Fotografía: Raphael Sierra

Neymar costó 220 millones de euros al PSG, Jorge Valdivia cobrará mensualmente 65 millones de pesos en Colo Colo y Naval casi queda fuera del torneo de Segunda porque no podía pagar una boleta de garantía. Una desigualdad económica que se repite a nivel mundial y que, en Chile, no es más que un espejo de nuestra propia sociedad. Unos pocos se llevan gran parte de la torta y los otros luchan por sobrevivir día a día.

En Chile, el principal ingreso de los clubes proviene de los dineros del Canal del Fútbol. El presidente de la rama de fútbol de la UdeC, Mario Rodríguez, comentó que “actualmente, los tres grandes de Santiago se llevan el 25 por ciento de ese dinero total. Colo Colo, por ejemplo, obtiene más del doble que lo que recibimos nosotros y los demás equipos de Primera. De todas formas, ojo que con eso ellos no alcanzan a pagar sus millonarias planillas. Además, existe el fair play financiero para que ningún club pueda ocupar más del 70 por ciento de sus ingresos en remuneraciones. Si no, corre una multa en dinero y uno siempre espera que eso se cumpla correctamente”.

El directivo del Campanil señaló que “el CDF es un tremendo negocio y ha aumentado con mucha fuerza año a año sus suscriptores. Uno asume que algo de razón tienen los grandes cuando dicen que mucha gente se abona para verlos a ellos. Tenemos claro que Palestino, San Luis o nosotros no tenemos la cantidad de hinchas que la U o Colo Colo. Siempre se ha peleado para que parte de ese dinero se reparta de acuerdo a los méritos deportivos, lo que sería un premio a final de temporada, pero ha quedado en eso”.

Pero reconoce que las desigualdades económicas no pasan solo por ahí. “Hay clubes que se paran con la plata del CDF y generan poco más. Ahí también hay un problema específico. Cada equipo tiene la tarea de generar recursos desde otros lados para así ser más competitivos. Los sponsors en las camisetas son 80 o 60 millones al año. Nosotros, por ejemplo, hemos apuntado a buscar y trabajar con jugadores jóvenes y vender. Eso nos ha ayudado mucho y ahí hay un equipo, encabezado por Gabriel Artigues, que tiene esa misión y muy buenas relaciones con países donde siempre miran hacia Chile, como México”, apuntó el dirigente.

Pasando hambre

Gilberto Araya es gerente deportivo de Naval y cuenta que “existen desigualdades entre los clubes de Primera, después otra al compararlos con lo que le toca a la B y, por último, la Segunda División, donde no nos llega nada. Las brechas son grandes y se agigantan cada vez más porque cuando estaba Reinaldo Sánchez y partió el CDF nadie se imaginó la cantidad de plata que generaría. Todo eso provocó que a muchos se les abriera el apetito y otros quedamos a merced de la mezquindad de los grandes”.

El directivo chorero añadió que “a los grandes no les gusta que nadie se meta en sus bolsillos. Son felices con sus 200 millones mensuales y dicen para todos lados que está bien porque el espectáculo son ellos. Nunca vamos a crecer así. Valdivia cobra en dos meses lo que nosotros tenemos que conseguir para cubrir todo el año. Dicen que lo pagan por fuera, que su sueldo lo pagan otras empresas… No sé si será tan así. Hay un fair play financiero, pero no sé qué tanto funciona”. ¿Y los más pequeños se pueden unir y dar pelea? Araya confesó que “no existe unidad, cada uno piensa en salvarse solo. Nosotros casi nos quedamos sin participar por una boleta de 30 millones de pesos que a cualquier club de Segunda le cuesta pagar. Terminamos peleando ese tema solo con Independiente de Cauquenes. Santa Cruz y Colchagua tenían plata para salvarse, así que no les interesó el resto o que mañana podrían no tenerla. Lo mismo con los clubes de la B. Yo siempre les digo: acuérdense que un día pueden bajar y les va a tocar a ustedes, pero nada. Esa es la mezquindad de la que hablo. Hay equipos grandes que, si ves sus balances, tienen pérdidas económicas, pero pagan sueldos de 20 millones de pesos”.

El personero del ancla expresó que “nosotros intentamos bajar la planilla, pero las reglas te exigen 12 jugadores profesionales, que tienen que ganar el sueldo mínimo. Ahí ya tienes 3 millones de pesos, súmale el cuerpo técnico… Cada partido nos cuesta un millón de pesos y todavía debes sumar lo que cuestan los viajes. Claro, miras los sueldos y el dinero que le pasan a clubes de Primera y te das cuenta las diferencias abismantes”.

Mérito deportivo

En España, las reglas cambiaron. Los intocables Real Madrid y Barcelona, actualmente, se llevan el 34 por ciento de los ingresos por TV, triplicando a Valencia y Sevilla, los clase B. Ya está aprobado que, en el corto plazo, el 50 por ciento será repartido en partes iguales y un cuarto de la torta será distribuido de acuerdo a los méritos deportivos. Lo mismo en Argentina. Impensado era “quitarle” algo a River Plate y Boca Juniors, pero desde el 2018 las cosas cambiarán y el 2022 seguirá un cambio gradual para dividir un 50 por ciento en partes iguales, 25 por ciento de acuerdo a méritos deportivos y el otro 25 según la audiencia marcada. En Alemania, por ejemplo, toda la repartición es por méritos deportivos y no hay tanta distancia entre lo que se entrega al primero y el último. Todo bien escalonado y justo. ¿Y nosotros? ¿Somos los únicos que no nos atrevemos a tocar a los “grandes”?

El ex jugador Francisco Arrué jugó en los tres gigantes capitalinos y en clubes de provincia, como La Serena, UdeC y Huachipato. El “Pancho” comentó que “es una desigualdad que se da en todo lados y los que más tienen pueden armar planteles más competitivos y con mejores alternativas. Uno como jugador advierte eso, pero no puedes achicarte. Cobresal, por ejemplo, demostró que se puede ser campeón sin ser el equipo más caro. Ahora, sí estoy de acuerdo en que podría distribuirse dinero por méritos deportivos. Ellos fueron campeones y no sé qué les tocó. Son cosas que podrían equilibrar un poco el campeonato”. Por su parte, el portero Cristián Muñoz (UdeC), que también vivió a m – b a s r e a l i – d a d e s a p u n t ó que “uno como jugador trata de no involucrarse mucho en esos temas. De hecho, desconozco en detalle cómo se reparte el dinero. Sí tengo claro que los grandes reciben más, como ocurría también en Argentina con Boca y River. Todo lo que sirva para equiparar las cosas y hacerlas más justas es bienvenido y tal vez premiar a los clubes que han tenido una buena campaña con dinero de la televisión sería una buena alternativa. Hay mucho que avanzar en ese aspecto”.

Buscando solución Mario Rodríguez cree que lentamente se están logrando cosas y advirtió que “este sistema de reparto lleva mucho tiempo funcionando de la misma forma, con ese cuarto del total entregado a los grandes, pero se firmó un acuerdo para que cambie de aquí al 2022, de manera proporcional. Eso significará que ese 25 por ciento, que son cerca de 35 millones de dólares para Colo Colo, la U y Católica, bajará a un 22 por ciento. Al año siguiente será un 18 por ciento y después un 15, lo que significará algo así como el 5 por ciento para ellos y casi 4 por ciento para nosotros. Será una diferencia mínima y justa”. Aclara que la Primera B seguirá recibiendo lo mismo, pero tampoco cree que sea la panacea que solucione todos los problemas de desigualdad. “Lo que ocurrirá con ese cambio en la distribución es altamente positivo, pero por sí solo no va a emparejar el campeonato. Eso es bien difícil. Los equipos de Santiago tienen altos ingresos por borderó, socios, auspicios y venta de jugadores. Los clubes tenemos que apuntar a potenciar esas cosas. No puede correr todo por cuenta del CDF”. Colo Colo indica en su último balance que el dinero recibido desde el CDF corresponde al 23 por ciento de su ingreso total mientras que para Palestino, por ejemplo, ese ítem significa el 67 por ciento de su presupuesto. Se estima que con la venta del CDF los clubes de Primera recibirán ahora un mínimo de 1.800 millones de pesos anuales y los de la B pasarán de 450 a 700 millones. Es una pelea de siempre, una discusión mundial, y un problema de sociedad. La famosa igualdad de oportunidades.

Infografía: Andrés Oreña

 

 

 

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